Según el empresario, los campos más codiciados por los argentinos es la región del litoral uruguayo, cercana al puerto de Nueva Palmira. Una hectárea de campo productivo puede valer unos u$s8.000. En zonas menos atractivas se pueden conseguir por menos de la mitad. En tanto, en la zona núcleo argentina puede costar u$s15.000. En ambos casos, el rendimiento promedio es similar, de unas 4,5 toneladas por hectárea en un buen año. El momento para la compra de tierras en el país vecino es, además, auspicioso ya que, después de un pico en los precios, en el último año registran una retracción del 10%.
Aparte de valores más bajos de los campos, el mayor beneficio pasa por la rentabilidad. En la Argentina, la suba a 33% de las retenciones obliga a replantear la ecuación económica. A esto se suma el desdoblamiento cambiario que hace que, sólo con estas dos variables, el productor pierda alrededor del 50% en dólares de lo facturado. “Por cada u$s100 que vendemos, con las retenciones nos quedan u$s67. Al pasarlos a pesos al cambio oficial y después comprar dólares a $80, en la mano nos quedan u$s50”, explicó un productor santafesino.
En Uruguay, la situación es diferente. No hay ningún tipo de impuesto a la exportación y existe un único valor de dólar. “El productor vende en dólares, sin ninguna retención, cobra en dólares y lo deposita en su cuenta en dólares o se los lleva. Lo único que tiene que hacer es pagar los impuestos como todo el mundo” explicó el titular de la ARU.
Claro que no es tan fácil para los productores argentinos que decidan migrar al otro lado del Río de la Plata. El inconveniente mayor es cómo mover sus dólares por el “cepo” en caso de vender sus campos en la Argentina. La ventaja la tienen quienes cuentan con dólares en el “colchón” que pueden operar directamente en Uruguay porque tienen ya sus ahorros en algún banco oriental o lo transfieren desde otros países.