Pablo Blanco «Espero que la canciller y el ministro de defensa vengan al Senado a explicar qué están haciendo»

Rio Grande 10/04/2024.- Así lo manifestó el Senador NAcional, en dialogo con Radio Provincia, luego de la presentación del proyecto de comunicacion, solicitando explicaciones a la canciller Mondino y al Ministro de Defensa, por lo ocurrido en Ushuaia, ante la visita de una general estadounidense, la imprevista llegada de Milei en horas de la madrugada y la política que llevaran adelante con China y Estados Unidos

El senador se mostró muy sorprendido por todo esto, y dijo que el presidente ha roto con todos los protocolos y no se puede manejar de esta manera, apareciendo en una provincia, sin avisar, incumpliendo normas de seguridad e invadiendo un territorio sin ninguna invitación,

También cuestionó el hecho de que no haya participado de los actos del 2 de abril, y se hacer anuncios que no se condicen con una política de estado, porque el anuncio de una base militar integrada en Tierra del Fuego, de manera conjunta con Estados Unidos, debe pasar por el Congreso Nacional, no es una decisión que pueda tomar el, no con Estados Unidos, ni con ningun otro pais.

En el informe califican de desequilibrada e inestable el accionar del presidente y sostiene que el acto llevado a cabo en el Área naval Austral, fue una humillación y que no es creíble que haya viajado a recibir a Richardson, porque Melella no la quiso recibir.

«hacen declaraciones, el y sus seguidores, que si lo dijeran los legisladores de la oposición se prendería fuego, lo de la no obligatoriedad de la educación es una barrabazada».

la nota completa en el audio a continuación

Fuente Radio Provincia, Resumen Económico.

PROYECTO DE COMUNICACIÓN

 

El Senado de la Nación,

 

Requiere al Poder Ejecutivo que, en el marco previsto por el Art. 100 inciso 11 de la Constitución Nacional, mediante la intervención de la Señora Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Exterior y Culto y el Señor Ministro de Defensa informe acerca de la visita de la titular del Comando Sur de los EEUU General Laura Richardson a la ciudad de Ushuaia y la incorporación a dicho evento del Presidente de la Nación.

Al respecto se requiere conocer:

 

1)      Las razones por las cuales el Presidente de la Nación se incorporó a la visita de la titular del Comando Sur de los EEUU a Ushuaia, violando las normas diplomáticas de equivalencia en las reuniones bilaterales y las normas de protocolo al no informar al Gobierno de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur de dicha visita.

 

2)      Las razones por las cuales el Presidente de la Nación no concurrió al acto por Malvinas el 2 de abril y sí lo hizo con motivo de la visita de la mencionada militar estadounidense al día siguiente.

 

3)      La política del Poder Ejecutivo nacional en relación a la causa por Malvinas.

 

4)      La política del Poder Ejecutivo nacional en relación con los EEUU y China.

 

 

 

 

 

FUNDAMENTOS

 

 

Señora Presidente

 

Las acciones de política exterior llevadas a cabo por el Presidente de la Nación, además de poner en ridículo y humillar tristemente al pueblo argentino ante el mundo entero, generan riesgos innecesarios y cede en posiciones de poder a cambio de nada.

Las relaciones exteriores son un activo del pueblo de la nación argentina y no un medio de cambio o tribuna para el sostenimiento de posiciones ideológicas o dogmáticas. El fin último de las mismas es el desarrollo de la nación, pero sobre la base de la dignidad del ser nacional en el concierto de las naciones.

Las acciones de política exterior son, en las formas y en el fondo, objeto de preocupación del pueblo de la nación.

El plano de lo simbólico es más que relevante en las relaciones internacionales. El protocolo diplomático no es sólo etiqueta o formalidad vana sino que está lleno de significados que se han construido a lo largo de los siglos y que se concretan en consensos e instrumentos del derecho internacional público. La Convención de Viena de 1980, que regula las relaciones entre estados, es sólo la punta del iceberg de un amplio espectro de prácticas con que el arte de las relaciones exteriores vincula a las naciones. En su esencia, la semiótica de la diplomacia se trata de mensajes. Mensajes de poder que son un medio de jugar el juego de la estrategia.

Las acciones del presidente de la nación humillan al pueblo argentino en los gestos porque ignoran el principio de equivalencia y reciprocidad con que las naciones deben vincularse a través de sus autoridades. La generala Richardson, titular del Comando Sur de los EEUU es un funcionario público de segundo nivel que en la escala burocrática de su nación responde al Secretario de Defensa. Es decir, se encuentra dos niveles por debajo del nivel presidencial.

El viaje imprevisto del presidente resulta irracional por haber tenido la oportunidad de recibirla en su despacho antes del viaje, como hubiera sido apenas aceptable, como así también a su regreso previsto a Buenos Aires. La autoridad natural equivalente de la generala debió haber sido, el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las FFAA, como máxima autoridad militar en el marco de la diplomacia militar bilateral. Ni siquiera el Ministro de Defensa es equivalente. En este punto, para ilustrar las proporciones del desatino, resulta interesante hacer el ejercicio mental de imaginar que el Brigadier Isaac, de visita en EEUU, recibiera la visita del Presidente Biden en un lugar remoto para hablar de lo que fuera. El asombro que puede provocar esta inimaginable escena es la medida de la proporción de lo humillante y vergonzoso que el viaje del presidente lleva consigo. Viaje no sólo imprevisto sino tan innecesario como absurdo. Para ese viaje, debió recorrer 3000 km en una aeronave lenta insumiendo más de 12 horas que fueron sustraídas de la agenda presidencial que se subordinó totalmente a una generala norteamericana.

La propia figura del Comando Sur como “punto de entrada” o “hub” diplomático en materia de seguridad es arrogante. Se trata de uno de los cinco comandos operativos con los que EEUU divide el mundo entero y que tienen la misión de conducir las guerras o conflictos en cada región. La mera vinculación de una autoridad nacional con un líder militar ya es de una asimetría en las relaciones inaceptable desde el punto de vista del estado del orden internacional que presupone el espíritu de la Convención de Viena. Los militares pueden tener relaciones bilaterales en asuntos de interoperabilidad, cooperación en la formación, el alistamiento o el adiestramiento. La expansión de la agenda e influencia de la generala Richardson equivale a las funciones del “Virrey” al principio de los dominios coloniales en los cuales las cuestiones militares eran el norte de las agendas.

Aceptar esa asimetría es humillante para el pueblo de la Nación Argentina. El deseo de agradar o de “quedar bien” evidenciado por el presidente es parecido al de aquellos que tienen por primera vez la ocasión de tener una interacción con un “norteamericano” que llegó a la ciudad. Es muy de adolescentes que el impulso por agradar supere las obligaciones formales del cargo y los mandatos morales a que obliga el servicio a la Nación.

No se trata sólo de humillación puesto que a los actos presidenciales hay que agregar el ridículo implícito en el conocimiento público desde las peripecias de su viaje, los horarios extraños de las reuniones y la vestimenta seudo militar empleada.

En este sentido, resulta imperioso que el Poder Ejecutivo nacional de explicaciones al Congreso para tratar de dilucidar si se trata de superficialidad, impericia o atolondramiento en el manejo de las relaciones internacionales, lo cual resulta muy reprochable, o bien de negociados con beneficios personales o sectoriales ocultos al pueblo de la nación. Las razones para sospechar sobran.

Más allá de lo formal, la alineación ciega con los EEUU que se plantea en los gestos y las declaraciones implica una subordinación política completa y una sumisión a los designios de esa potencia pagando precios innecesarios. En el juego de la estrategia, el acceso a la Antártida es un activo de la nación que está siendo dilapidado. La contradicción no podría ser más grosera: en lugar de llevarla adelante como un proyecto de infraestructura nacional para aprovechar esa ventaja y multiplicarla para el futuro cuando esté operativo. No hacía falta condicionar la financiación a un acuerdo militar. Se podría haber incluido en canales de financiación convencionales dentro de un plan de obras públicas con la prioridad que se merece, pero no por fuera de los planes nacionales de inversión. El condicionamiento no podría haber sido más gratuito.

La humillación no fue sólo para el pueblo entero de la Nación Argentina. La provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur también fue humillada. El presidente faltó al acto central de la celebración del 2 de abril, lo cual implica de por sí un mensaje profundo de desprecio por el pueblo de la provincia pero sobre todo por los caídos. No recordarlos en el lugar más cercano y más profundamente vinculado con el lugar que guarda los restos de quienes dieron su vida por la Patria es una triste posición para un Presidente de la Nación y un incumplimiento del mandato constitucional irrenunciable por la soberanía de los territorios en disputa.

No sólo faltó el presidente a los actos del 2 de abril sino que llega a congraciarse con la generala Richardson al día siguiente sin tener la delicadeza de informar a las autoridades provinciales de su viaje. Esa arrogancia, pone en evidencia su carácter y naturaleza. La Constitución Nacional pone en un pie de igualdad como estados a las Provincias como la Nación, por lo cual, en el plano simbólico de los gestos, resulta un mandato moral guardar las formas de ese respeto. La falta de respeto del presidente no es al gobernador sino al pueblo de la provincia.

No en vano la Constitución prevé en su Artículo 75 inc. 22 que es facultad del Congreso la aprobación o desecho de los tratados concluidos con las naciones o con organismos internacionales.

Con tal motivo, es imprescindible que las autoridades den las explicaciones del caso donde es debido, esto es el Congreso Nacional. Si no lo hicieran, merecen la condena moral ya que la trama legal de la lucha contra la corrupción es tremendamente débil frente a un Poder Ejecutivo que, desde la arrogancia dogmática, la falta de competencias, la superficialidad y la carencia de diálogo empieza a generar una temible situación de populismo autoritario.

Más allá de lo moral y lo formal, y en el plano de las efectividades de fondo, resulta alarmante el alineamiento ciego o sumisión completa que el presidente propone con los EEUU acompañada con gestos groseros hacia países y sus autoridades. Para un país de la periferia, las relaciones con todos los hegemones es no sólo un mandato constitucional para usar esas relaciones para el desarrollo de la nación, sino un principio de supervivencia. La maximización del ingreso de inversiones y de los términos del intercambio no se logra con insultos ofensivos serios a otros presidentes. Tampoco con el alineamiento ciego a los EEUU que, como todos los que siguen la “realpolitik” sólo busca resolver sus intereses y no guarda la menor cuota de solidaridad con nadie, excepto con el Reino Unido. La historia lo demuestra con hechos claros y datos sagrados.

Las dudas y preocupaciones graves que este Congreso tiene respecto de la causa de Malvinas ya han sido expresadas en tres densos pedidos de informes.

La ideología extrema resulta un mal consejo para cualquier persona y una condena para las naciones. El presidente conduce las relaciones exteriores desde posiciones de ideología extrema que generan daño a todos los argentinos. Tales posiciones se sustentan a su vez en una soberbia avasalladora que no admite espacios para el diálogo, fuente de toda razón en la búsqueda de la verdad. La superficialidad en los contenidos sólo se compara con la irracionalidad, irascibilidad y desequilibrios de la personalidad preocupantes. Lejos de la sabiduría política, la visión, la habilidad para la negociación y el diálogo, la paciencia y la prudencia que el pueblo de la nación espera y necesita de sus líderes en momentos de gravísima crisis como el presente.

Las preocupaciones que nacen hoy en este Congreso son muchas y amplias. Por ello es necesario que el Poder Ejecutivo nacional explique cuál es la lógica que sigue con las relaciones exteriores que son, un patrimonio de la nación y no un juguete de caprichos de una personalidad desequilibrada e imprevisible.

 

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