Un milagro inesperado

Tuvo una dosis de heroísmo. Tuvo una cuota de milagro. Tuvo, también, coraje, empuje, corazón y, sobre todo, el ímpetu de jamás saberse perdido. Gimnasia se aferró a la punta con emoción ganadora: a cinco minutos del epílogo, con dos jugadores menos, avanzó con convicción, acertó con un penal de Lucas Lobos y extendió su serie ganadora a ocho triunfos consecutivos. El Lobo, el mismo conjunto que no conoce el sabor de las vueltas olímpicas, el de los sufrimientos y el coraje, subió tanto que exige permanecer en lo alto. Pasó una prueba de fuego como un grande.

Sin Marcelo Goux y Lucas Licht, expulsados durante el segundo tiempo, con una tarea ofensiva errática, virtud de Quilmes, su duro adversario, mostró que puede sacar fuerzas de donde no parece tenerlas. Y ganó, en el estadio Centenario, por la mínima diferencia, en la emotiva recta final del Apertura.

El primer tiempo fue pobre. Sin imaginación, sin ideas creativas, sin fuerza ofensiva. Resultó friccionado, trabado, con poco fútbol. Quilmes le cerró los caminos de ataque a Gimnasia; sobre todo, le evitó los avances profundos a Lucas Lobos.

Fue mejor la marca y la destrucción que la creación para Quilmes. Se impuso en escena con solvencia para cortar los circuitos creativos rivales, aunque no supo volar en los metros finales. Sin un enganche definido, con Caneo, corrido exageradamente a la izquierda, los ataques del equipo cervecero fueron esporádicos.Resultó, por momentos, un duelo táctico, en el que los entrenadores -Carlos Aimar, de Quilmes, y Pedro Troglio, de Gimnasia-, expusieron el perfecto manual de cómo contrarrestar las virtudes, aunque sin saber cómo y por dónde crear situaciones de gol. Mucha certezas tácticas, alejadas de emociones fuertes. Lo mejor ocurrió con alguna pelota detenida, aunque sin demasiado peligro. Mientras Cabrera y Licht avanzaron por las bandas, Gimnasia se inspiró sólo en algún tiro libre de Lobos. En una ocasión, el cabezazo de Vargas finalizó desviado. En otra, Herner elevó el remate.

Tuvo una clara oportunidad Delorte, luego de una falla de Alesandria. Solo ante Ramírez, permitió una sólida atajada del arquero. Transcurrieron los minutos con más ensayos defensivos y escasos instantes de lucidez individual.

Se desesperó Gimnasia. Tanto se confundió, que sufrió primero la expulsión de Marcelo Goux, por doble amonestación. Al rato, vio la roja Lucas Licht, también tras dos tarjetas amarillas. Con los vacíos dejados por Gimnasia, el desarrollo ganó en intensidad, pero no tuvo emociones, hasta que surgió el coraje de Esteban González, que cayó en el área, supuestamente tomado por Caneo, y Daniel Giménez cobró penal. A cinco minutos del final, Lucas Lobos, el estratego, se adueñó de la pelota, disparó, marcó y festejó. Fue un triunfo con una dosis de heroísmo, el octavo seguido, el que surgió desde el corazón, el que promete meterse en la historia grande de Gimnasia.

Por José Luis Domínguez
De la Redacción de LA NACION

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