El punto sensible de los nuevos requisitos tiene nombre: cafeína. Las empresas deben reducir el nivel de esa sustancia, un estimulante del sistema nervioso, de 35 (el tope máximo permitido desde 2000 y equiparable al contenido de una taza de café) a 20 miligramos por cada 100 mililitros.
La norma, además, exige que los envases tengan la leyenda «El consumo con alcohol es nocivo para la salud» y fija restricciones a la publicidad, que no deberá asociar a los energizantes con el alcohol, ni presentarlos como la panacea del bienestar y la salud. Mejoras en el rendimiento físico y mayor concentración, son algunas de las propiedades con las que se promocionan estas bebidas, que boquean la sensación de fatiga.
La primera reacción de las empresas fue un unánime «no» al cambio. Pero las firmas nacionales pronto vieron el costado positivo de la cuestión: Red Bull, la marca austríaca líder en el mundo, no está dispuesta a modificar su fórmula, la misma que emplea en los 120 países donde vende su producto, lo que podría derivar en su retirada del mercado doméstico.
«Lo vamos a discutir a muerte», dijo a NOTICIAS Nicolás Posse, director de Red Bull en la Argentina, quien calificó la disposición de «arbitraria». Y no están solos en la cruzada. Cuentan con el apoyo del gobierno de Austria. El Ministerio de Economía de esa nación europea le envió el 6 de julio pasado una carta al Ministerio de Salud argentino para pedirle explicaciones científicas por la resolución de la Anmat. También la Embajada de Austria hizo gestiones ante la Cancillería y la delegación argentina en la Unión Europea les dio la razón, según el directivo de la empresa.
Para Posse se trata de una medida para-arancelaria que viola tratados internacionales, como el de la Organización Mundial de Comercio (OMC). «Hoy Red Bull es un emblema de Europa y si tiene problemas en Argentina eso deja una pésima imagen del país. No es una buena señal», explicó.
Efectos en la salud. «Ellos defienden su negocio. Nosotros, la salud pública», sentenció un vocero del Ministerio de Salud, del que depende la Anmat. La fuente negó que la disposición carezca de fundamento técnico al decir que fueron consultados «dos expertos serios» como Jorge Granero, titular de la Secretaría de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), y Claudio Mate, subsecretario de Atención a las Adicciones de la provincia de Buenos Aires.
El objetivo de la norma, según el vocero, es evitar los riesgos que generaría la mezcla de bebidas energizantes con alcohol, un cóctel que se impuso en los últimos años en la movida nocturna. Justamente ése es otro debate abierto: mientras que algunos médicos y legisladores vaticinan que esa combinación (o incluso los energizantes solos) es letal, los productores opinan lo contrario.
Esta polémica recrudeció a mediados de julio a raíz de una advertencia del Hospital Italiano, luego relativizada por el propio establecimiento, acerca del aumento de casos de infartos de miocardio en jóvenes debido a la combinación excesiva de alcohol y energizantes.
Duelo de solicitadas. «La industria nacional cumple con usted y su familia. Señores gobernantes, hagan cumplir la ley», fue el remate de una solicitada de la Cámara Argentina de Bebidas Energizantes publicada en el diario Clarín el 25 del mes pasado, en clara alusión a la actitud de Red Bull.
«Lo que solicitamos es igualdad de condiciones», sostuvo Walter Santángelo, presidente de la Cámara y representante de la firma Speed. «Había proyectos de ley para prohibir la comercialización, no se sabía si podíamos seguir adelante… Lo que pedíamos era claridad y la disposición la dio», afirmó.
En la calle ya circulan las primeras latas de algunas marcas con la reducción de cafeína y con la advertencia sobre los riesgos para la salud, según comprobó NOTICIAS en una recorrida por quioscos y supermercados porteños. «Fue muy engorroso: hubo que cambiar rótulos de envases, la formulación del producto, entre otras cosas», describió Mario Apesteguía, director de Blue Demon, lanzada hace tres años y medio. Aunque no tardó en ver la otra cara de la moneda: «Con esto, Red Bull se queda afuera del mercado».
La respuesta del gigante austríaco a la de sus pares criollos fue más sutil pero efectista. De manera encubierta, el 9 de octubre le contestó mediante una solicitada que se tituló «Anmat discrimina a deportistas argentinos». Desde el corredor de autos Norberto Fontana, la dupla de Carlos Espínola y Santiago Lange, ganadora de la medalla de bronce en yatching en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, hasta el polista Eduardo Heguy y el árbitro de fútbol Héctor Baldassi, entre una treintena de personajes del ámbito deportivo que se dicen consumidores, rechazaron la disposición del Anmat.
Un negocio pujante. El consumo de bebidas energizantes, que en el mundo mueve 2500 millones de dólares anuales, crece geométricamente como también las ganancias. En la Argentina, sólo entre diciembre de 2003 y enero de 2004 el incremento de ventas fue de 300 por ciento, según un estudio de la consultora ACNielsen.
Red Bull, que produce solamente en Austria, domina el 70 por ciento del mercado mundial. En 2004 vendió 2000 millones de latas en el mundo y para este año estima que serán 2500, de acuerdo con proyecciones de la compañía. Sin embargo, en el país ocupa el segundo lugar, después de Speed, que concentra entre el 40 y el 50 por ciento de la demanda. Le siguen Rocket Fuel, Black Fire y Blue Demon. Hay también una decena de compañías más pequeñas, entre ellas, Hot Power, Full Power, RPM, Block y X4.
Como una rareza, los energizantes empezaron a comercializarse en el país en 1997 y hoy se venden entre 17 y 18 millones de unidades por año, según datos de la Cámara Argentina de Bebidas Energizantes. Se calcula que aquí el consumo anual por habitante es de media lata, mientras que en Estados Unidos y España es de dos unidades y media per cápita. En medio de la pelea, a esa cifra aspiran las empresas que operan en estas tierras. l
Por: Jesica Bossi | Fotos: Cedoc.