En Avellaneda, una empresa holandesa quema el metano, gas contaminante, y obtiene "bonos verdes"

* Es uno de los mecanismos del Protocolo de Kyoto para frenar el calentamiento global * Por estos desarrollos, podrían invertirse en el país 250 millones de dólares al año Evitar que gran parte de los gases que provocan el calentamiento terrestre llegue a la atmósfera puede ser un negocio millonario para los países en vías de desarrollo desde que entró en vigor, en febrero pasado, el Protocolo de Kyoto.

La captura de metano, uno de los gases que generan el efecto invernadero, se ha vuelto atractiva para hacer negocios. Y la Argentina es el segundo país de América latina que pone en marcha un proyecto de este tipo en el relleno sanitario de Villa Dominico, en el partido bonaerense de Avellaneda.

Allí hay 48 millones de toneladas de basura, acumuladas en los últimos 25 años, que generan un biogás compuesto de dióxido de carbono (CO2) y de metano. Este es 21 veces más contaminante que el primero.

Por medio de un sistema de tuberías, la empresa holandesa Van der Wiel capta el biogás y quema el metano. Por cada tonelada de gas que se reduce -que se expresa en unidades de CO2 equivalente, medida que exige el Protocolo de Kyoto- recibe 21 «bonos verdes» o certificados que Holanda pagará a 4 euros cada uno. Estos le servirán para presentar ante las Naciones Unidas con el fin de demostrar la reducción de contaminantes volcados a la atmósfera. La inversión del proyecto alcanza los 10 millones de euros hasta 2012, y hasta ese momento piensan reducir 5.500.000 de toneladas de dióxido de carbono equivalente.

El mismo modelo de Villa Dominico comenzó a aplicarse en los rellenos sanitarios -aún abiertos- de Ensenada, González Catán y Norte III, en el Camino del Buen Ayre. A pesar de que todavía no tienen la aprobación de las Naciones Unidas -mecanismo necesario para que los certificados tengan validez- el gobierno argentino es optimista.

«La Argentina podría reducir la emisión de hasta 30 millones de toneladas anuales de CO2 equivalente, lo que significaría inversiones de 250 millones de dólares anuales para el país, con un impacto ambiental positivo que incidirá sobre la economía y la salud», explicó el ministro de Salud y Ambiente de la Nación, Ginés González García.

Estos proyectos son posibles gracias al mecanismo de desarrollo limpio (MDL), una de las herramientas del Protocolo de Kyoto por el cual un país desarrollado invierte en tecnología y reduce emisiones a cambio de certificados a su favor para cumplir con la meta de recortar un 5,2 por ciento su nivel de gases contaminantes respecto del nivel de 1990.

Valor de mercado

«Puede ser un gran negocio. Este es un acuerdo que se hizo antes de que el protocolo estuviera ratificado; por eso el valor de los bonos era otro -hoy, en el mercado oscilan entre 7 y 10 euros- y había un riesgo mayor. A la Ceamse (Coordinación Ecológica Metropolitana Sociedad del Estado) una empresa española ya le ha ofrecido comprar certificados por 8 euros», explicó Carlos Hurst, presidente de la sociedad.

La producción de gas, que se opera desde hace un mes, es variable. «La producción tiene curvas y nosotros la vamos regulando. Hasta el momento se han reducido 13.000 toneladas de dióxido de carbono equivalentes [que de otro modo hubieran ido a la atmósfera]», dijo Wouter Joustra, presidente de la empresa holandesa, que desarrolla el proyecto en uno de los módulos del relleno, pero que completará los siete módulos para 2012.

«Se destacan todos los proyectos relacionados con la gestión de residuos. Ya hay metodologías no sólo aprobadas para captación de gases, sino también para programas de reciclado, contabilizando la energía que se genera para obtener bonos verdes», agregó Atilio Savino, secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.

Jorge Etcharrán, secretario de Política Ambiental bonaerense, destacó que controlarán todo lo que se emane para velar por la salud de los vecinos.

El problema, según explicaron, es que la energía en el país se paga a un precio bajo, por lo que habría que subsidiar los proyectos de producción para que sean rentables.

Este punto es el más criticado por las asociaciones ecologistas. «El MDL se creó con la idea de que los países ricos, por el daño que ellos provocaron a la atmósfera, transfirieran tecnología a los países pobres, la que éstos no podían adquirir por sí mismos. El gran problema es que son proyectos de bajísimo nivel de transferencia tecnológica. Lo que se hace en un relleno sanitario es quemar el metano. Y genera certificados muy baratos, por lo deprimido que está el mercado de carbono por la no participación de los Estados Unidos [que no firmó el Protocolo y es el generador del 25% de los gases contaminantes]», dijo Juan Carlos Villalonga, de Greenpeace.

Energías limpias

«Lamentablemente no es esto lo que queríamos. Con esto no se para el cambio climático ni colocamos al país en la senda del desarrollo de las energías limpias como la eólica, la biomasa o la solar», agregó Villalonga. Para la ONG, la producción de metano que coordine planes de reciclado y de disposición final de materia orgánica, como la producción con biomasa, por ejemplo, y reemplazar un combustible fósil sería lo ideal.

Aunque no lo completa, en San Pablo, en Brasil, en el vertedero de Bandeirantes, un proyecto similar podría generar energía suficiente para instalar una potencia de 20 MW, lo que alcanza para abastecer una ciudad de 400.000 habitantes durante 10 años.

En la Ceamse explican que transformarlo en energía es lo ideal. Para eso se trabaja en un proyecto de ley que subsidie este tipo de emprendimientos.

Por Laura Rocha
De la Redacción de LA NACION

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