En América Latina, las dictaduras militares quemaban los libros subversivos. Ahora, en democracia, se queman los libros de contabilidad. Las dictaduras militares desaparecían gente. Las dictaduras financieras desaparecen dinero.
Un buen día, los bancos de la Argentina se negaron a devolver el dinero de los ahorristas.
Norberto Roglich había guardado sus ahorros en el banco, para que no los comieran los ratones ni los robaran los ladrones. Cuando fue asaltado por el banco, don Norberto estaba muy enfermo, porque los años no vienen solos, y la jubilación no daba para pagar los remedios.
De modo que no le quedaba otra: desesperado, penetró en la fortaleza financiera y sin pedir permiso se abrió paso hasta el escritorio del gerente. En el puño, apretaba una granada:
–O me dan mi plata o volamos todos.
La granada era de juguete, pero hizo el milagro: el banco le entregó su dinero.
Después, don Norberto marchó preso. El fiscal pidió de ocho a dieciséis años de cárcel. Para él, no para el banco.
E Galeano