Para crecer, Stiglitz aconseja pagarle menos al Fondo

Dijo que el país debe lograr una quita en la deuda con el FMI; apoyó el control de capitales

El premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, recomendó ayer que la Argentina debe aplicar una quita en sus pagos al Fondo Monetario Internacional (FMI) y apoyó en forma incondicional el control de capitales implementado por el Gobierno hace dos meses.

En el lanzamiento del ambicioso «Consenso de Buenos Aires», Stiglitz opinó que la «Argentina debería lograr una quita en la deuda con el Fondo Monetario Internacional» y afirmó que los pagos al organismo de crédito «deberían mantenerse en un mínimo para no derivar recursos del país hacia Washington».

Ante un grupo de periodistas, y luego de dar dos disertaciones, el economista dijo que «lo ideal sería utilizar esos recursos para fomentar el crecimiento y comenzar a cancelar deuda cuando el proceso de expansión sea más sólido y se haya reducido el desempleo».

En el hotel Sheraton de Pilar, Stiglitz fue el principal orador de este encuentro destinado a generar ideas alternativas al denominado «Consenso de Washington», que a principios de los años 90 dio el marco para la apertura económica y las privatizaciones en los países emergentes. La tribuna política quedó para la candidata a diputada bonaerense Cristina Fernández de Kirchner (ver primera sección).

De todos modos, el «consenso» comenzó con un disenso, ya que la idea de aplicar una quita al FMI va en contra de la estrategia oficial de respetar el status del organismo de acreedor privilegiado y de «desendeudarse» para evitar condicionalidades en la política económica.

Tras reunirse con el presidente Néstor Kirchner en la Casa de Gobierno, Stiglitz abrió el encuentro por la mañana junto con el subsecretario general de las Naciones Unidas, José Ocampo, y el titular de la Cepal Argentina, Bernardo Kosacoff, en una mesa moderada por el presidente de la agencia oficial Télam, Martín Granovsky. Frente a unos 60 asistentes -entre los que estaban el organizador, Ernesto Semán, y los economistas Javier González Fraga, Alberto Camarassa, Arnaldo Bocco, Sebastián Katz, Alejandro Vanoli, Jorge Gaggero, Javier Finkman, Beatriz Nofal y Héctor Torres, entre otros-, el ex jefe de asesores de Bill Clinton y ex vicepresidente del Banco Mundial destacó la importancia de que el Estado intervenga en la economía para corregir las fallas del mercado.

En particular, el premio Nobel 2001 enfatizó la necesidad de promover la investigación y la educación, acusando a las principales empresas de software y a las farmacéuticas de su país de promover actitudes «monopólicas» destinadas a evitar el acceso masivo a la tecnología y el desarrollo. Luego de que Kosacoff y Ocampo cuestionaron el paradigma de los 90 por «ineficiente» y por el déficit que arrastró, llegó el tiempo del diálogo.

Relajado, ante una pregunta de LA NACION Stiglitz dijo que el control de capitales implementado por el Gobierno «no desalienta» las inversiones que necesita el país. «Se afirma que los controles de capitales son contrarios a la inversión y en particular a la inversión directa, pero no hay pruebas de esa afirmación. De hecho, el país que más recibe inversiones es China, donde hay grandes controles», explicó. Por esta razón, agregó, «sin duda se pueden diseñar controles de capital que pueden ser perfectamente compatibles con la atracción de un alto nivel de inversión». Con una comparación que causó sonrisas en el auditorio, Stiglitz dijo que «el argumento de que la liberalización de capitales tiene un efecto estabilizador sobre la economía es como pensar que si uno tiene una jaula con pájaros éstos van a volar hacia adentro en vez de escaparse, pero la liberalización reduce la independencia de la política macroeconómica al subir las tasas de interés y dificultar los préstamos para las empresas, generando más posibilidades de un default». «Y esto el FMI no lo entiende», remató.

En la misma sintonía, Ocampo dijo que los controles aplicados por el Gobierno «son moderados» y se justifican porque «buscan frenar la revaluación de la moneda que tiende a generarse con entradas procíclicas de capital; en la Argentina hubo un proceso muy importante de recuperación a partir de una tasa de cambio competitiva».

Políticas consistentes

Por otro lado, Stiglitz dijo que, si bien los reclamos de las empresas al Gobierno por los continuos cambios en las reglas de juego de la economía son válidos, «el elemento más importante para los inversores es que haya políticas consistentes». «Si uno tiene una política incoherente, no les sirve a las empresas. En la convertibilidad la Argentina se comprometió a mantener un cambio fijo mientras el resto del mundo tenía tipo de cambio flexible, y eso demuestra que defender un régimen no alcanza», expresó.

Por la tarde, Roberto Frenkel se sumó a las críticas: «La nuestra ha sido seguramente una de las peores experiencias de inserción en este sistema financiero globalizado, probablemente la peor», dijo el economista del Cedes, antes de defender un régimen cambiario con flotación administrada y de participar en un reservado almuerzo con Stiglitz; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el presidente del BCRA, Martín Redrado; los gobernadores Julio Cobos (Mendoza) y Eduardo Fellner (Jujuy), con la notoria ausencia del ministro Roberto Lavagna.

Por Martín Kanenguiser y Rafael Mathus Ruiz
De la Redacción de LA NACION

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