"Hay un pacto de desestabilización"Agregar a mi carpeta

Cristina Kirchner denunció que el plan consiste en crear «cierto clima de violencia»; sugieren que fue un ataque a Duhalde

ROSARIO.- Cristina Kirchner abrió anoche la campaña para octubre con una bomba política: frente al Presidente, casi todo el gabinete y 15 gobernadores, denunció que hay un «pacto oculto de desestabilización» para «crear un clima de violencia» en el país.

No mencionó a los responsables de esa supuesta conspiración, pero dejó señas para que se pudiera pensar en los seguidores de Eduardo Duhalde, sus actuales rivales en la pelea por el poder en la provincia de Buenos Aires.

«Quiero hablar de un pacto, tal vez más oculto. El pacto de desestabilización, que consiste en crear poco antes de las elecciones cierto clima de violencia, usando gente que hasta no hace mucho era invitada a la quinta de Olivos», dijo, sobre el final de un discurso de 20 minutos en el microestadio de Newell´s Old Boys.

Como prueba, dijo que eran «increíbles» las «muestras de violencia» de grupos piqueteros en Santa Cruz y en Buenos Aires. «Dicen que las brujas no existen, pero que las hay, las hay», ironizó.

¿A quién se refería con la gente que entraba en Olivos? La referencia pareció cantada: esta semana el ministro del Interior, Aníbal Fernández, había declarado que él mismo, cuando era funcionario de Duhalde, había llevado al piquetero intransigente Raúl Castells a la residencia presidencial.

Anoche, mientras se apretujaba para salir del estadio, el ministro dijo a LA NACION: «Yo sé que del otro lado les han puesto plata a esos grupos que se dicen piqueteros». No precisó los nombres. El gobernador bonaerense Felipe Solá se sumó a la interpretación de la denuncia de la primera dama y candidata a senadora del Frente para la Victoria. Incluyó como «evidencias de un plan contra la gobernabilidad» la huelga que paraliza la pesca en Mar del Plata: «La hace un sindicato claramente identificado con el duhaldismo». También se refirió a las trabas legislativas que enfrenta para designar el nuevo directorio del Banco Provincia, tras la renuncia del duhaldista Jorge Sarghini.

Con semejante ofensiva, el inicio oficial de la campaña kirchnerista tuvo un voltaje aún más alto aún de lo esperado. El presidente Néstor Kirchner había armado una demostración de fuerza con pocos precedentes en su gestión: invitó a Rosario a todos los gobernadores peronistas e incluso a dos radicales (el fueguino Jorge Colazo y el santiagueño Gerardo Zamora).

Llevó también a todos sus ministros, menos al de Economía, Roberto Lavagna, que se autoexcluyó de la campaña. Tampoco se lo vio al piquetero Luis D´Elía, que había acusado al duhaldismo de ser un cartel de drogas.

Kirchner llegó puntual, a las 19.30, pegado al senador Carlos Reutemann, que -tras algunos distanciamientos- decidió involucrarse a fondo en la campaña oficialista en Santa Fe.

Fue justamente una de las provincias donde el Gobierno tuvo más inconvenientes para armar su lista. Se negaron a ser candidatos primero la vicegobernadora María Eugenia Bielsa y después Horacio Rosatti, cuando todavía era ministro de Justicia.

Kirchner llegó a analizar la posibilidad de declararse neutral ante el supuesto favoritismo del socialista Hermes Binner. Pero el acto de ayer dejó poco lugar a las dudas, pese a su declarada intención de escenificar la nacionalización de la campaña.

Con más de 130 candidatos sentados en unas gradas al fondo del escenario, Cristina Kirchner se colocó en el escenario acompañada sólo por el primer candidato a diputado por Santa Fe, Agustín Rossi. El único orador antes de la primera dama.

Sin bombos

Fue un acto con pocas banderas partidistas, sin bombos y en el que ni siquiera sonó la marcha peronista.

Cuando le tocó el turno de hablar, Cristina Kirchner apeló al modelo de discurso que estrenó desde que es candidata a senadora por Buenos Aires: hablarle al Presidente, sin tutearlo, para resumir los principales cambios que impuso el Gobierno.

Recordó de entrada una escena íntima de cuando Kirchner estaba por recibirse de abogado en La Plata y llegó el golpe del 76. A él le faltaban dos materias y ella le pedía que se fueran al Sur. «Y me dijiste… Perdón, me dijo usted, señor Presidente: «Tengo que juntar plata para ser abogado y después ser gobernador de mi provincia». Yo me enojé mucho, parecía un delirante en esa época oscura. Pero debo reconocer que cuando se le mete algo en la cabeza lo consigue.»

Así arrancó el discurso en el que describió «el nuevo modelo» que sostiene el Gobierno. Parecía que no iba a acordarse de Duhalde. Mencionó a Perón dos veces y, cuando llegaba el final, soltó su denuncia.

«En este país hubo pactos para todos los gustos», arrancó. Y dijo lo de la desestabilización, habló de las «increíbles muestras de violencia» y sentenció: «Cuesta entender ante tantas realidades que se siga negando lo evidente: lo que les preocupa es este antes y después que marca usted y su pacto con la gente».

Y se fue recordando que Buenos Aires no es «propiedad privada de nadie». Sin veda alguna, ya la campaña había comenzado con la más alta tensión.

Fuente La Nacion

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