Se mencionó ya que el decálogo que firmaron los asistentes incluye ejes que no generan incomodidades, ya sea por estar comprendidos en la legislación vigente, por ser declaraciones genéricas de buenas intenciones o por tratarse de políticas impredecibles, como cambiar la coparticipación. Para maquillar la falta de negociación, se reemplazaron dos puntos. Sin embargo, nada refleja una articulación conjunta que ofrezca un horizonte de políticas de Estado básicas para el crecimiento del país. La justificación de cada punto en la puerta de la Casa Histórica fue trabada, confusa. Pocos incentivos dialécticos para prestar atención de corrido.También adelantó este medio el domingo que iría Mauricio Macri tras haber dinamitado un acuerdo del PRO con LLA, así como el gobernador santiagueño Gerardo Zamora, el único opositor férreo que se arrimó a la vecina Tucumán, aun habiéndole negado votos de diputados y senadores a la Ley Bases y el paquete fiscal. Macri aterrizó en Tucumán acompañado de dirigentes amarillos: su primo Jorge Macri (jefe de Gobierno porteño), los gobernadores Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut) y Diego Santilli, diputado nacional.Asimismo, dejó un sabor amargo en el Gobierno el faltazo de Miguel Ángel Pichetto y del radicalismo alineado con Martín Lousteau. Hace presagiar un semestre complicado en términos de alianzas legislativas, en momentos donde asoman proyectos importantes para el Gobierno, ya sea en un intento desregulador (ahora de la mano de Federico Sturzenegger) o por impulsos opositores que apuntan a la caja.
La atmósfera en las tierras de Osvaldo Jaldo se tiñó de ese desencanto. Si no se suspendió el cumpleaños, es porque el operativo estaba en marcha, y los invitados en la puerta. Estancia breve de mandatarios provinciales y del propio Presidente, un show musical que terminó pronto para evitar muchedumbres, despliegue inusual del operativo de seguridad como nunca antes se había visto en la provincia para un 9 de julio, son también señales de que las cosas no resultaron como se habían planeado.
Será desde allí que Javier Milei deberá reconstruir la gestión: más allá de diatribas, golpes de efecto y pirotecnia en las redes, deberá generar consensos sobre bases más estables.