Los números no mienten, y los candidatos presidenciales no hay podido presentar un plan económico, claro, entendible, inclusivo, y de desarrollo como para generar empleo, abrir las fábricas, acelerar las exportaciones, quitar retenciones a la producción y sobre todo esclarecer cual va a ser el párate que van a poner al gasto público.
Este ultimo punto ha sido, desde hace casi un siglo, el mayor problema de todos los gobiernos, junto con la corrupción, la cartelización de la obra pública y el asistencialismo, que no es lo mismo que asistencia social.
Esta comprobado que, de cada 10 pesos destinados a la ayuda social, solo 2 llegan a destino, sobran los documentos y las pruebas de esto. Y la peor prueba de todos, son los 2 millones de pobres que se generaron en el ultimo año, mas aun teniendo en cuenta la cantidad de millones que supuestamente se destinaron a los más vulnerables.
El vaciamiento del Banco Central, la inflación brutal, la devaluación, el desplome de las economías regionales, la depreciación del peso, superado por todas las monedas del resto de los países de la región, donde incluso ya no lo reciben, como en Chile, o Uruguay.
La emigración de ciudadanos de todas las profesiones, e incluso hasta jubilados, que buscan otros países donde poder mejorar su situación.
Hoy en argentina, una persona con un trabajo es pobre, desde hace mas de dos años todos deben recurrir a otro ingreso y hablamos del caso de los matrimonios donde ambos deben trabajar.
Los jubilados están ingresando a un nivel de casi indigencia, con salarios que no cubren la canasta básica cuyo costo es de mas de 238 mil pesos, y la jubilación de apenas 170 mil pesos en promedio.
El 40 % de los jóvenes es pobre, y el 52,6 % de ellos tiene entre 0 y 14 años, estos datos son oficiales.
Entonces, cualquiera de los 5 candidatos que llegue a la presidencia tiene un arduo trabajo, porque la situación social es calamitosa, el mal humor también aumentó exponencialmente y el ciudadano común ve como se discuten cuestiones macroeconómicas, cuando millones de argentinos no llegan a fin de mes.
Cualquier de los que resulte electo, vera una transformación que no tiene antecedentes, será protagonista del fin de una época, de cambios sociales turbulentos, y quizá hasta radicales producto del hartazgo, la decepción y la falta de empatía de los dirigentes, políticos, gremiales, y sindicales, que han acompañado indefectiblemente todas las políticas aplicadas por los distintos gobiernos, algunos de ellos con mas de 40 años al frente de una organización sindical, ellos también son corresponsables de este momento aciago.
Mirar para adelante es parte de lo que deberán aceptar quienes tengan algún poder de decisión a partir de diciembre.
No hay posibilidad para volver atrás, no hay posibilidad de aplicar viejas recetas, porque ya sabemos los resultados, son los que estamos viviendo.
Ir a votar es una obligación moral y cívica para quienes queremos empezar a caminar un camino de dignidad, trabajo, producción, desarrollo y resguardando los derechos que no da esta democracia que recuperamos hace 40 años.
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