El emotivo discurso de Gladys González: «El castigo y la culpa solo traen más dolor y más muerte»

Buenos Aires 30/12/2020.- La legisladora de Buenos Aires por el PRO compartió una vivencia personal con una fuerte crítica la Iglesia católica.

Gladys González protagonizó uno de los dircusos más emotivos dentro del Senado en el debate por el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). La legisladora de Buenos Aires por el PRO compartió una dura experiencia personal y una fuerte crítica la Iglesia católica.

Gladys votó a favor del aborto en la madrugada de este miércoles y recordó que también lo hizo en el 2018. En aquella oportunidad ella transitaba un embarazo de nueve semanas que a los pocos días terminó perdiendo y según contó pensó que Dios la había «castigado por haber votado a favor la legalización del aborto».

«Crecí con el precepto de que debía llegar virgen al matrimonio y de que el sexo era fundamentalmente para procrear» comenzó su discurso relatando que fue a un colegio religioso y que no recibió educación sexual.

Después recordó que el 8 de agosto de 2018, fecha del anterior debate por el aborto legal, le resultó a ella muy «difícil» por su «historia religiosa». Sin embargo «hoy podría repetir todas y cada una de las palabras que dije en aquella ocasión, podría hacerlo porque nada ha cambiado, porque nuestras mujeres pobres siguen muriendo por abortos clandestinos y a pesar de todo lo que fortalecimos el Estado aún no logra llegar antes, no logra salvar las dos vidas», continuó. Si bien afirmó que «se trata de políticas de largo plazo», planteó: «¿Y mientras tanto qué?».

Después compartió su experiencia personal: «El 8 de agosto de 2018 estaba embarazada de nueve semanas de mi cuarto embarazo, tengo tres hijos y deseaba tener un cuarto hijo con todo mi corazón. Antes, durante y después de aquél debate, todos recibimos insultos y amenazas. En mi caso tuve que cambiar mi número de teléfono. Recibí mensajes muy dolorosos de algunos de mis hermanos cristianos, diciendo que rezaban para que me vaya al infierno y que Dios me iba a castigar. El 10 de agosto de 2018, dos días después de aquella votación, perdí mi embarazo y por un instante pensé que Dios me había castigado por haber votado a favor de la legalización del aborto».

Gladys González agregó que se refugió «en la oración», y entendió no solo que la perdida «se debía a que tenía 45 años y mis óvulos eran demasiado débiles para volver a concebir, sino que entendí fundamentalmente que el Dios en el que creo, no es un Dios que castiga, es un Dios que ama, que es amor, compasión, esperanza».

Y preguntó: «¿Ustedes realmente creen que es cristiano condenar a las mujeres que deciden interrumpir un embarazo? Yo no lo creo y no quiero hacerlo, no quiero criminalizar a las mujeres que siempre, siempre, están desesperadas, llenas de dudas y de tristeza cada vez que hay una mujer que decide interrumpir un embarazo».

«Hoy quiero preguntarle a mi Iglesia: ¿No será hora que hagamos una autocrítica? De que nos preguntemos ¿por qué tardamos tanto en entender la necesidad y la importancia de la educación sexual?; ¿No será hora de preguntarnos por qué nuestras mujeres católicas abortan?; ¿No será hora de mirarnos hacia adentro y preguntarnos qué estamos haciendo mal que el mundo se aleja cada vez más de nuestra fe y elije otras espiritualidades?; ¿Por qué queremos imponer por ley algo que no pudimos hacer por nuestras propias enseñanzas religiosas?. ¿Por qué queremos imponer castigo y criminalizar con la vara de nuestra religión, cuando no pudimos hacerlo con nuestra fe y nuestra oración para nuestros propios fieles?».
Y siguió: «De ninguna manera podemos querer imponer nuestra moralidad católica a todo el pueblo argentino y mucho menos podemos querer hacerlo cuando hemos fallado con nuestro propio precepto».

«A pesar de nuestra fe, nuestra oración y nuestra doctrina hemos fallado porque hemos llegado tarde a entender la importancia de la educación sexual, del acceso al uso de los anticonceptivos. Hermos fallado porque no logramos salvar la vida de ninguna mujer ni ninguna vida», continuó.

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