atalia Osipko, de 38 años, era hace cuatro años empleada administrativa en la metalúrgica Anton Kraus Latinoamérica, empresa que fabrica repuestos para máquinas de etiquetadoras de botellas en Olivos, provincia de Buenos Aires. En abril pasado, junto con otros 26 empleados, se quedó sin trabajo. «La empresa dejó de pagarnos en enero, iniciamos paro y de un día para el otro, después de Semana Santa, cuando fuimos a trabajar no nos dejaron entrar», relató.
El caso de Natalia no parece aislado. Pese a que las cifras del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que mide el empleo registrado, señalan que de agosto pasado a marzo de este año la economía argentina creó 108.000 puestos netos, la realidad del mercado laboral sigue siendo delicada. Son muchas las empresas que todavía están achicando sus plantillas o que tienen planes de hacerlo en el corto plazo. En los últimos dos meses, Ingredion, Sancor y Quilmes anunciaron cierres de plantas y despidos. Ayer se sumaron Pepsico, que cerró su planta de Vicente López, en la que empleaba a 500 personas, y la química Lanxess, que informó que discontinuará en el cuarto trimestre su planta de Zárate, que emplea a 150 personas. Y, según confirmó LA NACION, a la lista se sumarán Atucha, la central nuclear estatal, que no renovará 140 contratos que vencen a fin de mes, y Coca-Cola, que como parte de un plan de ajuste regional planea recortar su plantilla administrativa en un 15 por ciento.
«En la industria petrolera se están empezando a ver nuevas inversiones, sobre todo en Vaca Muerta; también en lo que es energía renovable. Pero en sí, no hay un movimiento de construcción de empleo», reconoció Ariel Cocorullo, socio del Estudio Benegas Lynch y Cocorullo. «Tampoco voy a decir que es una situación de despidos masivos, no es cierto. Sí las empresas están aprovechando la oportunidad política para hacer una reingeniería que las reinvente para hacerlas más competitivas», aclaró el abogado laboralista.
Eugenio Maurette, de Maurette & Asociados, coincidió en el diagnóstico. Por un lado, dijo, hay varios casos de empresas que, por su realidad económica, «ya tendrían que haber achicado en el gobierno anterior y no lo hicieron, y que además en su sector las inversiones no llegan», y otras que están sufriendo por el parate de la economía brasileña.
En el mundo empresario admiten que en las próximas semanas trascenderán más casos de ajustes de empresas textiles, metalúrgicas, de alimentos y dependientes del consumo minorista. Muchos nombres se mantienen bajo llave hasta último momento. La estrategia en general es hacer desvinculaciones en cuotas para no disparar alertas.
Consultados al respecto, en el Ministerio de Trabajo no dieron detalles. Pero aseguraron que no sólo buscan trabajar con los representantes de los trabajadores y empleadores para buscar soluciones, sino que «ponen a disposición todas las herramientas posibles para resguardar los puestos de trabajo. Sólo este año, detallaron, se auxilió a 50 empresas con programas de recuperación productiva (repro) exprés. El Ministerio de Producción, por su parte, informó a LA NACION que alrededor de 780 trabajadores que sufrieron desvinculaciones en Alpargatas, BGH, Banghó e Ingredion entraron en el sistema de contención del Programa de Transformación Productiva. Los trabajadores cobran un seguro de desempleo ampliado y reciben capacitaciones con certificación de habilidades; unos 90 ya se reinsertaron.
Miguel Ángel Arrigoni, presidente de First Corporate Finance, no es demasiado optimista. «Estamos viendo que en la industria del retail va a haber más ajustes. Las empresas vienen sufriendo ya varios meses de tasas altísimas y están viendo cómo sus márgenes se achican», dijo. «Salvo la construcción, las energías renovables y el agribusiness, en los demás sectores no vemos demanda.»
La economía, de acuerdo con una gran cantidad de indicadores, ha comenzado a dar señales de recuperación en varios sectores, y muchos empresarios se muestran optimistas. Por caso, Tenaris, proveedora de tubos para la industria petrolera que venía ajustando y con planes de suspensiones en el último año, anunció que comenzaría a contratar operarios: espera sumar 500 para julio.
Pero la falta de competitividad es otro problema casi generalizado. El tipo de cambio planchado, las altas tasas de interés, la fuerte presión impositiva y el alto costo laboral son para las compañías un combo complicado de administrar. «Esto es lo que estamos trabajando a través de acuerdos sectoriales y discutiendo temas como la industria del juicio y los costos no salariales del trabajo», dijeron en Trabajo.
La Nación.