El sueño de una industria fuerte ante una difícil prueba

Domingo 23 de Octubre de 2011 08:50 hs.-| La actividad industrial tiene altos niveles de crecimiento en la Argentina, pero el modelo presenta fallas. El peso pierde competitividad debido a la creciente inflación y se viene reduciendo el superávit comercial. Los países que sólo exportan productos primarios nunca salen del subdesarrollo, dicen los defensores del Gobierno.

El importador local de autos BMW acordó exportar arroz para mantener el nivel de sus importaciones a Argentina, y firmas editoriales han prometido subir sus exportaciones después que el Gobierno les retuviera un millón de libros en la aduana. Hasta las célebres muñecas ’Barbie’ han sido usadas como pieza de negociación por el Gobierno. A principios de este año, funcionarios bloquearon el ingreso al país de las «Barbie» hasta que la compañía que las importa aceptara exportar la versión argentina de los juguetes Lego.

Acuerdos inusuales como estos son cada vez más comunes en la tercera economía de América Latina, donde el Gobierno ha tomado todo tipo de medidas para proteger a la industria local, seriamente golpeada tras la aplicación de políticas de corte liberal en la década de 1990. Mientras que el Gobierno es muy claro respecto de sus objetivos, algunos de sus métodos no son tan transparentes. Suele encontrar maneras para restringir las importaciones, a veces alegando tecnicismos y luego busca negociar con las empresas afectadas.

Los acuerdos son anunciados como si fuesen completamente voluntarios y los directores de las empresas tienden a mantenerse callados para evitar represalias. El acuerdo de BMW para 2012 incluye la venta al exterior de autopartes, tapizados de cuero y arroz procesado. Otras automotrices exportarán vino y biocombustibles, ya sea a través de subsidiarias o asociándose con empresas locales.

La economía argentina creció exponencialmente desde la profunda crisis del 2001/2002, en parte gracias a un resurgimiento industrial. Las fábricas recuperaron su actividad de la mano de una devaluación del tipo de cambio en 2002, de mucha capacidad ociosa, de una fuerte demanda local y del vecino Brasil y también por políticas diseñadas para proteger a la industria doméstica.

Un crecimiento en el empleo que acompañó el auge económico ha fortalecido a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que se descuenta logrará su reelección. Pero analistas afirman que problemas en la estrategia económica del Gobierno, como una alta inflación y crédito insuficiente, podrían traer consecuencias en momentos en que las condiciones locales y globales empeoran.

«Lo que no ha habido en la Argentina en estos últimos diez años es una política hacia el sector industrial que trascienda el tipo de cambio», indicó Martín Schorr, sociólogo especializado en economía de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Schorr dijo que, pese a un discurso populista, el Gobierno continúa favoreciendo a industrias orientadas a la exportación, mayormente dominadas por grandes empresas extranjeras que dependen de sueldos baratos. «No sólo es que vos tenés poca política pública, sino que la poca política que hay profundiza el status quo», agregó. El peso viene perdiendo competitividad debido a que una alta inflación, que economistas estiman en 25% anual, lleva a una apreciación de la moneda en términos reales. Fuertes aumentos salariales y la depreciación de la moneda del principal socio comercial de la Argentina, Brasil, complicaron aún más la situación.

La inflación también ha generado un abaratamiento de las importaciones, haciendo menos viable la producción local y reduciendo el superávit comercial, un pilar de la política gubernamental desde el 2003. Ahora el Gobierno está frente al dilema de que si permite que el controlado tipo de cambio acelere el ritmo de depreciación, se arriesga a avivar la ya elevada inflación. El alza de precios ya desalienta los préstamos a largo plazo, algo que el Gobierno y analistas de todas ideologías dicen que es clave para promover mayor inversión en la industria.

La Presidenta enfrenta el desafío de combatir la inflación y restaurar la competitividad del tipo de cambio sin promover una mayor fuga de capitales, en momentos en que se intensifican los problemas económicos en el mundo. También deberá proteger los empleos locales para ser creíble y mantener la popularidad. Durante un discurso televisado, la jefa de Estado alzó de manera triunfal un teléfono BlackBerry, que fue ensamblado en Tierra del Fuego. «Miren, ¿saben qué es esto?: un BlackBerry, el primer BlackBerry que se fabrica en la República Argentina», señaló. «Me acuerdo que cuando adoptábamos instrumentos absolutamente legítimos para defender el trabajo y la producción nacional nos criticaban. Pero nosotros necesitamos gente que invierta en el país, que no sea solamente un mero introductor de mercaderías», agregó.

Las agresivas medidas para defender la industria argentina son parte del modelo que implementó el ex presidente Néstor Kirchner, quien llegó al poder en 2003. Es un modelo de alto crecimiento e inflación que incluye estímulos del Estado para la demanda doméstica con el objetivo de alentar la sustitución de importaciones y el crecimiento de la producción local. Las alzas en los precios de las exportaciones de granos ha suministrado un apoyo clave para esos objetivos.

La jefa de Estado no se disculpa por las políticas intervencionistas y recomienda el modelo del país a naciones desarrolladas golpeadas por la crisis financiera del 2008/2009. Algunos economistas ortodoxos argumentan que los países deberían enfocarse en desarrollar las áreas donde naturalmente tienen ventaja competitiva, porque si intentan expandirse más allá de eso se arriesgan a crear industrias locales costosas e ineficientes.

Defensores del Gobierno argentino están en desacuerdo con esa idea. «Todos los países que tienen mucho petróleo, mucho cobre, mucha tierra, y que se han resignado a ser exportadores de productos primarios, nunca salen del subdesarrollo», afirmó Aldo Ferrer, economista y embajador argentino en Francia. «Si toma el caso de Corea, de China, de todos estos países asiáticos que han crecido, lo han hecho sobre las bases de fuertes políticas industriales, movilización del ahorro interno y control de la macroeconomía», añadió.

El Gobierno tiene un plan industrial para la próxima década que busca crear 1,5 millones de nuevos empleos e incrementar fuertemente la producción de bienes de capital, maquinaria agrícola y software. Pero la inversión es limitada por los pobres niveles de crédito, que se incluyen entre los más bajos de América Latina. Muchas pequeñas empresas no califican para préstamos bancarios subsidiados por el Gobierno por los difíciles requisitos, y tanto los depósitos como los préstamos tienden a ser de corto plazo a causa de la inflación y de la historia volátil del país. «En los próximos años, Argentina tiene que crear un banco de desarrollo en serio, que esté bien fondeado, que arranque con recursos que provengan del presupuesto nacional, muy transparente», expuso Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica, citando al banco estatal de fomento de Brasil, Bndes, como ejemplo a seguir.

(Reuters)

loading...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *