Cómo son hoy los delincuentes jóvenes

El trabajo trazó el perfil de los ladrones precoces: suelen ser maltratados por su familia y extravertidos; la mayoría se droga Son chicos extravertidos de entre 16 y 18 años, últimos hijos entre varios hermanos, que dejaron el colegio y fueron objeto de maltratos en su familia.

En cada robo o hurto cometidos, el delito más usual, obtuvieron un botín que en promedio llega a los 1757 pesos y, a pesar de que el 70 por ciento de los chicos que roba consume drogas, no usan ese dinero para comprar drogas, sino ropa de marca y darse gustos, como salir a comer a un restaurante o ir a bailar.

Ese es el retrato de los muchachos de hasta 19 años que cometen delitos, según un estudio realizado en el centro Ricardo Núñez de formación para magistrados y empleados de los tribunales cordobeses.

El trabajo consistió en entrevistar a 108 chicos que ingresaron en los cuatro juzgados correccionales de menores de Córdoba, durante 2005. El estudio estuvo a cargo de Norberto Cosacov, doctor en psicología de la Universidad de Córdoba, y de Laura Lucía Crocce, licenciada en ciencias económicas.

«No hay estadísticas confiables y éstas pueden extrapolarse a la situación de los menores en conflicto con la ley penal en todo el país», explicó Cosacov a LA NACION.

La principal conclusión de las entrevistas, a las que accedió LA NACION, es que una suma de factores, que se encuentran entre los chicos estudiados, terminaron por inclinarlos hacia el delito. Entre ellos, hay circunstancias económicas, sociales, familiares y de personalidad.

Cuando comienzan a robar

La mayoría de los chicos estudiados, el 56 por ciento, tienen entre 16 y 18 años. Comienzan a delinquir a los 10 y a los 16 ya representan el 30 por ciento de los casos. Cosacov concluye que la juventud, a la hora de delinquir, se asocia con la falta de poder y la impaciencia que impera en ese momento de la vida. Además, en el 91 por ciento de los casos se trata de varones.

El desempleo, los sueldos deprimidos, las brechas sociales excesivas y la baja posibilidad de arresto o sentencia determinan la frecuencia del delito, según señala el trabajo, y revela que en las entrevistas se descubrió que el promedio de dinero o de bienes transformables en metal que obtuvieron los jóvenes ladrones fue de 1757 pesos.

«Si un arrebato puede lograr ganancias equivalentes al ahorro de medio año de trabajo, con las chances a favor de no será atrapado, la tentación gana terreno», concluye el estudio.

De hecho, el delito más frecuente entre los chicos estudiados es el robo con armas, el robo y el hurto.

Niños no deseados

Pero la economía no lo explica todo. Los investigadores cordobeses determinaron que el 31 por ciento de los jóvenes que habían delinquido sufrió o sufría hasta el momento del delito maltrato de su familia. «No existe mayor incentivo para un comportamiento antisocial que ser criado como un niño no deseado», señala Cosacov.

El orden del nacimiento en el grupo familiar es uno de los determinantes, según el trabajo. El 70 por ciento de los chicos estudiados provenía de una familia que tenía más de cuatro hijos.

Además, el 45 por ciento de los casos correspondía al menor de los hermanos o al penúltimo. Esto, según los autores del trabajo, puede relacionarse con que el primogénito es el hijo que tiene la mayor atención de los padres y los hijos menores son más influidos por sus hermanos.

De hecho, este trabajo reveló que un 25 por ciento dijo tener familiares con antecedentes y el 65 por ciento de las veces se trataba de su hermano o medio hermano. «Esto puede significar que la decisión de delinquir o no está más influida por los hermanos mayores que por los padres», afirma Cosacov.

Al estudiar la personalidad de los chicos, en la mayoría de los casos no se detectó ninguna patología asociada, aunque sí la presencia de una forma de ser extravertida. En el estudio, el número de extravertidos triplica el de los introvertidos.

La droga, mala compañera

En la muestra estudiada, el 70 por ciento de los chicos consumía algún tipo de droga. La que se da con mayor frecuencia es el alcohol, en forma de cerveza, fernet o vino. Le siguen la marihuana, las pastillas y los pegamentos.

Pero el 50 por ciento de los consumidores no se drogaba para cometer delitos. Lo hacía el 30 por ciento, al ingerir Rohypnol o Primun, hipnóticos que provocan amnesia retroactiva, y con ellos disminuye el efecto del estrés postraumático. Si se los combina con alcohol, provoca que el joven actúe ajeno a lo que sucede, como si le pasara a otro.

Pero, según las respuestas de los chicos, el botín no estaba destinado a comprar drogas, sino que la mayoría de los encuestados, el 72 por ciento, dijo que había robado para comprarse ropa de marca, darse gustos, como ir a comer a restaurantes o salir a bailar.

Los menos, el 35 por ciento, dijeron que parte de lo recaudado era para ayudar a su familia.

Por Hernán Cappiello
De la Redacción de LA NACION

loading...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *