MAR DE AJO.- Para el amante de una disciplina no hace falta un gran acontecimiento para sentir que disfrutó de un hecho singular. No requiere de situaciones formidables para sentir que gozó de un hecho que queda impreso en su memoria. De hecho, los hinchas de Chevrolet ayer se deleitaron por la victoria, pero más aún por ser testigos de una circunstancia que ya es un clásico del Turismo Carretera: la magnífica racha que protagoniza Guillermo Ortelli en Mar de Ajó, que sumó un nuevo triunfo, el sexto sobre 13 competencias disputadas aquí.
Para el aficionado que ayer estuvo bajo el apacible sol costero, la sensación fue de haber sido partícipe de una de las victorias del máximo representante de Chevrolet en un circuito que se utiliza sólo al comienzo del año y en el que se pretende esbozar el destino del incipiente campeonato. Por supuesto, de esos simpatizantes, quién se preguntará las pocas emociones que entregó la segunda fecha de la temporada, si la fascinación llegó de la mano del resultado mismo.
Ortelli alimentó la tradición en este lugar y cristalizó su condición de candidato al título. Sobre el asfalto se observó al Ortelli más auténtico, el que no se desespera, el que no se involucra en situaciones controvertidas, el que ejecuta con la frialdad y la certeza de un felino a su presa. La víctima fue Diego Aventin, que largó desde la vanguardia y aguantó hasta donde pudo: sólo seis giros. En esa vuelta, el Falcon se corrió y el ex campeón metió la trompa del Chevrolet para quedar mejor posicionado en la curva siguiente.
Desde allí, Ortelli administró el auto, los neumáticos -con especial dedicación- y la diferencia con Aventin. El testigo privilegiado de ese episodio fue Norberto Fontana, que con su Dodge mantuvo el tercer puesto de principio a fin, sin sufrir apuros de quienes ocuparon el cuarto puesto (Ponce de León y Patricio Di Palma), pero tampoco sin posibilidades de amenazar a los pilotos de punta.
La situación más alocada se vivió previamente, justo en el momento de la largada, ya que allí se cortó la energía eléctrica que alimentaba el sistema de semáforos y las luces se apagaron en el preciso momento en el que los autos transitaban por la recta principal. Los de atrás aceleraron a fondo en medio de la confusión, mientras que los punteros, sorprendidos, fueron esquivados por fortuna hasta que se desplegó la insignia roja.
A la vieja usanza, se reemplazó el semáforo por la bandera argentina, que dio vía libre a la velocidad, aunque de 25 vueltas se acortó a 23. Adelante no se vivieron situaciones emocionantes. El único que se destacó fue Patricio Di Palma (Torino), que escaló del 8° al 4° puesto.
La mejor maniobra fue la que protagonizaron Gabriel Ponce de León y Juan Manuel Silva. Aquel se defendió del ataque de Silva en la vuelta 22. Ambos, al límite, se esforzaron a máximo por quedar quinto. Finalmente, el piloto de Junín mantuvo su lugar, aunque el intento del chaqueño mereció los aplausos del público.
Matías Rossi, que acababa de vivir su carrera soñada en el TC 2000 en Buenos Aires, también dio muestras de su talento, a largar 17° y llegar 10°, mientras que Jonatán Castellano, hijo de Oscar «Pincho», se mostró sólido y arribó 12°.
Guillermo Ortelli alimentó la tradición de ganar en Mar de Ajó. A esta altura, con 6 triunfos sobre 13 pruebas en este lugar, no se puede hablar de coincidencias. Aunque parezca apresurado cuando restan todavía 14 finales, el piloto de Chevrolet agiganta su imagen de candidato al título. Por lo pronto, se encarga de nutrir su superioridad en la pista costera.
Por Roberto Berasategui
Enviado especial