Los roedores y la salud humana

Los seres humanos hemos multiplicado el consumo a lo largo de la historia, y al mismo tiempo nuestra capacidad de generar residuos. En esta sociedad de consumo, la tendencia a adquirir cosas nuevas y desechar otras en forma constante domina nuestro comportamiento. Al mismo tiempo, el crecimiento urbano, con grandes concentraciones de consumidores que reciben alimentos y productos de diversos orígenes, lleva consigo el problema de los desechos que esa misma cultura consumista genera. El actual incremento exponencial de la producción de residuos sólidos se debe tanto al crecimiento de la población como al aumento de la tasa de producción por habitante. El mayor problema de la basura es su acumulación, ya que su devolución al lugar de origen no parece viable en términos económicos. Esta acumulación, favorece la proliferación de roedores, por lo que describiremos las características de estos animales y las enfermedades que ellos transmiten al hombre

Roedor es el nombre genérico de determinados mamíferos, cuya característica principal es la dentición, ya que tienen un único par de incisivos en cada mandíbula; éstos son anchos, curvados o semicirculares, tienen el extremo terminado en un borde afilado, a modo de cincel y el animal los utiliza para roer. Tanto los labios como los incisivos forman un mecanismo de utilidad muy diversa, ya que no sólo se emplean para recoger el alimento, sino también para construir nidos o excavar madrigueras. Dentro de los roedores hay más de 400 géneros y unas 2.000 especies. Están adaptados a vivir en todo tipo de hábitats terrestres y de agua dulce, pues no hay roedores marinos, y están distribuidos por todo el mundo, ya que el ser humano también los introdujo en lugares donde no vivían de forma natural. Son animales muy prolíficos, llegando a tener algunas especies entre 8 a 10 crías en cada camada, siendo la duración de la gestación de 21 a 23 días; algunos roedores constituyen serias plagas para las cosechas y los almacenes de grano. Otras especies, como la rata gris y la rata negra, participan en la transmisión de enfermedades. Las variedades albinas de ratas y ratones han sido de gran importancia para la investigación científica como animales de laboratorio, mientras que los hamsters y los conejillos de indias son mascotas muy conocidas en todo el mundo.

ENFERMEDADES TRANSMITIDAS POR ROEDORES

Leptospirosis
Es una enfermedad producida por bacterias del género leptospira, entre las que se encuentran alrededor de 150 variedades (no todas son patógenas). Ataca a diferentes especies animales y al hombre. Los principales órganos afectados son el hígado y los riñones. Los síntomas son: fiebre, decaimiento, erupciones cutáneas, cefaleas, la orina cambia de color haciéndose más oscura y hasta hemorrágica. En algunas especies animales pueden producirse abortos. Puede presentarse ictericia (color amarillento de la piel) y en ocasiones meningitis (inflamación de las meninges). Si no se trata a tiempo puede ser mortal. Las principales fuentes de infección, son las aguas contaminadas y los basurales. Los perros y las ratas enfermos, eliminan en forma esporádica las leptospiras por orina, actuando como principales diseminadores de la enfermedad. La prevención consiste en la higiene tanto personal como urbana, que permita el control de roedores y la erradicación de basurales clandestinos, sobre todo aquellos que están cerca de cursos de agua o que son de fácil encharcamiento. Asimismo deben erradicarse los caninos callejeros y vacunarse aquellos que tengan dueño. Recordar siempre que estos microorganismos permanecen durante mucho tiempo en aguas superficiales.

Triquinosis
Es una enfermedad parasitaria, producida por un nematodo denominado Trichinella spiralis. Ataca probablemente a todos los mamíferos y puede ser transmitida al hombre. La infección ocurre generalmente por ingestión de larvas enquistadas en los músculos, éstas se liberan en el estómago y maduran en el intestino delgado. Al cabo de una semana aproximadamente, después de la reproducción, comienzan a liberar larvas vivas; las lombrices maduras mueren y las larvas migran al músculo, donde se enquistan, y así permanecen hasta que son ingeridas por otro animal u hombre, comenzando nuevamente el ciclo.

En las infecciones severas, que causan enfermedad y a veces muerte, se reconocen tres etapas:

etapa intestinal, que comienza a las 24 horas después de su ingesta y continúa durante la primer semana. Los síntomas son: diarrea, náuseas, vómitos, fiebre moderada y dolor abdominal.

etapa de invasión muscular: hay falta de apetito, adelgazamiento extremo, dolores musculares, dificultad para respirar, edema y fiebre moderada. Los músculos invadidos están tensos, duros, hinchados, dolorosos, especialmente los músculos respiratorios y deglutorios, pudiéndose producir la muerte en esta etapa.

Convalecencia, comienza 4-6 semanas post-ingestión. Suelen desaparecer los síntomas, aunque en las infecciones severas, puede observarse endurecimiento muscular, trastornos neurológicos, debilidad cardíaca, nefritis o trastornos respiratorios.

La principal fuente de infección es la ingestión de carne cruda o mal cocinada o en salazones y fiambres. Para el hombre la principal causa, aunque no la única, de infección son las carnes y chacinados de cerdos y la mejor manera de protegerse es NO consumir estos productos si no están debidamente analizados por el método de digestión enzimática, que es el método más seguro hasta el momento; o que tengan los sellos que garantizan su revisación por los organismos competentes. Para los criadores de porcinos el punto principal es no darle carnes crudas a los animales y evitar la entrada de roedores al establecimiento. Otras especies de la fauna silvestre también pueden ser portadoras de triquinas, por ejemplo, el puma o león americano y el piche.

Peste bubónica
Esta enfermedad es producida por una bacteria denominada Yersinia pestis o Pasturella pestis. Fundamentalmente es una enfermedad de ratas y roedores, los seres humanos son considerados huéspedes accidentales. Existe una forma bubónica y otra neumónica de la enfermedad. Bubos es el nombre con que se denominan los ganglios linfáticos infectados. La forma bubónica puede dar paso a la forma neumónica (respiratoria) que es muy contagiosa y suele ser mortal si no se trata. Las moscas transmiten y diseminan la enfermedad.
El control se basa en la higiene, el control de moscas y roedores, y un manejo urbano y/o rural adecuado de la basura.

Hantavirus
El hantavirus es transmitido por el ratón colilargo. Algunos de estos roedores son portadores del virus.
El contagio se produce principalmente al aspirar pequeñas partículas que contienen el virus, eliminadas por el ratón colilargo al orinar, defecar o salivar. En menor proporción, el hantavirus puede contagiarse a través de los ojos y por una herida en la piel. En recientes estudios epidemiológicos, se sugiere la posibilidad de transmisión interhumana.
Los síntomas son: fiebre, cansancio, dolores musculares, vómitos y tos, y puede presentarse una grave alteración en la oxigenación de los pulmones si se complica con un cuadro gripal. Cuando la infección no se trata a tiempo, se observa una grave disfunción respiratoria.

Fiebre Hemorrágica Argentina
Es una enfermedad infecciosa que afecta especialmente a las poblaciones rurales de las zonas cerealeras de nuestro país, donde se acostumbra a llamarla «mal de los rastrojos». Ataca en especial a los varones adultos, pues ellos son los que se dedican con preferencia a las tareas de cosecha, pero también afecta a los animales y de ellos es transmitida al hombre.
El agente etiológico es un virus que se aisló en 1958 en la sangre de los enfermos y fue designado con el nombre de virus Junín, por haber sido esta ciudad bonaerense unos de los focos iniciales más importantes de la enfermedad. Se encuentra además en los roedores silvestres que abundan en los maizales y que constituyen los reservorios naturales del virus. También se lo ha hallado en los roedores domésticos que invaden frecuentemente los galpones y estaciones de ferrocarril. Todos ellos eliminan el virus por la orina, las deyecciones y las secreciones faríngeas, con las que contaminan los rastrojos.
Forma de contagio: Los nidos de los roedores están llenos de partículas con virus; cuando las máquinas agrícolas destruyen los refugios y matan los roedores, quedan contaminadas con los virus. Al tocar el hombre esas superficies contaminadas y llevar luego sus manos a los ojos, boca o nariz, se produce el contagio. Los primeros signos y síntomas son semejantes a los de la gripe: fiebre, cansancio, falta de fuerzas; todos aumentan progresivamente hasta que el enfermo no puede mantenerse en pie. También hay alteraciones digestivas: náuseas, vómitos y mal aliento (halitosis).
La enfermedad se manifiesta de dos formas: la más común es la vascular, caracterizada por hemorragias nasales, gingivales, gástricas e intestinales, que dan el nombre a la enfermedad. En la otra forma, llamada nerviosa, el individuo afectado presenta insomnio, temblores, convulsiones y delirios.
En los casos más graves la fiebre hemorrágica ocasiona la muerte; otras veces se cura, pero deja secuelas por algunos meses, que incluyen debilidad, cansancio y depresiones.

Medidas preventivas

En la lucha contra la proliferación de los roedores son varios los frentes de batalla, que es necesario mantener en forma permanente.
El primero incluye medidas de protección a partir del hombre entre las que figuran por ejemplo:

Usar ropa de trabajo y calzado adecuado

Proteger las manos durante el trabajo mediante el uso de guantes

Lavarse cuidadosamente las manos antes de comer y al finalizar la labor diaria.
No comer en los lugares en los que existan roedores.

Evitar acostarse sobre el suelo o sobre bolsas.

También son necesarias medidas de protección a partir del ambiente, tales como:

Limpiar de malezas las cercanías de la vivienda y mantener la leña ordenada y alejada de ésta para evitar la proximidad de los roedores.

No arrojar basura y desperdicios en zanjas, baldíos, ni en terrenos próximos a las viviendas. Si se entierran residuos orgánicos, hacerlo a más de 30 cm de profundidad.

Recoger y eliminar las basuras que pudieran atraer a los roedores, para lo cual se aconseja quemarla o enterrarlas en pozos hondos y bien tapados.

Cuidar la higiene de la vivienda y sus alrededores en forma permanente.

Ventilar bien los ambientes durante el día y dejar que el sol acceda a los mismos.

Eliminar los rastrojos en los momentos iniciales de su producción para impedir que en ellos se refugien los roedores. Pastorear la zona de rastrojo para impedir la acción de los roedores.

Reducir el uso de insecticidas organoclorados que no sólo dañan a los roedores, sino también a las aves predadoras. Al ser ingeridos por éstas, actúan sobre el metabolismo del calcio y hacen más frágil la cáscara de los huevos, que se rompen con facilidad cuando son empollados . De esta manera disminuye el número de individuos de las poblaciones de aves.

Repoblar la región con aves predadoras para establecer el equilibrio perdido.

El tercer frente de lucha está destinado a la eliminación de los roedores: para ellos se aconseja:

Guardar todo tipo de alimentos (tanto de uso humano como para animales) en recipientes de vidrio o plástico grueso y herméticamente cerrados, colocados a más de 50 cm del suelo

No proporcionarles sitios que puedan servirles de refugio: eliminar yuyos cercanos a las viviendas, evitar amontonamientos de leña, escombros, maderas y materiales diversos en galpones, sótanos, altillos y gallineros, tapar agujeros de pisos, paredes y techos a través de los cuales puedan deslizarse.

Luchar contra ellos con medios mecánicos (cebos tóxicos mezclados con sus alimentos preferidos) y biológicos (protección de sus enemigos naturales: lechuzas, chimangos, halcones, gatos, perros y hurones)

Como se podrá apreciar hay una amplia gama de enfermedades que los roedores transmiten al ser humano. Es importante que tomemos conciencia de la necesidad de cambiar nuestros hábitos consumistas, como así también de nuestra falta de preocupación por el destino de la basura que generamos. Con el aporte de cada uno de nosotros podremos combatir la proliferación de estos animales y prevenir las enfermedades que afectan a la salud humana.

Bibliografía:
Manual Merck de Veterinaria. 5º Edición.
Educación para la Salud. M. Dutey, S. Nocetti. Editorial Huemul 1995
Enciclopedia Encarta(r) 99.
Enciclopedia Visual Clarín. Tomo II. Editorial Altea. 1993

Diseño y elaboración: Méd. Vet. Rubén Martínez, Méd. Vet. Marcela Leybor, Ing. Luis Salazar. Consejo Agrario Provincial.

loading...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *