la delicadeza de la censura

Una entrevista a la sociológa Maristella Svampa acerca de cómo superar la fractura social heredada de la dictadura terminó desaparecida de la edición del diario El Tribuno. Los detalles son revelados aquí en esta carta escrita por Svampa y en la increíble respuesta que recibió del periodista Francisco Sotelo, jefe de la corresponsalía de ese diario en Buenos Aires. Aquí, la saga completa.

La socióloga Maristella Svampa escribió esta carta donde relata lo sucedido a partir del pedido de entrevista que le efectuara la corresponsalía porteña del diario El Tribuno de Salta:

El día 23 de marzo recibí un llamado de Juan Pablo de Santis, corresponsal de El Tribuno de Salta en la ciudad de Buenos Aires, quien dijo que había leído el

artículo que escribí en Ñ, publicado el 18 de marzo, en el suplemento especial por los 30 años del golpe de Estado y que por ello estaba interesado en hacerme

algunas preguntas, cuyas respuestas saldrían publicadas el domingo 26 de marzo en El Tribuno.

El periodista dijo que las preguntas abordarían la temática del impacto social de la dictadura y su expresión en la sociedad argentina. Más aún, lo que

les interesaba era reflexionar sobre la «fractura social» y cómo superarla. Pese a que inmediatamente expresé cuán negativa era mi opinión sobre el diario

de pertenencia del gobernador Romero, el periodista insistió en contar con mi colaboración, aduciendo que no veía de que manera este dato que yo sacaba a

relucir podía repercutir en la libertad de expresión y publicación. Después de todo, agregó, no entendía porqué me preocupaba, si yo no era un político, sino

una socióloga de la academia (sic). Entonces solicité dos cosas: primero, responder por escrito (y no telefónicamente) a las preguntas que me hicieran;

segundo, hacer referencias a la situación de Salta.

-El periodista dijo que consultaría con el editor responsable en Buenos Aires (presumo que es F.Sotelo) y dos horas más tarde, me comunicó que éste estaba de acuerdo.

-En la mañana del 24 de marzo envié el mail con las respuestas. Hacia las 14 horas recibí un nuevo llamado del corresponsal De Santis expresando su agradecimiento y satisfacción por las respuestas. Además, agregó que ya había consultado con el editor responsable en Buenos Aires (F.Sotelo) y que éste había manifestado su acuerdo, pues nuevamente no se trataba de «opiniones políticas» que pudieran «molestar» al gobierno salteño, sino de la visión de una académica sobre la sociedad salteña. Asimismo, el periodista consideró positivo que yo hiciera referencia a mi conocimiento personal de la realidad salteña. Para finalizar, me pidió una fotografía, pues mi nota iría como un reportaje, acompañada por las declaraciones de otro sociólogo, Emilio de Ipola. Por último, volvimos a

acordar con el periodista que mis opiniones serían respetadas y que ante cualquier propuesta de recorte del reportaje (muy especialmente, ahí donde hacía referencia a Salta) lo consultarían conmigo.

-Aclaro que solo una de las tres preguntas hacía referencia a Salta, y hacía hincapié en las fracturas sociales observables en la sociedad salteña.

-El reportaje no salió el domingo 26 de marzo, tal como estaba previsto. El lunes envié un pedido de explicación al periodista, pero recién recibí respuesta luego de mi segundo mensaje, un día después, y el que me respondió esta vez fue el responsable de la corresponsalía de Buenos Aires de El Tribuno, F.

Sotelo.

Respuesta de Sotelo, jefe de la corresponsalía de Buenos Aires:

Sra. Maristella Svampa:
Ante su pregunta sobre una eventual censura a sus opiniones, le hago saber que la censura es la acción del Estado sobre los medios privados de comunicación para impedir la publicación de determinadas noticias. Este no es, entonces, un caso de esas características.
La tarea del editor, en cambio, es la de seleccionar la información y la opinión que, con criterio y delicadeza, considera merecedora de ser publicada en virtud del aporte que, a su leal entender, pueda hacer al interés del lector.
Además, no es nuestra costumbre publicar declaraciones eventualmente irritativas para algún sector de la sociedad argentina o de cualquier nacionalidad. En su caso, no se trata de una opinión de carácter institucional ni de una información de ese carácter, sino de una consideración personal, que estimo poco fundamentada y que considero errónea.

Atentamente
Francisco Sotelo
Jefe de la corresponsalía Buenos Aires»

Las preguntas y las respuestas

Estas son las consultas y respuestas que el criterio y delicadeza de El Tribuno omitieron. Al margen del interés de su contenido, lavaca las publica para que los salteños conozcan qué se les censura. Por otra parte permiten inferir la opinión que El Tribuno tiene de sus lectores.

Estimada Maristella:
Como le dije, estamos haciendo un informe, consultando especialistas en tanto a «cómo superar la fractura social» en Argentina. De acuerdo a la charla que mantuvimos telefónicamente, deseamos consultarla a Ud. para tener su opinión desde el punto de vista sociológico.

Saludos cordiales,
Juan Pablo De Santis
El Tribuno. Corresponsalía Buenos Aires.

PREGUNTAS

1. ¿Cuáles son los principales elementos que componen o propician fracturas entre sectores sociales? ¿Qué sector, a su entender, sufrió en mayor medida este proceso?

2. ¿Cómo repercute el desencanto por la política de la posmodernidad en la construcción de alternativas sociales y nuevos sociales? ¿Qué piensa que se ha hecho desde la política actual (Presidente, Gobernadores, Intendentes, Legisladores…) en este sentido?

3. La disminución de poder económico y de influencia de la clase media, ¿en qué dimensión constituyó un cambio en los esquemas de construcción de poder político y social?

RESPUESTAS

1) Hay elementos de índole estructural que arrancan en 1976, con la dictadura militar, pero se consolidan en los años 90, durante la década menemista, que impulsaron la fractura y la desconexión entre diferentes grupos sociales. Primero, al interior de las clases trabajadoras, a partir del avance de la precarización y del desempleo, lo que desembocó en un fuerte proceso de empobrecimiento, de territorialización y marginalidad del mundo popular. Estas mutaciones favorecieron la desconexión entre las nuevas clases populares y las fragmentadas clases medias, cada vez más replegadas en el espacio privado y las estrategias individualistas del «sálvese quien pueda». Sin duda, los que más han sufrido la fractura son los sectores recientemente excluidos del mundo del trabajo, sacrificados en nombre de un supuesto modelo de modernización que sólo condujo a la inclusión y salvación de una minoría. Estas fracturas dibujan fronteras emblemáticas: por ejemplo, la que se enuncia entre la ciudad rica y cosmopolita de Buenos Aires y el Conurbano desindustrializado y empobrecido. En la provincia de Salta, esto es ilustrado por la distancia profunda que se establece entre la señorial y oligárquica ciudad capital, y los departamentos petroleros, convertidos en enclaves de exportación y lugar de residencia de los excluidos, los desocupados. No olvidemos que Salta es la cuna del movimiento piquetero. Pese a todos los intentos que estas organizaciones han hecho para volver a incorporarse al mundo del trabajo (intensas labores comunitarias, reclamos a las empresas multinacionales, demandas al Estado), hasta el día de hoy, los piqueteros salteños han sido incomprendidos, despreciados y criminalizados no sólo por el gobierno provincial, sino por una gran parte de la sociedad salteña. Conozco Salta, por haber dictado cursos en la Universidad y hecho investigaciones en General Mosconi. Y les aseguro que la indiferencia y el desprecio de los sectores incluidos hacia los desocupados es mucho más marcado que en otras provincias. Y es algo que a 30 años del golpe de Estado, y viendo los efectos de la estrategia neoliberal sobre la economía y la sociedad argentina, los salteños deberían revisar.

2) Hay dos maneras de responder a esa pregunta. Por un lado, es cierto que hubo un repliegue sobre el espacio privado, sobre todo, de partes de las clases medias urbanas. En los ´90 esto tuvo su correlato en la inclinación a desarrollar nuevas formas de inclusión identitaria a través de los consumos (musicales, vestimentarios, culturales, etc.). Por otro lado, hay que destacar que en las últimas décadas han surgido nuevos espacios de politicidad y de resistencia, que marcan una fuerte disociación entre la política institucional (partidos, dirigentes) y las nuevas formas de auto-organización (movimientos y organizaciones sociales), que impulsan formas no institucionales de la política (acción directa, labor territorial, democracia asamblearia). Las movilizaciones del 2002 son un ejemplo de ello. Desde la política actual se ha hecho poco y nada por llevar a cabo una verdadera reforma política, incorporando las demandas de democracia directa y participativa. En realidad, se ha fomentado una figura de la democracia muy restrictiva: la democracia delegativa, que asegura la continuidad de la impunidad y los privilegios de la minoría gobernante.

3) No hay que olvidar que las clases medias han sido consideradas como un rasgo típico de la estructura social argentina y como un factor de integración en los sucesivos modelos de integración social. La consolidación de un modelo de sociedad excluyente marcó el final de una gran expectativa, que atravesó los años 60 y 70, y se expresó en la posibilidad de que las clases medias se pensaran como un actor articulador, como un agente integrador de la vida política y social, por la vía de la asociación con los sectores populares. En la actualidad, ésta aparece debilitada en su capacidad de acción histórica, fragmentada en términos sociales y económicos, manipulada en sus prejuicios sociales y raciales por los formadores de opinión pública. En este sentido, no sorprende que vastos sectores de las clases medias fomenten hoy los actuales esquemas de poder. Pero esto está siempre sujeto a vaivenes históricos y a cambios de escenario políticos. Por ello, el tema es complejo, pues las clases medias son también capaces de grandes gestos de impugnación del poder (ellas saben que todavía poseen un poder de veto y de destitución), así como de gran solidaridad con los sectores desprotegidos en épocas de crisis. En fin, recordemos que en los últimos 30 años lo que ha cambiado en la Argentina es la distribución del poder social y por ende, la manera en que cada grupo social se piensa y se figura su destino en el país. En este sentido, las clases medias han dejado de verse como un actor articulador, aún si en ciertas coyunturas de crisis, pueden recuperar su capacidad de acción y verse así como actores reales del cambio histórico.

Fuente: Lavaca.org

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