Comisión de Libertad de Expresión

H. Cámara de Diputados de la Nación Argentina Buenos Aires, 29 de Marzo de 2006.- La Comisión de Libertad de Expresión realizará su reunión de tablas el día jueves 30 de marzo del corriente año, a las 12:30 horas. En dicha oportunidad se tratará el siguiente temario: * Análisis de los expedientes ingresados a la Comisión; * Solicitar informes al Poder Ejecutivo sobre el cumplimiento de las normas establecidas en las pautas para el control de los contenidos de radiodifusión. (Expte. Nro. 4.402-D.-05 – Autores: Diputado Lovaglio Saravia y otros) * Expresar beneplácito por el centésimo noveno aniversario del periódico La Unión, de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. (Expte. Nro. 765-D.-06 – Autor: Diputado Tomaz.) * Audiencias Públicas sobre un nuevo régimen de radiodifusión. Organización. La misma se llevará a cabo en Riobamba 25 piso 2do. Sala Nro. 3 del edificio anexo de Diputados «Dr. Juan C. Pugliese», ciudad autónoma de Buenos Aires.

Expte. Nro. 4402-D.-05

PROYECTO DE DECLARACIÓN

La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA

Solicitar al Poder Ejecutivo Nacional, que a través del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) informe:

1) Si se cumplen las normas establecidas en el Acta de Compromiso suscripto en el año 2000 por Autoridades Nacionales, Asociación de Radiodifusoras Privadas, y otras asociaciones de televisión, tales como ATA, ATVC CAPIT, y otras, en donde se establecían pautas para el control de los contenidos de radiodifusión, tales como: la violencia extrema, la discriminación de toda índole, la obscenidad y que los programas calificados como “aptos para mayores de 18 años” no deberían exhibirse ni antes ni después de las 22.

2) Si existe alguna comisión de seguimiento, encargada de evaluar el cumplimiento de lo establecido en tal Acta de Compromiso.

3) Qué medidas se están tomando para eliminar la llamada “Televisión Basura”, que pervierte la sensibilidad moral de las personas, particularmente de los más jóvenes; que representa lo que es soez y degradante con un aspecto atractivo, y exhibe programas que atentan contra los valores familiares, fomentan la violencia, el consumo de drogas, el egoísmo y hedonismos extremos y la falta de respeto a la ley.

4) Si existen grados de responsabilidad establecidos por los medios, los anunciantes y los productores, sobre quienes el COMFER es responsable de su regulación. Si la respuesta es positiva, cómo se hace efectiva tal responsabilidad.

5) Y si las empresas de radio y televisión privadas han establecido algún régimen de regulación o autorregulación al efecto.

AUTORES: Antonio Saravia – Hugo Perié – Guillermo de la Barrera – Susana Díaz – Mónica Kuney – Eduardo de Bernardi – Susana Llambí

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Con profunda preocupación observamos el progresivo empobrecimiento, degradación y atrofia del lenguaje que se utiliza a diario en radio y televisión. De las 600 palabras que los argentinos utilizábamos en promedio en el habla coloquial, pasamos al uso de 250, con el agravante que en muchos casos ahora hay quienes utilizan menos de 100.

Aparte de la pobreza de vocabulario, del progresivo deterioro del estilo coloquial y de numerosas incorrecciones, es notorio el avance de la vulgaridad a expensas del lenguaje limpio, claro y llano. Esto se percibe en la más intensa y mayor circulación de palabras obscenas y procaces. De la tendencia acotar el uso de esas palabras a determinados programas y horarios para adultos, se ha pasado a su empleo ilimitado, generalizado y abusivo, invadiendo todo tipo de programas y de horarios.

Si el lenguaje hace no sólo a la calidad de la comunicación, sino a una mejor convivencia y mejor calidad de vida, su degradación está destinada a tener un impacto negativo no sólo sobre la moral y la cultura media de nuestra sociedad, sino también sobre la jerarquía de las condiciones de existencia y de relaciones. La palabra, afirmó un filósofo contemporáneo, “es la casa del ser”.

El lenguaje llano y coloquial de casi obligado uso en los medios masivos, no puede ser confundido con la vulgaridad, el mal gusto y la procacidad que deterioran el ya pobre nivel de calidad del habla cotidiana de nuestros conciudadanos y, en particular, de los más jóvenes que son más vulnerables a ese tipo de lenguaje, a la erotización, a la incitación a cometer delitos y a la violencia.

No se trata de abogar por una pureza o un puritanismo del lenguaje que desconozca expresiones incorporadas al habla coloquial y que ignorar que el lenguaje es una elaboración social. Pero tampoco podemos ignorar que el lenguaje está al servicio de la vida social y que el envilecimiento del habla suele ser un factor que erosiona esa vida social.

La autonomía de los medios y la libertad de expresión no pueden construirse sobre la falta de su ejercicio responsable y sobre la negación de aquellos valores que consagra y protege nuestra Constitución.

Es hora pues de tomar conciencia de que hablar mal revela que se piensa mal. Que hay defecto no sólo en la formación de las estructuras propias de la lengua y penuria de léxico, sino también pobreza de ideas: deficiencia en la información, ignorancia de los problemas reales actuales y previsibles para el futuro, carencia de valores.

Nos referimos, por cierto, a valores laicos y consensuados en nuestra Constitución Nacional, tales como el respeto a ley y a la vida humana, la honestidad, el respeto a todas las personas y su intimidad, el trato equitativo hacia ellas, la tolerancia, la solidaridad, el rechazo de toda forma de violencia, la construcción de una convivencia pacífica, el cuidado de la naturaleza, del medio ambiente y de los espacios comunes, la apertura a la dimensión universal de la cultura, el compromiso con los derechos humanos y otros.

Los programas de radio y televisión en nuestro país presenta con alarmante frecuencia ese tipo de fallas. Argumentar que estos fenómenos son producto de una tendencia mundial en la que estamos sumergidos, es eludir abordar los rasgos específicos y acentuados que asume en la argentina tal tendencia.

Pareciera que el lenguaje, que es por así decirlo su materia prima, merece escasa o nula consideración. El abaratamiento del producto que se ofrece está directamente relacionado con la tendencia a minimizar costos a expensas de la calidad de ese producto. No se trata, como pretenden sus defensores, del lenguaje del pueblo, porque el pueblo mejora y no envilece la lengua. Tampoco se puede equiparar el lenguaje democrático o, más bien, el uso de la lengua en una democracia con la procacidad, el mal gusto y la chabacanería. Una democracia que se precie de tal contribuye a mejorar el lenguaje, pero no a su deterioro; procura nivelar para arriba no para abajo.

En esta materia, la libertad no consiste en abrir las compuertas al mal gusto, al deliberado desaliño ni al hacer lo que se nos de la gana. La lengua, dice Manuel Alvar, se nos presenta como ese código imprescindible para establecer la comunicación entre los hombres. Por eso, “poseer una lengua no es estar emparedados en unas celdas que nos aprisionan, sino disponer de una clave para descubrir la luz. Sin lengua seríamos cualquier cosa, menos hombres”. “Poseer la facultad de comunicación es ser dueños de una infinita libertad”, añade.

La degradación del lenguaje no ensancha nuestras libertades sino que las recorta, condenándonos a las sórdidas celdas de la tosquedad, del mal gusto y de lo indecoroso. En los países con democracias más antiguas, la protección de la libertad de los medios no excluye la prohibición de poner en el aire material “indecente” y “obsceno”, conceptos que han sido revisados y actualizados en mucha de la legislación extranjera.

Por otra parte la ausencia de criterios sólidamente fundados para la selección de contenidos y de exigencia de calidad en toda la línea de creación, producción y ejecución, pareciera sugerir que se busca el éxito aún a costa de ignorar cualquier tipo de valores. Los altos niveles de audiencia obtenidos en muchos países por programas de calidad, desmiente una supuesta contradicción entre buen gusto y jerarquía artística, por una parte, y buena aceptación por otra.

Señor Presidente: este proyecto se refiere a la llamada “Telebasura” –con su versión también en el medio radial- en la que se utilizan sin escrúpulos cualquier tipo de recursos que elevan la audiencia, aunque ello se logre a costa de la degradación de las personas implicadas, tanto de los protagonistas, los conductores y otros profesionales, como del público al que se trata de conquistar. Porque hay que decirlo: estas prácticas atentan contra quienes producen los programas, como contra quienes los reciben.

El daño que producen los programas basura es múltiple. Además de atropellar los valores en que se funda la convivencia, renuncian a una de sus funciones principales que es la de operar como agentes educativos no formales en todas las edades y en todos los medios, como formadores de opinión y como agentes culturales –tanto como productores de ciertas obras de arte, como difusores de obras y parámetros de calidad, como formadores del espectador y, eventualmente, como facilitadores de acceso masivo a algunas manifestaciones que habitualmente lo limitan-. Por otra parte, al establecer el criterio del “todo vale”, generan y refuerzan una profunda distorsión en el mercado y las prácticas laborales del sector.

En efecto, la producción de programas de baja calidad artística, lenguaje pobre e incorrecto, vacíos de valores o, lo que es peor, difusores de disvalores, atenta no sólo contra los criterios éticos que la sociedad admite como vigentes, sino también contra la conservación, transmisión y elevación de la cultura común y contra el rol que les cabe a los medios en el desarrollo humano del país.

Muchos países como España, Italia y otros, están tomando medidas ante situaciones semejantes. En nuestro país, resulta digna de apoyo la iniciativa del Fondo Nacional de las Artes que ha invitado a distintas entidades tales como la Academia Argentina de Letras, la Academia Nacional de Educación, la Asociación Argentina de Autores y Compositores, y la Sociedad Argentina de Escritores, a trabajar en conjunto para evitar que se siga acentuando la progresiva degradación del lenguaje que se utiliza a diario en televisión y en radio. Asimismo exhorta a quienes tengan alguna responsabilidad en la conducción u organización de los medios, a tomar en cuenta estas opiniones.

La Liga de Amas de Casa y distintas asociaciones de consumidores y usuarios, por su parte, también están realizando una cruzada a favor de la familia y en contra de la televisión basura. Reúnen el empeño de 450.900 amas de casa con el objetivo de oponerse decididamente a todos los programas que atentan contra la moral familiar, y proponen persuadir a cada consumidor para que no compren los servicios o los productos que ofrecen en esos programas televisivos las empresas auspiciantes; consideran que, tal vez por falta de apoyo publicitario, los programas terminen siendo levantados.

Estas organizaciones que representan a un importante sector de televidentes, hacen un severo llamado de atención a los que educan, tanto desde los establecimientos de enseñanza como desde los medios de comunicación masiva; al gobierno, a quienes legislamos, a los que administran justicia; a todos, en fin, desde el lugar que ocupemos en esta sociedad, para que intervengamos interpretando al conjunto de la sociedad, que de diferentes maneras nos insta a ello.

Cuidar el lenguaje de los mensajes públicos de los medios es una forma de empezar a cuidar su contenido y su forma, a fin de que no se desvirtúen su misión social sino que sirvan positivamente para alcanzar mejores niveles de educación, la más alta calidad en la difusión de nuestra cultura, y mejores registros de desarrollo humano.

El deterioro de nuestra calidad educativa y, dentro de ella, el bajo interés por la lectura (en la Argentina se lee menos de un libro por habitante por año) están relacionados con este desprecio por la lengua y por los contenidos de esos medios. Si seguimos por ese camino, “no tenemos salida” acaba de decir en estos días el presidente de la Academia Argentina de Letras, doctor Pedro Barcia. “La única alternativa es tomar medidas desde los gobiernos nacionales y provinciales”, añadió.

Como representantes del pueblo de la Nación, es parte de nuestra responsabilidad velar por el cumplimiento de los arriba mencionados acuerdos.

Solicitar el informe pertinente al COMFER atañe al ejercicio de tal responsabilidad, por lo que solicito a mis pares la aprobación de este proyecto.

AUTORES: Antonio Saravia – Hugo Perié – Guillermo de la Barrera – Susana Díaz – Mónica Kuney – Eduardo de Bernardi – Susana Llambí

La Cámara de Diputados de la Nación, etc…

DECLARA

Su beneplácito por el centésimo noveno aniversario del diario “LA UNIÓN”, periódico regional del Partido de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires.-

AUTORA: Adriana Tomaz

FUNDAMENTOS

SR PRESIDENTE:

El diario “LA UNIÓN”, periódico regional del Partido de Lomas de Zamora, nació en el año 1897.- Su primer ejemplar fue impreso el día 6 de marzo de ese año, en formato sábana y con tan solo cuatro páginas.- Desde sus inicios y hasta la actualidad, el periódico se caracterizó por su compromiso con los intereses de la comunidad, no solo de Lomas de Zamora sino también de municipios vecinos como Alte. Brown y Esteban Echeverría, reflejando a través de sus páginas las necesidades primordiales de los mismos.-

Poco a poco, con el esfuerzo y dedicación de sus directivos, periodistas y empleados fue creciendo, incorporando páginas, colores y secciones hasta ser lo que hoy representa, uno de los diarios con mayor importancia que se publica y distribuye en el sur del conurbano bonaerense.-

En estos 109 años de vida, con la vista puesta siempre en el futuro, el diario “LA UNIÓN” ha escrito la historia de una parte del país, puesto a que su influencia ha excedido ampliamente los límites de su distrito.-

En este nuevo aniversario, merecen felicitación y reconocimiento quienes, durante más de un siglo han puesto su trabajo y dedicación al servicio de la comunidad, de la libertad de expresión, de la solidaridad y la comunicación; enalteciendo al periodismo en general.-

Por todo lo anterior solicito la aprobación del proyecto adjunto.

AUTORA: Adriana Tomaz

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