El asombro de propios y extraños tiene sobradas razones. El trasatlántico que acaba de arribar a Tierra del Fuego es un monstruo que entre pasajeros y tripulación lleva a más de 4 mil personas. Representan poco menos que el 10 por ciento de la población de esta, la provincia más austral de nuestro país. “Sabíamos que venía desde el año pasado y todo el mundo esperaba su llegada, ¡es el más grande del mundo!”, dijo entusiasmada María Laura Borla, guía turística y autora del libro “Explorando Tierra del Fuego”.
“British” hasta la médula, el Queen Mary II, que tocó el puerto fueguino a las 1:30, costó algo así como 800 millones de dólares. Su altura, 62 metros sobre la línea de agua, ha sido pensada para que pueda pasar por debajo del Verazzano Narrow Bridge, en Nueva York. Y su capacidad para producir electricidad, permitiría iluminar una ciudad con 200 mil habitantes. “Para Cunard, la compañía que dirige los destino del Queen Mary, es una gran carga emotiva visitar el fin del mundo”, sostiene Rodrigo Pérez Freiia, representante de la firma en la Argentina.
También desde Cunard, Carlos Ryan se anima a catalogar a Ushuaia como el destino más importante de todo el itinerario. “Son muchos los viajeros que sueñan con llegar al extremo sur del continente”, asegura. Su afirmación se ve reflejada en el explosivo crecimiento que registra el sector turístico en la región. “Los cruceros son un componente vital al despegue de Ushuaia. Y la llegad de un buque como este, marketinero como pocos, es muy importante en materia de difusión”, dice Borla.
La cuenta regresiva para recibir a los 2600 turistas que llegaron a bordo del Queen Mary II, comenzó en Ushuaia la semana pasada. Hace unos días la rotura de un motor había obligado al comodoro a saltear las escalas del Caribe y de Salvador, en Brasil. Esto crispó el ánimo de algunos viajeros, y atenta al reclamo, la compañía optó por devolverles el dinero del pasaje. Se calmaron entonces las aguas por aquel entredicho y los fueguinos pudieron cumplir su papel de anfitriones tal cual lo esperaban.
Este gigante palaciego había partido el 15 de enero desde Nueva York en un recorrido que lo lleva por los principales puertos de Centro y Sudamérica. Río de Janeiro, Montevideo, Punta Arenas, Puerto Montt, Valparaíso, Callao en Perú y Esmeralda, en Ecuador, entre otros. Luego seguirá hasta Los Angeles, Hawai y regresará por el mismo circuito anterior, por lo que el 28 de marzo volverá a anclarse en Ushuaia.
En todo el recorrido hay unos 2 mil pasajeros latinos y, entre ellos, 150 argentinos que pudieron optar entre los distintos tramos del itinerario. Como mínimo pagaron entre 1400 y 2400 dólares, según el tramo que hayan escogido. Claro que esa cifra es exigua para viajar en las mejores suites del trasatlántico: por un camarote de 300 m2, cada pasajero debe desembolsar entre 50 y 80 mil dólares por los 3 días que dure el crucero, dependiendo de la anticipación con la que contrate el servicio.
En el sur argentino nadie duda de que este es el comienzo, la punta del iceberg, de un fenómeno turístico en constante crecimiento. En la actual temporada se esperan más de 50 cruceros que tocarán el puerto unas 2 mil veces. “Hoy viene el Queen Mary con 2600 pasajeros pero ya hay firmas, como Princesa, que decididamente han incorporado este destino”, dice Ryan, cuya empresa seduce a sus clientes con la idea de visitar el fin del mundo, “donde famosos navegantes y cazadores de tesoros hicieron sus travesías”.
Ushuaia lo sabe y se prepara para recibirlos mientras muchos de sus pobladores se preguntan si valdrá la pena convertir su apacible ciudad en un megacentro turístico. ¿Puede una gran urbe mantener el apodo del fin del mundo? El tiempo dirá, aunque el rumbo parece estar signado.
Clarin