Por Fernando Krakowiak
El presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, Jorge Alvarado, aseguró ayer que “el gas que le vendemos a Argentina beneficia de modo indirecto a Chile y eso nos priva de tener un instrumento para negociar una salida al mar”. La declaración llega en un momento de fuerte expectativa, pues el flamante presidente boliviano Evo Morales aún no definió su plan de hidrocarburos y el gobierno argentino tiene temor de que el histórico conflicto que mantienen Bolivia y Chile por la salida al mar afecte las importaciones de gas natural a poco meses de comenzar el invierno. Página/12 se comunicó telefónicamente con Alvarado, quien aseguró que “no hay dudas de que Bolivia está ayudando a Argentina a cumplir con sus compromisos y, por lo tanto, beneficiando a Chile”.
Argentina importa gas boliviano desde mayo de 2004 debido a la “crisis energética” que sufre el país. En la actualidad, las importaciones cubren el 5 por ciento del consumo, pero el acuerdo original proyecta un cronograma de ventas creciente hasta llegar a abastecer el 25 por ciento de la demanda interna en el 2007. Mientras tanto, se continúa exportando gas a Chile a un ritmo creciente, aunque menor al asumido en los compromisos firmados con el país trasandino durante la década del 90.
El acuerdo sellado entre Néstor Kirchner y el ex presidente boliviano Carlos Mesa fue duramente cuestionado en Bolivia por haberse firmado sin antes aprobar una ley de hidrocarburos que lo regule, por los “bajos” precios acordados y por beneficiar a Chile, principal comprador del gas argentino. Evo Morales estuvo entre sus principales críticos. Por lo tanto, su llegada a la presidencia ha vuelto inminente la renegociación de las condiciones establecidas originariamente.
Luego de ganar las elecciones, Morales arremetió contra el precio del gas contemplado en el acuerdo al afirmar que Bolivia no exportará más a la Argentina a “precio solidario” porque “no es posible que el boliviano viva arriba del gas, sin gas”. En la actualidad, Argentina paga 3,18 dólares el millón de BTU, mientras que en el mercado internacional el precio oscila entre 10 y 12 dólares. Alvarado confirmó ante Página/12 que se va a renegociar una suba, pero aseguró que Bolivia aún no definió el precio que intentará obtener. El economista del Grupo Moreno, Félix Herrero, aseguró a este diario que es lógico esperar una suba porque el precio actual “no es producto de un acuerdo entre países sino de un pacto entre empresas que tiene a Repsol como principal beneficiario”.
El otro tema de conflicto surgió ayer con las declaraciones de Alvarado. El ejecutivo señaló a la radio local Erbol que el contrato firmado con Argentina estipula que “ni una sola molécula de gas” debe ser reexportada a Chile. Sin embargo, “Bolivia está ayudando a solucionar el déficit chileno de gas porque el envío a Argentina le permite a este país usar su propia producción para cumplir sus contratos con la nación trasandina”. Luego agregó que, la solución para este caso no consiste en frenar la exportación al mercado argentino, sino en “transparentar” esa relación y analizar la posibilidad de vender directamente a Chile, pero con una “negociación previa o paralela sobre el mar. Propugnaremos el uso del gas natural como un instrumento de negociación geopolítica con Chile en el marco de las reformas que va a aplicar el gobierno de Evo Morales al sector energético”. Esas reformas forman parte del plan de “nacionalización” de los hidrocarburos que prometió el gobierno boliviano, pero que aún no definió.
Página/12 le preguntó a Alvarado si Bolivia estaba evaluando la posibilidad de poner como condición para la exportación de gas a Argentina que este país no le venda ese insumo a Chile. El funcionario boliviano aseguró que “no llegaríamos a ese extremo porque es un conflicto bilateral que no involucra a la Argentina”. Sin embargo, no queda claro cómo podría hacer Bolivia para presionar a Chile si no es poniéndole condiciones a través de Argentina, ya que no le vende gas de manera directa y tampoco está en condiciones de hacerlo en el corto plazo, pues los gasoductos que tiene están construidos en dirección a la Argentina y a Brasil. Chile tampoco parece confiar en el gas proveniente de Argentina, pues luego de los cortes de suministro que surgieron con la crisis empezó a evaluar la posibilidad de importar gas natural licuado a través de buques metaneros capaces de transportar el insumo desde, por ejemplo, Trinidad y Tobago o Venezuela para luego ser regasificado. Esa opción es muy costosa, pero le evitaría tener que sentarse a negociar una salida al mar con la soga al cuello.