Es la conclusión que emerge de los anuncios fiscales que, la semana pasada, hizo el ministro de Economía. Más precisamente, eso significaría el compromiso asumido por Roberto Lavagna en el sentido de contener el gasto público, entre noviembre y abril, según los niveles establecidos en los presupuestos 2005 y 2006. Ni uno ni otro contemplan erogaciones del tipo de las que se dispusieron a fines de 2004.
Hay un párrafo del comunicado que hizo distribuir el ministro que abre cierto margen de dudas: dice que se respetarán «las modificaciones dispuestas (hasta noviembre) como consecuencia de haber contado con mayores ingresos». Fuentes de Economía aclaran que las tales modificaciones sólo alcanzan a los aumentos que se aplicaron para los haberes jubilatorios y los salarios públicos, que sí están computados entre los gastos, pero no a los extras del plan Navidad Feliz.
El mismo criterio vale para probables, futuros incrementos en jubilaciones y en sueldos estatales. No los habría, al menos antes de que concluya abril de 2006; tampoco están contemplados en el Presupuesto del año que viene. Y otro tanto pasa con nuevas obras públicas no previstas en el mismo Presupuesto.
Se supone que todo lo que aparece en el comunicado difundido la semana pasada fue previamente acordado por Lavagna con el Presidente. Y va de suyo que cualquier decisión de Néstor Kirchner en contrario daría por tierra con el efecto que el ministro pretendió transmitir hacia afuera: que el Gobierno ha resuelto ponerle un freno al gasto propio, como parte de su estrategia antiinflacionaria.
En las apenas veinte líneas dedicadas a la política fiscal, también se anuncia la creación de una «cuenta indisponible» con los ingresos adicionales que se obtengan entre noviembre y abril, «tal como —se dice— hicimos durante el año 2004» (o no se hizo en 2005, por razones electorales).
En 2004 se llegaron a acumular 1.200 millones de dólares, un monto que nadie cree seriamente que se pueda amasar ahora, en cinco meses. Y queda claro que la llamada «cuenta indisponible» estará disponible, entre otras cosas, para afrontar vencimientos de la deuda.
Antes de que finalice 2005 el Ministerio de Economía deberá salir nuevamente a tomar deuda al mercado. Será por más de 300 millones de dólares, tal vez arriba de 400 millones: es lo que se necesitará para cubrir los vencimientos de diciembre, así alguna parte de esa plata el Tesoro la obtenga de los propios organismos públicos con depósitos en el Banco Nación.
La cuenta puede acrecentarse si no se alcanza un acuerdo rápido con el Fondo Monetario Internacional, que permita postergar pagos al organismo, al Banco Mundial y al BID. En el Presupuesto 2006 está previsto que se refinancie 70% de los vencimientos con el FMI, 50% de los del BID y otro 50% con el Banco Mundial.
Tal como están planteadas hoy las posiciones, no parece muy cercano un arreglo con el Fondo. Si entre enero y abril no lo hubiera, en ese cuatrimestre la Argentina tendría que afrontar desembolsos no previstos por US$ 646 millones, sólo con esos tres organismos.
En el comunicado que Economía distribuyó la semana pasada se subraya que buena parte de las condiciones que el FMI plantea resultan inaceptables para el Gobierno. Lavagna —o quien le haya puesto letra al parte— no se priva, inclusive, de señalar que las pretensiones del Fondo reflejan criterios de política económica «parecidos a los años de la especulación financiera (los noventa)».
Puede ser que el Gobierno y el Fondo estén planteando posiciones de máxima que después, en la negociación, irán acercándose. Pero lo que, sin la menor diplomacia, uno y otro se han dicho también avala el razonamiento de quienes creen que el acuerdo está lejano. En ese caso, habrá que seguir ahorrando más allá de abril: será necesario para pagarles al FMI y a los organismos como hasta ahora.