Raro sentido de la palabra felicidad, ser feliz jorobando a la gente y casi me dejo llevar por eso y otra frase de otro político fueguino que un día me dijo “a mi me gusta vivir bien ¿a vos no?”.
Ser feliz con cuatro mastines en el patio de la casa, sin poder aparecer en lugares públicos porque la gente te señala con el dedo.
Con paredones cubiertos de botellas rotas o rejas interminables.
Ser feliz a costa de estar sospechado de corrupto. De enriquecerte ilícitamente.
Ser feliz por un tiempo y después ser prófugo.
Hoy leía una encuesta dada a conocer por Zulueta Puseiro, otrora amigo intimo de Mario Jorge Colazo y no pude dejar de pensar en aquellas palabras.
El famoso encuestador señalaba que el peor castigo es la condena social, decía que el 80% de los fueguinos esta seguro que el suspendido gobernador se enriqueció ilícitamente, al igual que aquel ignoto politiquero devenido legislador por esos artilugios de la política usada en beneficio propio y agregaba que el pueblo esta resentido con quien antes había llevado al gobierno.
Inmediatamente se me ocurrió que si la misma encuesta se hiciera en todos los ámbitos del poder nos daríamos cuenta cuantos están en la misma situación, a cuantos la sociedad ha condenado, aunque a ellos parezca no importarles.
Condenados al aislamiento, la inexistencia, la desaparición, te podrán quedar bienes materiales pero la pregunta es ¿se puede disfrutar de lo que no te pertenece y nunca te pertenecerá?
Se puede ser feliz con dinero ajeno?.
Se puede disfrutar de una vivienda donde cada ladrillo es del pueblo que esquilmaste, del pueblo al que engañaste, del pueblo que te dio su confianza, que te eligió para que representaras y traicionaste de manera artera?.
Y hoy ya no me interesa preguntarle al joven legislador, si esto es así, estoy absolutamente seguro que su conciencia esta lo suficientemente sucia como para no poder disfrutar de nada de lo que ha logrado yendo en contra de los principios básicos de la ética humana.
Estoy plenamente seguro que es mejor se pobre y honrado que rico y corrupto. Rico e indigno, rico y sospechado, rico y entregador, rico a costa de los demás.
Estoy convencido que la felicidad pasa por poder hablar cara a cara con todo el mundo, poder ir donde se nos antoje, entrar y salir de cuanto lugar queramos visitar.
A veces me alegro de saber que hay tantas cosas que no necesito decía el viejo Jeremías y hoy quizás a fuerza de golpes, de años vividos, escuchar tanta estupidez y ver tanto corrupto salir huyendo o a escondidas, uno puede sentir la gran satisfacción de saber que tiene claro el lugar al que pertenece, el sentido de pertenencia nos debe aclarar a veces donde ubicarnos y sentirnos felices de saber que nunca vamos a necesitar robar a nadie, ni esquilmar al estado para parecer lo que no somos.
La felicidad pasa por otro lado, y aunque muchos lo nieguen a esos ricos falsos les cuesta conciliar el sueño y cada día que pasa deben planean las vacaciones en lugares mas alejados donde nadie los conozca y les escupa en la cara lo que en realidad son.
La condena social no te encierra tras las rejas, no te da tiempos, la condena social es para siempre, es infinita, es justa, es sabia porque el pueblo nunca se equivoca y menos con los traidores, los corruptos, los fenicios, los estafadores de la esperanza, los vendedores de futuro a corto plazo, los fantasiosos, los demagogos, los mentirosos, los doble discursistas, fundamentalistas.
Todos ellos saben que en cada mirada hay un fin de la historia, que llego el momento de desaparecer, que ya no hay lugar en la sociedad, quizás, solo quizás entre sus iguales, es decir otros corruptos, otros estafadores, otros que como ellos, creen que hay que ser feliz a cualquier precio aun el de saber que la condena social, no termina en ellos sino en todo lo que los rodea, pero además, los que piensan así, saben que: La condena social no es apelable.