El caso del camarógrafo que filmó su muerte en Chile va a la Justicia

Sus hijos acusan a un militar chileno que participó de un intento golpista contra Allende. Las imágenes que filmó el reportero argentino en su agonía impactaron al mundo. La memoria es frágil pero también persistente. Treinta y dos años después del asesinato en Chile Sus hijos acusan a un militar chileno que participó de un intento golpista contra Allende.

La memoria es frágil pero también persistente. Treinta y dos años después del asesinato en Chile del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, a quien las crónicas periodísticas bautizaron como el hombre que filmó su propia muerte, sus hijos iniciaron una demanda judicial contra un militar chileno a quien acusan de ser el asesino.

Los hermanos Josephine Anne y Andrés Ricardo Henrichsen viajaron a Santiago de Chile el 27 de octubre pasado. Ese día radicaron una demanda en el Segundo Juzgado del Crimen, a cargo de la jueza Romy Rutherford, acusando al suboficial retirado del Ejército chileno, Héctor Hernán Bustamante Gómez, de haber efectuado un disparo mortal contra su padre el 29 de junio de 1973.

Esa mañana, Josephine tenía 8 años y Andrés sólo 2. El gobierno del presidente socialista chileno, Salvador Allende, estaba por caer y Leonardo Henrichsen hacía casi seis minutos que filmaba en la calle Agustinas los aprestos de una asonada militar que se conocería como «El Tanquetazo», ya que se intentaba perpetrarla a bordo de tanques.

Los próximos segundos serían fatales para el camarógrafo, pero también impactarían al mundo entero. En una camioneta que acompañaba a esos tanques iba el cabo Bustamante Gómez, quien al igual que sus camaradas advirtió como eran filmados en plena aventura golpista. Alguien dio la orden entonces de dispararle al intruso que filmaba y uno de los soldados empuñó más rápido que todos su ametralladora para cumplir con el pedido.

«Nos disparen, ¿no ven que somos periodistas?», fue la anteúltima frase que Henrichsen pronunció en su vida. Las últimas palabras las dijo en brazos de su compañero, el periodista sueco Jan Sandquist, y cuando un gran chorro de sangre se desparramaba por su espalda. «Jan, me muero», alcanzó a decir. La bala le había atravesado la aorta.

Pero antes de morir, Henrichsen había seguido apretando el obturador de su cámara francesa Eclair para continuar la filmación. El soldado chileno había tenido que acercarse hasta el hombre herido de muerte para poder arrancarle la cámara y llevársela con el testimonio del asesinato.

Las imágenes fueron reveladas secretamente en un laboratorio argentino y dadas a conocer en Chile el 24 de julio, casi un mes después del crimen. No es difícil entender por qué causaron tanto impacto y recorrieron el planeta.

Allí aparecen los soldados que encabezaron ese golpe fallido contra Allende, apenas el preludio del período de terror y sangre que iba a comenzar el 11 de septiembre de ese mismo año con el dictador Augusto Pinochet.

Luego se ve al autor del disparo apuntando su ametralladora contra la lente. Y después esa sucesión de imágenes confusas que mezclan lentamente tomas del horizonte, del piso y del cielo, prueba indudable de que la persona que lleva la cámara va tambaleándose y termina cayendo.

Josephine Anne y Andrés Ricardo, como también Esteban (el tercer hermano, que vive en Canadá), vieron esas imágenes cientos de veces. Como las vio Heather Macfarlane, la esposa de Henrichsen. La familia tardó décadas en reponerse del golpe y del miedo, pero finalmente pidió ayuda a una organización —la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo— para enfrentar los altos costos de la demanda judicial.

Los abogados Irma Villagra y Fabiola Letelier están a cargo del trámite. Y las pruebas surgieron de una investigación del periodista chileno Ernesto Carmona, quien pudo acceder al expediente abierto por el Ejército de Chile y a las declaraciones de los conscriptos en aquellas duras semanas de 1973.

Además de acusar al suboficial Bustamante Gómez, la familia Henrichsen también pidió la declaración de Pablo Rodríguez Grez, un ex dirigente ultraderechista chileno al que se acusa de ser uno de los gestores de aquel golpe fallido, y que hoy es abogado justamente del dictador Pinochet.

En los próximos días, la Justicia chilena se pronunciaría sobre la posibilidad de darle curso a la causa judicial, o podrá declarar el caso prescripto. La familia Henrichsen espera esa decisión con una dosis de optimismo que no han mellado las tres décadas transcurridas.

La fortaleza vuelve cuando recuerdan a aquel muchacho de 33 años, camarógrafo de la televisión sueca y free lance de Telenoche. Ese hombre feliz que vivía en el barrio bonaerense de Punta Chica y que esperaba terminar su trabajo en Chile para empezar una beca internacional de perfeccionamiento que nunca pudo llegar a disfrutar.

Los testimonios tambaleantes de su último trabajo se convirtieron en un símbolo del periodismo. El final de su filmación es una imagen donde se imponen las rayas en blanco y negro. Ya no hay sonido. Ya nadie filma. En ese silencio se puede adivinar la muerte de Leonardo Henrichsen, el camarógrafo que ejerció su oficio hasta entregar el último aliento.

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