Los marplatenses, perplejos, sin escuelas ni entierros

Con más certezas que desconcierto, se cuentan los minutos para que empiecen a llegar los jefes de Estado americanos a Mar del Plata. Sin pausas, se pule cada detalle y ya puede palparse el pulso de la ciudad en las horas previas a la cita internacional, con un movimiento inusitado de policías, haciendo pastar sus caballos en las plazas, formando largas hileras de motos listas para patrullar, con guardacostas surcando las aguas y el zumbido de helicópteros que en las noches hacen un rastrillaje de las calles con sus potentes reflectores. Todo ocurre a horas de que un extenso y fuerte cerco metálico divida a la Perla del Atlántico en dos.

Por la magnitud del operativo de seguridad, las características del encuentro y el renombre de los invitados a la IV Cumbre de las Américas, puede interpretarse rasgos de perplejidad en el rostro de los anfitriones. De todos modos, a pesar de las informaciones que cada día van revelando detalles «tranquilizadores», muchos marplatenses viven estas horas con cierto grado de incertidumbre y, en algunos casos, hasta con temor.

Los medios locales titulan que el próximo fin de semana los marplatenses se tomarán minivacaciones, una suerte de «escapada» fundada en inquietudes personales.

Es que, además, la ciudad quedará literalmente paralizada; todas las actividades girarán en torno al encuentro de los presidentes americanos: desde el lunes y hasta el viernes inclusive, no se dictarán clases en las escuelas que quedaron dentro del anillado de exclusión (en el resto sólo el jueves y viernes próximos); se dictó asueto para los trabajadores provinciales y municipales; los Tribunales no tendrán actividad; los comerciantes tendrán libertad para decidir si abren o no sus locales. Por lo pronto, los centros comerciales más importantes anunciaron que no atenderán al público. Hasta se vedará el ingreso al cementerio La Loma, ubicado frente al hotel Sheraton, el búnker de la delegación estadounidense. No habrá sepulturas, excepto el 2 de noviembre, a causa del día de los Fieles Difuntos.

Más allá de cualquier especulación, se sabe que los más beneficiados, a corto plazo, serán los habitantes del balneario. Ligada, directa o indirectamente con la Cumbre, la inversión supera los 100 millones de pesos. Un estudio estima que el impacto en la economía de Mar del Plata será de unos 21 millones de pesos, que desembolsarán las 10 mil personas —incluidos los 34 presidentes que llegarán a partir del 3 de noviembre— que vendrán con demandas gastronómicas, de transporte, alojamiento y, por qué no, de diversión.

Además, la ruta 2 fue transformada en autovía hasta el acceso a Mar del Plata, en el kilómetro 404. Los paseos y plazoletas que van desde el acceso norte hasta la Base Naval, cerca del puerto, tienen nueva estampa, con flamante iluminación, moderno diseño y parquizado a nuevo. Las fachadas del Hotel Provincial y del Casino Central, la rambla y hasta los emblemáticos lobos de piedra de Fioravanti lucen impecables.

La pauta sobre la inyección revitalizadora que deparó a la ciudad que hoy se muestra como «una ventana al mundo», puede plasmarse en la situación del sector de la construcción que, entre emprendimientos oficiales y privados, registra plena ocupación.

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