Los chicos que le ganan a la pobreza con su música

Debutó la Orquesta del Sur, integrada por 50 jóvenes de villas y barrios humildes.

Los padres de los músicos estaban ansiosos. Buscaban el mejor ángulo para sacar una foto, saludaban a sus hijos desde lejos. A pesar de todo, los 50 integrantes de la Orquesta Juvenil del Sur seguían concentrados en las indicaciones del director Claudio Espector. Hace un año y un mes ni siquiera sabían cómo sostener sus instrumentos. Entonces les parecía imposible tocar obras de Haendel o un tema de Los Beatles. Pero ayer cumplieron ese sueño y dieron su primer concierto en la Iglesia Nuestra Señora de Caacupé, al pie de la villa 21/24, de Barracas.

«¡Parece mentira! Cuando mi hija Carla empezó, teníamos que aguantar que hiciera una bulla bárbara con su flauta traversa. Pero de a poco fue avanzando y hoy estamos muy contentos de verla tocar en un concierto», confesó Fernando Villarreal.

Al igual que Carla (16), todos los miembros de la Orquesta Juvenil del Sur tienen entre 13 y 19 años y viven en villas y barrios humildes. El año pasado, fueron seleccionados entre 230 aspirantes para formar la primera agrupación musical del Programa Orquestas Juveniles, de la Subsecretaría de Industrias Culturales. «El objetivo es que los chicos encuentren vocaciones y se inserten socialmente a través de la música», dijo el secretario de Cultura porteño, Gustavo López.

Ninguno de los chicos tenía conocimientos musicales. Ahora, leen partituras y tocan violines, violoncelos, flautas y clarinetes. «Yo no sabía ni cómo era un violín y en un año aprendí a tocarlo —confió Eva (14)—. Por eso este concierto significa mucho para mí». «Lo que más me costó fue mover los dedos para lograr las notas —dijo Cristina (17), violoncelista—. Pero no es tan difícil. Ojalá que más chicos se animen y se sumen a la orquesta».

Ayer fue la gran prueba. Antes de salir a escena, los chicos intercambiaron chistes nerviosos. Pero las risas se terminaron en cuanto enfrentaron al público. Empezaron con tres canciones de su profesor Fernando Gordo: El pato, Baguala y Sí, podemos. «El nombre de ese tema lo pusieron los chicos —contó Espector—. La primera vez que lo tocaron salió horrible y me pregunté si alguna vez podrían hacerlo. Y ellos dijeron: ‘Sí, podemos'».

El programa siguió con la Canción del caminante, de Shostakovich; el coro de Judas Macabeus, de Haendel; All My Loving, de Los Beatles, y el Rock de Piedrabuena, de Vivian Tabbush. Pero la gente pidió bises y no se fue hasta que la orquesta repitió los tres últimos temas. «Después pasamos la gorra», amenazó uno de los músicos.

«Estoy tan orgulloso —confesó Ramón Domínguez, el papá de un violinista—. Para mí es muy importante que Gabriel aprenda a tocar un instrumento, pero también que se sienta integrado en esta sociedad tan difícil».

Fuente: Diario Clarin

loading...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *