Con el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, como invitado especial, la candidata a senadora nacional en la Provincia por el Frente para la Victoria, Cristina Fernández de Kirchner, salió a cuestionar esta tarde lo ocurrido en los 90 en la Argentina y, en particular, al ex presidente Carlos Menem por el «fabuloso endeudamiento» del país durante esa década. También destacó la «fortaleza» de los argentinos para «sobrevivir» a ese periodo.
«El Consenso de Washington, Menem y el Fondo Monetario Internacional. A veces pienso cómo habrán sido las diez plagas de Egipto, pero creo que lo que vivimos los argentinos se pareció bastante», aseguró Cristina durante la apertura del seminario del que participó Stiglitz -un fuerte crítico de las políticas del Fondo Monetario Internacional-, en la localidad de Pilar.
Al cuestionar los 90, la primera dama destacó las «privatizaciones sin marcos regulatorios adecuados para los usuarios y la desaparición del Estado porque la contradicción era que el Estado no servía, obstaculizaba la economía y que el mercado era mucho mejor asignador de recursos».
Asimismo, la senadora consideró que en América latina existe «espacio para plantear un proyecto alternativo» y terminar con «la desigualdad, la miseria y la falta de trabajo», y defendió el avance de «un proyecto propio de país» para enfrentar los desafíos de la globalización.
Para Fernández, el proyecto que instaló el gobierno de Néstor Kirchner implica dar por terminada «la Argentina de la desindustrialización, el endeudamiento y el vaciamiento» para fortalecer una política que «represente los intereses de los argentinos».
La legisladora abrió el último panel de la reunión del llamado Consenso de Buenos Aires, en un panel del que formaron parte, además de Stiglitz; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el secretario adjunto de la ONU, José Antonio Ocampo, y el economista Roberto Frenkel.
Kirchner, con Stiglitz en la Rosada
El presidente Néstor Kirchner recibió esta mañana al Premio Nobel de Economía 2001, en un encuentro que se desarrolló en el despacho presidencial de la Casa de Gobierno, y del que también participaron Alberto Fernández, y el cónsul argentino en Nueva York, Héctor Timerman.
