Carrió pide el fin de la "violencia que mata"

“No podemos seguir en el atajo de la violencia que nos mata y nos cruza”, expresó anoche Elisa Carrió ante un colmado teatro Coliseo, en el que la candidata a diputada nacional por la Capital y líder de ARI presentó el programa de propuestas y a los hombres que representarán a su partido en las elecciones legislativas de octubre

Con énfasis y momentos de inesperada emoción, Carrió acusó al justicialismo de “usar a los pobres” y con tono enérgico reclamó “un país con mejor distribución del ingreso, una República donde haya Parlamento y gente educada y digna ocupando los ministerios”.
En las últimas semanas, la jefa de ARI había prometido hablar sólo de propuestas y correrse de la pelea verbal con el resto de los candidatos. Aunque parcialmente, incumplió su promesa: frente a un auditorio colmado de simpatizantes y militantes de todo el país, concentró su discurso, de algo más de media hora, en una apelación “a ser libres de la avaricia y la voluntad ilimitada por el poder”.
Bronceada e impecable, de saco blanco y pollera color musgo tornasolado, Carrió llegó sobre la hora misma del comienzo del acto. Seria, espió detrás de bambalinas el video que filmaron jóvenes del partido, en el que los candidatos de veinte distritos del país explicaron sus propuestas vía pantalla gigante, y en muchos casos profetizaron un triunfo de la jefa partidaria en las elecciones presidenciales de 2007.
Mientras colaboradores repartían una síntesis con las propuestas englobadas en el título Por un nuevo contrato moral, la juventud arista se encargaba de poner color desde las bandejas más altas. «No hay Coca-Cola, no hay choripán, hay compromiso con el contrato moral», atronaban las voces de una cincuentena de jóvenes al sonar de los bombos.
Ya ubicados los candidatos en el amplio escenario, y con Carrió entre la primera candidata a senadora bonaerense, Marta Maffei, y el primer postulante a legislador porteño, Enrique Olivera, Alicia Gutiérrez, candidata a diputada nacional por Santa Fe, comenzó la serie de discursos con una critica directa al gobernador Jorge Obeid, «que pretende ocultar la pobreza de la provincia, el 30 por ciento de niños desnutridos y a los 120.000 inundados que no van a recuperar lo que perdieron».
La siguió Olivera, que trocó algún silbido aislado por aplausos estruendosos cuando definió a Carrió como «la dirigente más talentosa de la política argentina», y agregó que «no le debe nada a nadie, no es portadora de apellido del marido como las candidatas del PJ de Buenos Aires».
Enseguida Maffei subió el voltaje y acusó al gobernador bonaerense Felipe Solá de «inepto y socio de los que hoy quieren terminar de hundir el país». Carrió, cruzada de brazos, la aplaudió cuando pidió «otro modelo para que nuestros chicos vuelvan a comer carne y leche».

Emoción

Bajo una lluvia de papelitos, Carrió comenzó un discurso de tono reflexivo. «Los pragmáticos quieren el dinero y el poder, pero nosotros queremos ser felices», sostuvo, y aludió a uno de sus caballitos de batalla, el ingreso ciudadano obligatorio para niños y ancianos. «Seremos felices cuando ya no nos mire un mendigo y nos pregunte por qué no hicimos nada por él», se emocionó. «Estás más linda que Cristina», le gritó desde la platea una señora mayor y arrancó aplausos.
De pie y micrófono en mano, Carrió recordó los años setenta, «cuando el país perdía la paz, se terminaba el contrato moral y comenzaba la Argentina financiera que nos saqueó en los noventa». Apuntó que «entonces quisimos zafar, y le creímos a un loco, a Galtieri [Leopoldo]», antes de recordar que «en las Malvinas perdimos a los pobres correntinos sin armas». Intentó contener las lágrimas al recordar a su hermano Roli, fallecido años despúes de cumplir con el servicio militar durante la guerra.
Más enfocada en lo político, instó a «abandonar a quienes quieren seguir en el atajo de la violencia que nos mata y nos cruza», y aclaró que se refería «al PJ, no a los peronistas que amaron a Evita».
Con tono admonitorio, pidió a las clases altas «que traigan el dinero que tienen afuera para abrir fábricas» y a las clases medias, su público más fiel, les pidió: «Tengan fe, no nos van a parar».
En velada crítica al canciller Bielsa, a quien no nombró, Carrió pidió «una política exterior que se juegue y se defina por la integración sudamericana» y reclamó «reconocer a nuestros hermanos brasileños que crearon industrias mientras nosotros nos saqueábamos entre nosotros».
Hacia el final, Carrió pareció enviar un mensaje hacia sus propios militantes. «Tenemos que abandonar todavía muchos prejuicios de clase», afirmó, en un tono similar al que utiliza para defender a Olivera puertas adentro y afuera del partido.
Y terminó con una alusión nada inocente hacia el matrimonio presidencial. «Tenemos que dejar de ser adolescentes para que nuestros hijos puedan serlo», fustigó. Y apuntó: «Estamos a tiempo de darles la palabra, no usar tanto botox y ser hombres y mujeres lindos de 50 años», exclamó, antes de insistir en «la revolución de la paz, la cultura y la dignidad humana». Feliz, partió hacia la salida.

Por Jaime Rosemberg
De la Redacción de LA NACION

Críticas
El acto había transcurrido sin menciones a Mauricio Macri ni a Rafael Bielsa, los dos contrincantes más difíciles que enfrentará Carrió en la elección, hasta que Enrique Olivera, postulante para legislador porteño de ARI, aludió a ellos. «Hay adversarios que desde la derecha nos hacen recordar que el hilo se corta por lo más delgado y otros que desde el PJ no vacilan en ser empleados del oficialismo de turno», sostuvo.

FUENTE LANACION.COM.AR

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