El programa, preparado por Agricultura y consensuado con las provincias, busca incrementar la producción de carne para que el volumen permita atender tanto los mercados de exportación como el consumo interno. Pese a que es uno de los reclamos de los ruralistas, no despertó grandes expectativas en el sector.
«El mensaje que queremos dar es claro: pedían un plan ganadero y ahora lo tienen, pero siguen protestando», comentó un funcionario de Economía. Desde las entidades del campo, la réplica es que muchas de sus sugerencias no fueron incorporadas. Y, básicamente, que este plan llega al menos tres años tarde, con la sangre ya en el río.
En términos de medidas concretas, el plan prevé destinar créditos subsidiados por 217 millones de pesos anuales para que los productores puedan optimizar sus establecimientos con mejoras, pasturas y, en especial, incorporando tecnologías de fácil aplicación y resultado probado.
Un factor estructural a resolver pasa por cuestiones de rentabilidad relativa: la ganadería cedió en los últimos años de 4 a 6 millones de hectáreas a la agricultura, en especial a la soja. «Debe quedar claro que sin un horizonte de rentabilidad no habrá mayor producción», dijo un dirigente rural. La principal crítica del sector al plan oficial es la carencia de medidas de estímulo.
Al respecto, no se descarta que Kirchner pueda tener un as en la manga y el lanzamiento del programa incluya el anuncio de un proyecto de ley para eximir de Ganancias a los ganaderos que agreguen kilos a sus animales.