El Lado del B de los 100 años de Río Grande: El invierno del 87 de Armando Cabral

Rio Grande 11/07/2021.- En esta segunda entrega vamos a disfrutar de los testimonios de quienes se criaron aquí, algunos venidos cuando eran niños, otros nacidos aquí, pero con algo en común, el amor por esta tierra, el arraigo, el disfrute de la naturaleza y el crecimiento de una ciudad que, como muchas, fue un pequeño pueblo, donde no todas las calles estaban pavimentadas, pero eso no era lo más importante, sino las vivencias, los que llegamos ya adultos también tenemos una historia que contar como lo muestran estos testimonios.

Llegue a Rio Grande el 25 de junio de 1987, tenía 27 años, y había intentado todo en otros lugares del país, pero las oportunidades no se daban, así que con seis meses de casado, una guitarra, una valija, cien casetes y mi ex esposa llegamos en la época que acá denominaban “el vuelo de la madrugada”, o “la chancha”, fueron tres horas desde el Aeroparque Jorge Newbery y me pasaron mil cosas por la cabeza, cuando por fin el avión se detuvo en la pista del aeropuerto de Rio Grande y se abrió la puerta el frio era insoportable, viento y una llovizna persistente me dieron la bienvenida. Me quería volver en ese mismo vuelo, pero no, salimos a la playa de estacionamiento y los taxis eran Peugeot 505, autazos cubiertos de barro.

Del aeropuerto al centro, no veía luces, no había movimiento, pero el frio se hacía sentir. Fuimos directo a la casa de la familia De Fabio que vivían en Laserre y Rivadavia. Después de una breve charla y una cena, el jefe de la familia no llevó hasta el Motel Sur, en ese entonces ubicado en Belgrano y Elcano, esa fue mi primera noche en un lugar por el que había pasado raudamente y sin detenerme en 1980. No tenía más ropa para ponerme, creo que la foto es elocuente.

El segundo día salimos a recorrer la ciudad y buscar donde vivir, ya que los pocos ahorros que teníamos había que hacerlos durar, así fue que terminamos alquilando una habitación en una casa del Barrio la Flor, si leyó bien, una habitación, en esa casa de tres habitaciones vivíamos 3 familias. Así pasamos 15 días hasta que el señor De Fabio nos llevó a un cumpleaños y en él se encontraba Cachito Cobián, gerente de AMI, Agencia Marítima Internacional. De Fabio me presentó como técnico electromecánico, título que tengo y automáticamente Cobián dijo, “necesito un motorista en la plataforma Trident X, vos te animas a embarcarte” y sin pensarlo le dije sí. Comenzaba la segunda parte de mi vida, nunca pude ingresar a una electrónica, pero fui operador de radio de una remiseria, pintor, albañil, fabrique dulces caseros que distribuía don Tapia en su remis hasta que en 1989 rendí concurso para ingresar a LRA 24 Radio Nacional y nada volvió a ser lo mismo, desde entonces he vivido del periodismo, en radio, Televisión y dos diarios, El Sureño y Provincia 23, y a partir del 2000 de mi propio portal de noticias. Nada fue fácil, pero hoy estoy aquí, mis hijos están aquí y mi nieto también, tengo una mujer maravillosa y nuestra prioridad es disfrutar de sus hijos y los míos y vivir la vida en este nuestro lugar en el mundo.

Gracias por todo Rio Grande y feliz centenario.

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