Persona con movilidad reducida: En Tierra del Fuego no están incluidos.

Mierc 12/02/2020.-La experiencia de vivir en primera persona, la discapacidad o la movilidad reducida. Y aquí también, la vivencia de acompañar a esa persona, que circula en una ciudad en silla de ruedas, andador o muletas. Esto evidencia que en Río Grande, Ushuaia y Tolhuín, trasladarse es un verdadero calvario.

No es la primera vez que tratamos el tema, ni será la última, pero es evidente que falta mucha infraestructura por parte del estado y concientización por parte de los privados para que una persona en estas condiciones tenga acceso por ejemplo a oficinas públicas, lugares de esparcimiento o simplemente trasladarse por una vereda cualquiera de la ciudad.

Comencemos por los lugares de esparcimiento, restaurantes, teatros, cine, o paseos. Una persona en silla de ruedas, no puede ingresar a un restaurante de la Av Perito Moreno, porque los baños están en la alta alta y no cuenta con baño para discapacitados, en el cine pasa lo mismo, el baño para discapacitados estaba cerrado anoche y las salas de cine no tienen rampas, el vecino debe sentarse en la primera fila.

La mayoría de estos lugares no cuentan con espacio para ingresar con silla de ruedas, la mayoría de los locales no tiene baño para discapacitados, en los lugares públicos como paseos o plazas, no hay baños ni públicos, ni para discapacitados, hablamos de baños públicos. Tampoco rampas accesibles.

A lo largo de los últimos años se han inaugurado una importante cantidad de plazas y plazoletas inclusivas. En todos los casos, se trata de espacios destinados para niñas y niños, lo que claramente está muy bien, ahora, ¿qué sucede con los adolescentes y los adultos? ¿Acaso no merecen esparcimiento o un simple lugar donde pasar el rato?

Las veredas en barrio Mutual, Buena Vista o Chacra II, son intransitables para una silla de ruedas, hay vecinos que ponen canteros , no dejan espacio y si se traslada por la calle recibe insultos de los solidarios conductores como pudimos ver que generalmente andan muy apurados como para respetar a una persona con movilidad reducida.

Ni hablar si una persona con movilidad reducida reside en un edificio de Chacra. Sería imposible poder subir o bajar, salvo que tenga la buena fortuna de vivir en la planta baja. Y, ¿si no es así? Vivirá condenado o condenada a depender de terceras personas para que lo ayuden a salir de esas cuatro paredes, que más que un hogar, se convierten en una celda.

La Casa de la Cultura, tiene rampas, pero si una persona en silla de ruedas ingresa, suponiendo que pueda trepar la empinada rampa, luego debe quedar en el pasillo, dejar su silla a su lado o quedarse sentado en ella, no hay personal capacitado para ayudarlo, ni espacio para colocar la silla, muletas o lo que utilice. Los bancos tampoco tienen previsto ni baños para discapacitados, ni rampas en el interior y rara vez se les da prioridad a personas con capacidades diferentes. En la sucursal chacra del BTF, una persona en silla de ruedas no puede acceder a las cajas, ni a los cajeros.

Y aunque existe un cartel en el que se muestra que las embarazadas, las personas con discapacidad y los ancianos, tienen prioridad a la hora de ser atendidos, esto tampoco se cumple, porque no falta el buen vecino o vecina, que se queja porque se hizo uso de este derecho, establecido por leyes nacionales e internacionales, pero que en Tierra del Fuego, pese a que nos jactamos una y otra vez de decir “somos una ciudad inclusiva”, no se cumple o cuanto menos, se cumple a medias o como mejor le parece a cada persona.

Las rampas, suponiendo que la silla de ruedas sea normal, pasa de casualidad por las rampas, muchas de ella no tienen barandas y la silla fuera eléctrica directamente no podría pasar.

Las dobles puertas: En muchos comercios hay doble puerta, y el espacio entre una y otra hace que una silla de ruedas no quepa en ese lugar, en todos los casos la persona necesita de alguien que lo acompañe o lo ayude casi en forma permanente.

Estacionamientos, hemos visto todos que en muchos lugares hay un espacio para estacionar un vehículo adaptado en una cuadra, cuando deberían ser más, eso significa que quien lo conduce tiene movilidad reducida, por ende debe poder abrir las puertas del vehículo, bajar su silla y salir del lugar con comodidad, bueno, eso tampoco se respeta y la persona queda atrapada dentro del vehículo o lisa y llanamente debe seguir buscando un espacio donde poder estacionarse.

Transporte: No hay transporte público de pasajeros que incluya rampa, o sistema de descenso hidráulico de colectivos, ambulancias, combis, una persona con movilidad reducida no puede acceder al mismo, los únicos vehículos con ese sistema son de entidades del estado o servicios de salud pública, pero son escasos.

Todas estas cuestiones se ven a diario, y merece un párrafo aparte cuando por  motivo, debes realizarte una intervención quirúrgica en otra provincia y de pronto sos una persona con movilidad reducida, o simplemente discapacitada, y tenes que regresar a Tierra del Fuego, a bordo de una línea aérea, en este caso, Aerolíneas Argentinas, lugar en que gentilmente te obligan a firmar tu consentimiento para abordar la aeronave y hacerte cargo, si es que allí, te sucede algo, porque expresamente indican que “no hay médicos” arriba del avión.

La realidad es que cuando una persona atraviesa todo este tipo de situaciones, ya sea en Tierra del Fuego, o en cualquier otro punto del país, puede ver claramente que las políticas públicas destinadas a la inclusión, no son tales, sirven de slogan y para mencionar “incluimos a todos los sectores”, pero queda en evidencia que estas políticas son de cotillón, y un número, aunque menor de personas, quedan excluidas de todos los sistemas, o bien, deben de hacerse lugar a costa de lo que sea.

Lorena Uribe, Armando Cabral.

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