Referentes ambientales y ciudadanos de la Patagonia de Chile han expresado una profunda preocupación y contundente rechazo a la reciente modificación de la ley que protegía los mares fueguinos, advirtiendo sobre graves riesgos para el ecosistema patagónico compartido.
La campaña ciudadana Áreas Protegidas sin Salmoneras calificó la decisión como un “retroceso histórico”. En un comunicado cargado de ironía y pesar, señalaron: “Hoy Tierra del Fuego ‘celebra’ la ‘modernización’ de la Ley 1355: adiós prohibición absoluta a las salmoneras, hola ‘acuicultura sustentable’ con controles estrictos”.
La publicación responsabilizó directamente al gobierno de Javier Milei y al gobernador Gustavo Melella, afirmando que “la motosierra ambiental por fin llega al fin del mundo”, en lo que consideran una entrega a corporaciones noruegas y locales.
En la misma línea, también desde Chile, la cuenta de la campaña defendamos_patagonia_ denunció un “grave retroceso ambiental”. Detallaron que la Legislatura provincial argentina aprobó el 16 de diciembre de 2025 la modificación que “abre la puerta al contaminante modelo noruego-chileno de salmoneras”.
La organización enfatizó que esta decisión “prioriza intereses económicos extranjeros sobre el medio ambiente y la voluntad popular”, traicionando un consenso histórico logrado en 2021.

El descontento también se manifestó en las calles. Un video publicado por Defendamos Patagonia mostró a la comunidad fueguina tratando como “traidores del pueblo” y “corruptos” a las autoridades que votaron a favor. La grabación, que registra una votación ajustada de 8 a 7, sostiene que los legisladores “abrieron la puerta a la devastación del mar de Tierra del Fuego”. Desde Chile, expresaron: “Lamentamos la decisión y apoyamos con toda el alma y corazón a comunidad y organizaciones que defienden el mar y patagonia en país vecino”.


Las críticas se centran en los impactos previsibles. Las publicaciones coinciden en alertar sobre la introducción de “jaulas gigantes” con salmones “dopados con antibióticos”, “escapes masivos devorando biodiversidad” y “fondos marinos convertidos en cloacas”. Advierten que esto no solo dañaría irreversiblemente el prístino Canal Beagle, sino que también afectaría al turismo y a la pesca artesanal, generando a cambio solo “empleos precarios”.
Los referentes patagónicos de Chile, con la experiencia de la propia crisis salmonera, ven con tristeza y alarma la importación de este modelo. La pregunta que abordan“¿Quién necesita el Canal Beagle pristino cuando podemos tener el desastre chileno 2.0?”, lanzada por Áreas Protegidas sin Salmoneras, resume el temor a replicar un ecocidio conocido. Un sentimiento de luto ambiental recorre los comunicados, donde se declara que “los pingüinos lloran” y se vive “un día negro para la Patagonia”.
Finalmente, todas las fuentes coinciden en que se ha quebrado una barrera legal fundamental. Lo que fue un logro unánime hace cuatro años, fruto de una larga lucha ciudadana, fue flexibilizado en medio de acusaciones de lobby y procedimientos irregulares. El grito final es de resistencia: “¡Defendamos Tierra del Fuego! ¡Defendamos Patagonia!”, una consigna que ahora traspasa la frontera, uniendo a las comunidades de ambos países en la defensa del territorio común.
