The New York Time: ¿Cuánto durará intacto el ‘fin del mundo’?

Internacionales 15/04/2025.- En una extensa nota, el periódico norteamericano, pone de manifiesto algo de lo que hemos venido hablando desde hace mucho tiempo y es el cambio climático, el calentamiento global y sobre todo, nos llama la atencion que justamente en un momento donde el FMI tambien se ha unteresado en nuestra provincia y su situacion geopolitica, señalando que: Las multitudes de turistas con destino a la Antártida han traído prosperidad a Ushuaia, la ciudad más meridional de Argentina, pero el auge también está poniendo presión sobre la población local y afectando al medio ambiente

Aproximadamente el 90 por ciento de los cruceros a la Antártida parten desde Ushuaia, Argentina. Muchos de esos pasajeros pasarán una noche o dos en la ciudad, donde podrán realizar excursiones de un día para ver pingüinos en lugares cercanos, como la isla Martillo.

Era verano en la ciudad que orgullosamente se autodenomina “fin del mundo” y los turistas acudían en masa, como los pingüinos que habían ido a ver tras un viaje de miles de kilómetros.

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Una tarde de finales de enero, cinco enormes cruceros se amontonaban en los muelles de Ushuaia, Argentina, esperando a los adinerados pasajeros que habían pagado entre 15.000 y 18.000 dólares cada uno, en promedio, por un viaje único en la vida de 10 días a la Antártida.

ImageCuatro cruceros, de tamaño mediano a muy grande, están amontonados en un puerto. Los barcos son en su mayoría blancos, pero uno más pequeño en el medio tiene el casco azul.
Durante los meses de verano, los cruceros abarrotan el puerto de Ushuaia. Los pasajeros pagan en promedio hasta 18.000 dólares por la oportunidad de visitar la Antártida en viajes de lujo.

Hace una década, unos 35.500 pasajeros antárticos partieron de Ushuaia. El año pasado fueron alrededor de 111.500. Este año, a medida que la temporada se acerca a su fin, la autoridad portuaria local estima que la cifra será un 10 por ciento más alta. Muchos turistas pasarán una o dos noches en la ciudad antes o después de su crucero; algunos preferirán un Airbnb en lugar de reservar una habitación en uno de los hoteles, en su mayoría modestos, de la ciudad.

“Vendemos un gran imaginario”, dijo Julio Lovece, presidente de la Fundación Ushuaia XXI, que busca un desarrollo turístico que beneficie a la comunidad local. “A diferencia de otros destinos que quizás venden cataratas, o venden ballenas, o venden glaciares, nosotros vendemos el fin del mundo”.

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Estantes de figuritas con forma de pingüinos, caballos y osos se encuentran frente a una ventana que da a una calle. Una pareja vestida con abrigos de invierno pasa caminando y un pequeño bote con el casco azul se encuentra en el puerto.
Una tienda de recuerdos cerca del puerto de Ushuaia.
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Dos personas y un perro están parados junto a un canal de agua azul. Al otro lado del canal, hay un pequeño pueblo a lo largo de la costa, y detrás del pueblo se elevan picos irregulares cuyas laderas están cubiertas por una alfombra de bosque.
Ushuaia se encuentra en Tierra del Fuego, una isla de naturaleza salvaje y picos imponentes que se está convirtiendo en un destino turístico popular.

Ushuaia, la ciudad más austral del planeta, es la principal entrada a la Antártida. Aunque también hay cruceros que parten de Chile, Australia y Nueva Zelanda, la ubicación de Ushuaia, a unos mil kilómetros de la punta de la península antártica, en la isla de Tierra del Fuego, explica por qué acapara el 90 por ciento de las salidas.

El deseo de ver paisajes vírgenes, animales insólitos y enormes cantidades de hielo en una época de calentamiento global atrae a los turistas a los cruceros. Gabriel Chocron, cofundador de la agencia local Freestyle Adventure Travel, describió la visita a la Antártida como “lo más cercano que vas a estar a estar en otro planeta”.

Ellie Light, una viajera de 28 años de Dallas, acababa de regresar de un crucero por la Antártida y deambulaba por las tiendas de recuerdos del centro de Ushuaia, donde las figuras de pingüinos están en gran demanda. Relató los momentos más destacados: un viaje en submarino hasta el fondo del mar para contemplar arrecifes de agua fría y una zambullida polar en la que una ballena minke emergió junto a ella justo cuando estaba por saltar de una plataforma flotante.

Este tipo de experiencias extraordinarias está avivando el auge del turismo antártico. La temporada de cruceros, que antes se apegaba a los meses del verano austral, de diciembre a marzo, ahora comienza en septiembre y se prolonga hasta abril. El puerto de Ushuaia también ha crecido. En 2023, se añadieron más de3000 metros cuadradosal muelle. Hay planes para aumentar aún más la capacidad para los cruceros.

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Una calle del centro llena de edificios y automóviles desciende hasta un puerto, donde está atracado un elegante crucero blanco.
Ushuaia, con una población de alrededor de 83.000 habitantes, cuenta con aproximadamente 6200 camas disponibles para turistas en cualquier noche.

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Según la Cámara de Turismo de Tierra del Fuego, en Ushuaia hay alrededor de 6200 camas para turistas una noche cualquiera: un 40 por ciento en hoteles y al menos un 30 por ciento en alquileres temporales, lo que probablemente sea una cifra inferior a la real, pues no todos los alquileres están registrados ante las autoridades turísticas. Muchos de los hoteles del centro tienen vista al canal de Beagle, pero los alojamientos suelen ser rústicos y sencillos. Abundan los alojamientos económicos, incluido un nuevo hotel cápsula estilo japonés. Pero los turistas que busquen alojamientos de lujo no encontrarán mucho: las tres opciones de cinco estrellas son complejos naturales alejados del centro de la ciudad.

Con el objetivo de captar una parte de ese mercado de alto nivel, Meliá Hotels anunció a finales de diciembre que construiría un complejo de lujo de 50 millones de dólares en Ushuaia, con spa, piscinas techadas y al aire libre, y un auditorio con capacidad para 800 personas.

La actual falta de opciones de gama alta, dicen los funcionarios turísticos locales, dificulta sus esfuerzos por convencer a los pasajeros de los cruceros de quedarse y explorar la región.

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Una mujer con una camisa azul está sentada junto a unas ventanas con vistas a un barrio de casas pequeñas con tejados azules. Detrás de ella, numerosas plantas de interior crecen justo dentro de las ventanas.
Nolly Ramos León, de 34 años, mantiene a sus cuatro hijos trabajando como ama de llaves en un hotel en Ushuaia. La familia vive en la ladera de una montaña en la que muchos residentes han despejado las tierras para construir chozas.

Los pasajeros que pagan hasta 18.000 dólares por un crucero promedio por la Antártida podrían sorprenderse al ver cómo viven algunos de los trabajadores locales. Nolly Ramos León, de 34 años, madre soltera de cuatro hijos, lleva años viviendo en la ladera de una montaña donde la gente ha talado el bosque para construir chozas. El vecindario ofrece vistas impresionantes del puerto y los cruceros de lujo.

 

Su primera casa era una endeble estructura de nailon y madera. La nueva casa de la familia tiene mejor aislamiento para protegerla de las temperaturas, que habitualmente llegan por debajo del punto de congelación, pero sigue sin estar conectada a la red eléctrica ni a los servicios de agua y saneamiento. Ramos León obtiene parte del agua de un arroyo cercano.

Ella baja por escaleras y caminos de tierra que en invierno son peligrosos para llegar a su trabajo de ama de llaves en un hotel, donde gana alrededor de 500 dólares al mes, más las horas extras.

Según explica Ramos León, los habitantes de Ushuaia que construyeron en la ladera de la montaña lo hicieron “para poder vivir dignamente”. Al menos el 10 por ciento de los habitantes de Ushuaia viven en este tipo de asentamientos informales, con escaso acceso a los servicios públicos. “Esta casita que tengo, tardamos muchos años en hacerla”, comentó Ramos León. “A veces no teníamos ni para comer, porque estaba juntando para poder hacer esta casa”.

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Una colección de casas agrupadas alrededor de dos caminos de tierra en un claro del bosque. Detrás de ellas, los árboles se extienden hacia picos rocosos en la distancia.
Un barrio informal en un área de bosque justo fuera de Ushuaia. Estas áreas a menudo no están conectadas a la red eléctrica y pueden carecer de agua corriente y servicios de saneamiento.

La población de Ushuaia ha crecido un 45 por ciento desde 2010, a medida que los trabajadores se han mudado ahí en busca de oportunidades económicas. Sin embargo, absorber a los recién llegados ha sido difícil. Rodeada de montañas, un parque nacional y el agua, Ushuaia ha tenido poco espacio para desarrollar viviendas e infraestructura, y construir cualquier cosa en un terreno tan remoto tiene un alto costo.

La mayoría de las personas que rentan en Ushuaia gastan aproximadamente el 80 por ciento de sus ingresos en vivienda. Un departamento de dos habitaciones cuesta en promedio 900.000 pesos al mes; alrededor de 1000 dólares según el tipo de cambio oficial, de acuerdo con el grupo local de defensa de la vivienda Que Nos Escuchen. En 2023, los alquileres en Ushuaia superaban incluso a los de Palermo, uno de los barrios más de moda en Buenos Aires.
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Un tren antiguo con una bandera argentina pintada en la parte delantera echa humo mientras viaja a través de un prado rodeado de montañas y árboles.
El Tren del Fin del Mundo en el Parque Nacional Ushuaia.

Cuando el explorador Fernando de Magallanes pasó por esta isla en 1520, vio las hogueras que los indígenas hacían en la orilla y la bautizó como Tierra del Fuego. Gran parte de la isla, hoy dividida entre Argentina y Chile, sigue siendo un territorio prácticamente salvaje.

Quienes visitan la isla pueden ver pingüinos y leones marinos, hacer senderismo entre los glaciares del Parque Nacional Tierra del Fuego y esquiar en Cerro Castor, que permanece abierto más tiempo que cualquier otro centro de esquí argentino.

Tierra del Fuego es uno de los muchos atractivos turísticos de la Patagonia, que normalmente incluyen al colosal glaciar Perito Moreno, cerca de El Calafate; Puerto Madryn, un punto clave para la observación de ballenas; y la idílica ciudad de montaña de Bariloche.

Una playa escarpada rodeada de rocas cubiertas de musgo, hierba y árboles con aguas azules y ondulantes que se extienden hasta un horizonte de picos dentados y nevados.
Una playa en el Parque Nacional Ushuaia, uno de los destinos en los itinerarios de muchos viajeros por Patagonia.

“Como para el argentino es un sueño conocer París, creo que para mucha gente del mundo hoy día es un sueño conocer Patagonia”, afirmó Mariano Sánchez, guía turístico de Tierra Turismo, una agencia local que ofrece excursiones en camionetas todoterreno.

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Gaviotas y otras aves se elevan sobre una colina baja cubierta de hierba y arbustos.
La naturaleza y la fauna atrajeron a muchos de los 640.000 turistas que visitaron la parte argentina de Tierra del Fuego el verano pasado.

El verano pasado, casi 640.000 turistas visitaron la parte argentina de Tierra del Fuego, superando con creces a los 190.000 habitantes de la provincia.

El auge ha reconfigurado el negocio de Silvana Ponce. Su agencia de turismo, Latitud Ushuaia, pasó de tener seis empleados a 28 desde comienzos de 2020. En su recorrido estrella, los visitantes acompañan a pescadores locales para capturar y cocinar la centolla, el cangrejo real del sur.

Un paraíso remoto en peligro
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Dos personas con abrigos amarillos de invierno y chalecos salvavidas sacan cangrejos reales de una red con sus propias manos.
En algunos tours, los visitantes pueden acompañar a pescadores locales para capturar y comer la centolla, una delicadeza local también conocida como el cangrejo real del sur.

Como ocurre con otros destinos turísticos limitados por su geografía y en lucha por equilibrar la vivienda con el turismo, Ushuaia tiene pocas opciones que resulten aceptables para todos. Han surgido propuestas para expandir los límites de la ciudad, pero muchos temen que podrían causar más perjuicios que beneficios. Algunos actores del sector turístico creen que frenar el crecimiento tanto de la ciudad como de la industria podría ser clave para conservar el atractivo de la región como un remoto paraíso natural.

“Creemos que podemos recibir mucho más turismo, pero creemos que este es el momento adecuado para comenzar a diseñar algunas directrices que nos permitan no perder el control de este crecimiento”, afirmó Lovece, de la Fundación Ushuaia XXI.

El año pasado, el presidente Javier Milei eliminó la ley argentina de control de alquileres, una de las más estrictas del mundo. Esto dejó a muchos residentes de Tierra del Fuego —la provincia con mayor proporción de inquilinos frente a propietarios— en una situación aún más difícil, según activistas de la vivienda. Para aliviar un poco la situación, en años recientes las autoridades locales impusieron una moratoria sobre el registro de nuevos alquileres de Airbnb, pero han sido en gran medida incapaces de acabar con la proliferación de unidades sin licencia.

En un comunicado, la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida (IAATO, por su sigla en inglés), que representa a la industria turística antártica del sector privado, afirmó que la mayoría de los cruceristas se alojan en hoteles y no en alquileres privados durante su estancia en Ushuaia, y citó el “compromiso de fomentar un equilibrio sostenible entre el turismo y el bienestar de la comunidad en Ushuaia”.

Un crucero iluminado atracado en un plácido puerto por la noche.
Cada viajero a la Antártida genera alrededor de cinco toneladas de emisiones de dióxido de carbono por viaje, contribuyendo al cambio climático en una región que ya se está calentando a un ritmo más rápido que el resto del mundo.

Las vacaciones en la Antártida también tienen un gran impacto en el medioambiente: cada viajero genera alrededor de cinco toneladas de dióxido de carbono por viaje, lo que equivale aproximadamente a la cantidad de contaminación por carbono que produce una persona promedio en todo un año; en el caso de un estadounidense promedio, son casi 16 toneladas. La Antártida se está calentando a un ritmo más rápido que el resto del mundo, y el aumento de las temperaturas ya está modificando el paisaje que rodea a Ushuaia. Este año, durante un verano más caluroso de lo normal, una popular formación de hielo y roca del Parque Nacional Tierra del Fuego se derrumbó.

Según la IAATO, los cruceros ayudan a crear conciencia y convierten a los clientes que pagan en embajadores para la protección de la Antártida. Sin embargo, los ecologistas afirman que ha llegado el momento de plantearse limitar el número de cruceros o prohibir el turismo al menos en algunas partes del continente.

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Un pingüino que camina por una playa de guijarros levanta un ala y abre su pico naranja.
La oportunidad de ver pingüinos y otros animales probablemente seguirá atrayendo a más visitantes mientras Ushuaia intenta promover el turismo, proporcionar vivienda y preservar la naturaleza salvaje de la región.

Los activistas de la vivienda en Ushuaia también se preocupan por el futuro, ya que cada vez es más difícil pagar una casa. “Va a llegar un momento que va a ser todo turistas en Ushuaia”, dijo María Elena Caire, presidenta del grupo de vivienda Que Nos Escuchen. “¿Y quién los va a atender? Porque los residentes no tienen dónde vivir”.

Fuente: The New York Time

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