La nota de marras apunta a que Tierra del Fuego, se convierta en productora de salmones cultivados y deja entrever un pedido al Presidente para derogue el Régimen de Promoción Industrial y también la derogación de la Ley que prohíbe la salmonicultura en mares, ríos, lagos y lagunas de toda la provincia.
Esta norma fu aprobada por unanimidad en la Legislatura Provincial y fue impulsada por organizaciones ambientalistas provinciales y nacionales.
Todos los estudiosos y entusiastas del desarrollo económico saben que existen tres palabras mágicas: salmones y cerezas chilenas. Y esas palabras estuvieron presentes –por primera vez– en un discurso ofrecido por el presidente argentino Javier Milei.
“¿Saben cuánto exporta Chile en cerezas? Cincuenta veces más que la Argentina, no cinco: cincuenta veces más. ¿Saben cuánto exporta Chile en salmón por año? 6000 millones de dólares. ¿Nosotros? Bien, gracias. Imagínense todo el potencial que hay”, explicó Milei durante un discurso ofrecido en la inauguración del Foro Mundial Económico que se desarrolla en la ciudad de Buenos aires.
El presidente aseguró además, en referencia al agro, que su “potencial estuvo aplastado por décadas por el régimen extractivo, que los usaba como fuente de divisas para financiar el capitalismo de amigos”. Si bien habló en pasado, esa sigue siendo la realidad presente en la agroindustria argentina. De todas maneras, la mención realizada por Milei implica un gran avance porque significa –quizás– que probablemente “la está viendo”.
Desde Bichos de Campo nos cansamos de publicar artículos al respecto porque son un espejo explícito en el cual se muestran los logros alcanzables cuando se tiene un plan (como es el caso de Chile) y las oportunidades perdidas cuando se carece de uno a pesar de contar con grandes recursos disponibles (Argentina).
El primer paso para alcanzar un logro de tales características es contar con una macroeconomía ordenada y el gobierno de Milei claramente está trabajando en ese sentido. Pero esa condición necesaria no es suficiente.
Chile logró aprovechar las oportunidades presentes a escala global al tener un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China y EE.UU., los dos mayores importadores de alimentos de mundo. A cambio, debió abrir su economía para competir en rubros en los cuales no se destaca, lo que representó y representa desafíos que aún siguen presentes.
Sin embargo, en el caso de los sectores en los cuales es competitivo, eso permitió crecimientos explosivos de inversiones, empleo y exportaciones. Cerezas y salmones son dos ejemplos extraordinarios. Pero existen otros que, si bien no son tan exitosos, también resultan relevantes al sumarlos entre todos.
No ensamblan teléfonos celulares, ni lavarropas, ni computadoras ni heladeras. Los consumidores chilenos pueden acceder a la mejor tecnología con precios accesibles. Y así es factible mantener la inflación a raya.
No es el caso de la Argentina, donde un grupo de parásitos, avalados por el Estado, se escuda detrás de un régimen de promoción industrial en Tierra del Fuego que, luego de cinco décadas, exige mantener los privilegios para seguir esquilmando a los consumidores argentinos a costa no sólo de beneficios impositivos, sino de barreras proteccionistas que hacen inviable la posibilidad de negociar un TLC con China y EE.UU. para pasar a jugar en la misma “liga” que Chile.
La ironía, en el caso de salmón, es que Chile no se autoabastece de maíz y harina de soja, lo que implica que debe importarla para poder producir salmónidos cultivados. Y la Argentina es el principal proveedor de esos recursos.
La segunda gran ironía es que Argentina podría aprovechar su gran producción de granos para transformarse en un gran productor y exportador de salmones cultivados en Tierra del Fuego, pero esa provincia aprobó un proyecto para prohibir la actividad en la región. Más que una ironía, es un chiste de mal gusto.
El mismo régimen de promoción que fue extendido por decretos de Alberto Fernández y Sergio Massa puede ser liquidado por un decreto de Javier Milei para así recuperar recursos tributarios indispensables en la actual coyuntura y comenzar a preparar el terreno para una negociación arancelaria con China y EE.UU., entre otros países.
Es muy didáctico hablar de las cerezas y los salmones chilenos para mostrar el fracaso del modelo proteccionista argentino. Pero después hay que tener la voluntad y la visión para hacer frente al problema porque, de lo contrario, la cuestión queda solamente en discursos para la “tribuna”.
Con información de Bichos de Campo.
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