El ingreso disponible es algo más que el salario real El salario real caerá por cuarto año consecutivo

Argentina 12/09/2021.- Al cierre del año pasado, la reapertura de actividades restringidas por la pandemia y la suba de los tipos de cambio paralelos marcaron una aceleración de la inflación que puso a los precios por delante en la carrera nominal. Desde entonces, estos les ganaron a los salarios, como venimos viendo desde hace algunos años: la inflación fue de 43,5% entre septiembre del año pasado y el último junio, período en el que los sueldos avanzaron menos de 40%.

Tomando nota de esta dinámica y con el semestre electoral por delante, hace algunos meses el gobierno convalidó una mayor nominalidad, propiciando incrementos salariales superiores a 40% a gremios de empleados estatales, bastante por encima de la pauta oficial original del 29%. Además, también alentó nuevos acuerdos paritarios de aquellos sindicatos que habían quedado “atados” a este número. Como estos aumentos suelen ser escalonados, buena parte de la mejora se hará notar en el bolsillo a lo largo de la segunda mitad del año cuando, producto del ancla cambiaria y tarifaria, se combinará con la desaceleración de la inflación -que pasará de un promedio mensual de 3,8% en la primera mitad del año menos de 3% en la segunda parte -. Esto implica que el salario formal real exhibirá una paulatina recuperación durante el segundo semestre del año, aunque no en una medida suficiente como para evitar que caiga en torno a 3% en el promedio anual, una cifra similar a la observada durante el 2020. Así, el salario real acumulará su cuarto año consecutivo en rojo y cerrará el año casi 6,5% por debajo del promedio de 2019, mostrando un nivel casi 20% inferior al de 2017. 

 

¿Esta medida es suficiente para analizar la dinámica del consumo?  

 

El salario formal real es un termómetro de la actividad económica y una referencia de fácil cálculo para analizar la posible evolución del consumo. No obstante, solo contempla la dinámica a la que está expuesta una de cada tres personas que posee ingresos y apenas la mitad de la masa total de ellos. Por este motivo, un análisis del poder de compra que solo considere esta variable es incompleto: también hay que mirar la dinámica de las jubilaciones, asignaciones y del nivel de empleo de las diversas modalidades.  

 

Por otro lado, el IPC es el deflactor más utilizado para medir el salario real. Sin embargo, la inflación a la que se enfrenta cada hogar lejos está de ser homogénea. Por caso, una pareja de jubilados, que gastan más en salud, tiene una inflación diferente a la de un soltero joven que alquila, que destina una mayor proporción de su gasto a servicios -vivienda y esparcimiento-. Si miramos la inflación a la que se enfrentan una familia de clase alta -que gasta más en servicios y bienes no esenciales- y un hogar de bajos ingresos -que consume una mayor proporción de alimentos y servicios básicos- también queda claro que los cambios en precios relativos, como aumentos de tarifas o saltos del tipo de cambio, afectan su poder adquisitivo de manera diferente. Al mismo tiempo, parte del consumo de los hogares es ineludible -o inelástico- como alquileres, expensas, educación, salud o servicios públicos. Por lo tanto, cambios en precios relativos que afecten a estos productos podrían reducir la capacidad de compra del resto de bienes y servicios.  

 

Esta última dimensión sirve para, junto a la estructura de ingresos y gastos de los hogares, construir el Ingreso Disponible Ecolatina (IDE). Este indicador refleja la masa de recursos que puede ser destinada al consumo de bienes y servicios que no comprenden los mencionados gastos ineludibles. 

Informe de Ecolatina para www.lalicuadoratdf.com.ar

loading...

Etiquetas:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *