Un nuevo paquete de estímulo en Brasil

Lun 16 11:35 hs.-La economía brasileña se desaceleró fuerte 2011. El crecimiento del PIB fue de 2,7%, muy por debajo del 7,6% de 2010. La industria creció apenas 1,6% mostrando incluso un leve retroceso en el último trimestre. Desde agosto de 2011, se lanzaron un conjunto de estímulos fiscales, crediticios y comerciales para apuntalar la competitividad. También se redujo 275 pbs. la tasa de interés (Selic) que volvió al dígito (9,75%) luego de casi dos años.

La pérdida de competitividad es atribuida al masivo ingreso de capitales, que crecieron 129% entre 2006 y 2010. Como correlato el tipo de cambio real se ubica actualmente 29% por debajo del promedio de los últimos quince años.
Los primeros datos recolectados en 2012 no dan cuenta de una mejora en la actividad: en enero cayó cayó 0,1% s.e., mientras que en el primer bimestre la industria retrocedió 0,2% s.e.
Es en este marco que el Gobierno del Brasil lanzó un nuevo paquete de medidas que apuntan a aumentar la competitividad de la economía, fortalecer el comercio exterior y retomar así una senda de mayor crecimiento del producto.
Las autoridades buscan contrarrestar la apreciación del Real mediante acciones cambiarias (tipo de cambio administrado, reducción de la Selic y acumulación de reservas).
A través de exenciones impositivas a los productos industriales y a la inversión, la eliminación de los aportes patronales para la previsión social y un mayor financiamiento de las exportaciones, se busca reducir el “costo Brasil”.
Factores estructurales (amplio spread de la Selic con las principales tasas de referencia mundiales, sólido perfil de deuda y buenas perspectivas de crecimiento) moderan las eventuales ganancias de competitividad al favorecer el masivo ingreso de capitales.
El impacto final de las nuevas acciones de Brasil sobre la economía argentina resultaría positivo en la medida en que efectivamente afecte de manera positiva el crecimiento de la economía brasileña.

La industria brasileña estancada en el mar de liquidez global

La desaceleración de la economía brasileña no resulta novedosa . En 2011 el crecimiento del PIB fue de 2,7%, muy por debajo del 7,6% de 2010. En términos sectoriales, la industria fue el principal foco de preocupación, ya que registró una caída de 0,5% sin estacionalidad (s.e.) en el último trimestre del año.
En este contexto, y con la inflación cayendo (hoy ya por debajo de 6%), desde agosto del año pasado el Gobierno brasileño rebalanceó sus objetivos de política económica a favor de estimular la actividad (antes el control de la inflación era la principal meta). Más precisamente, sin depreciar fuerte el Real (por el gran flujo de capitales y para no presionar sobre los precios) el Ejecutivo del país vecino lanzó un conjunto de estímulos fiscales, crediticios y de defensa comercial con el objeto de apuntalar la industria, a través del denominado Plan “Brasil Maior”.

Si bien el consenso de mercado apunta a un crecimiento para 2012 un escalón por encima al de 2011 –superior a 3%-, los primeros datos recolectados del año no dan cuenta de una mejora: el nivel de actividad cayó 0,1% s.e. en enero, mientras que en el primer bimestre la industria retrocedió 0,2% s.e.
El principal problema de la economía brasileña es la pérdida de competitividad. En este marco, la política monetaria también se redireccionó en favor de la actividad económica. Desde agosto del año pasado el Banco Central redujo 275 p.b. la tasa de referencia (Selic), que volvió al dígito (9,75%) después de 22 meses, mientras se esperan nuevos recortes para los próximos meses.
La reducción de la tasa de interés desincentiva el ingreso de capitales y la apreciación del tipo de cambio, fuente principal del deterioro de la competitividad. En este sentido, el Gobierno brasileño ha responsabilizado a los bancos centrales de los países avanzados de las masivas inyecciones de liquidez que incentivan el flujo de capitales hacia las economías emergentes.

En efecto, entre 2006 y 2010 (último dato disponible) el ingreso de capitales al total de países emergentes creció 40%; a los BRIC’s , 80%; y a Brasil en particular, 129%. Esto explica el salto en la participación de los flujos de capitales que muestra el gráfico anterior.
Como correlato, desde 2008, el Tipo de Cambio Real (TCR) de Brasil se apreció 15,2%, siendo la quinta economía que más se apreció en términos reales –tercero entre los emergentes- sobre un total de 61 países para los que el BIS (Bank of International Settlements) elabora un índice. Desde una perspectiva de largo plazo, la apreciación es todavía más significativa: el TCR brasileño se encuentra 29% por debajo del promedio de los últimos quince años –ocupando el segundo lugar en el ranking-.
A través de las rebajas en la tasa de interés logró que el Real se depreciara 19% entre agosto y diciembre del año pasado. Sin embargo, estabilizada la situación europea, el Real revirtió esta tendencia y volvió a apreciarse casi 8% en el primer trimestre. La extensión del impuesto al ingreso de capitales y la vocación del Gobierno para mantener un piso de US$/$R 1,80, impulsaron una nueva depreciación del 6% en las últimas semanas.
Es en este marco que las autoridades brasileñas adoptaron una serie de medidas complementarias para apuntalar la competitividad de su economía.

Un nuevo impulso a la competitividad y el crecimiento
El Gobierno del Brasil lanzó un nuevo paquete de iniciativas que incluye medidas cambiarias, fiscales, crediticias y comerciales, que apuntan a aumentar la competitividad de la economía, fortalecer el comercio exterior y retomar así una senda de mayor crecimiento del producto.

Tal como se mencionó en la sección anterior, las autoridades buscan contrarrestar la apreciación del Real mediante acciones cambiarias tales como la extensión del impuesto a las transacciones financieras hacia operaciones de mayor madurez, una creciente acumulación de reservas y la reducción de la Selic.
A través de exenciones impositivas a los productos industriales de algunos sectores (textil y calzado, electrodomésticos y automotriz, entre los principales) y la eliminación de los aportes patronales para la previsión social (compensados en parte con una alícuota de entre 1% y 2,5% sobre la facturación total) se busca reducir el costo de la producción interna. Asimismo se reducen los impuestos a la inversión en infraestructura y transporte con el fin de disminuir los costos de logística. Además, el Gobierno presentó un esquema de márgenes de preferencias hacia bienes y servicios brasileños en las compras gubernamentales de hasta 25% por sobre productos importados.
La nueva etapa del Plan contempla, también, un mayor financiamiento de las exportaciones (los costos asociados al pre y al post-embarque) y un aporte adicional de US$ 25.000 millones por parte del Tesoro al Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) destinado al crédito a la inversión en transporte, bienes de capital e innovación con tasas subsidiadas y mayores plazos.
Por último, mediante controles más estrictos se busca reducir el impacto sobre la industria que genera el ingreso de productos extranjeros en competencia desleal (sobre todo de China).
Sobre estos cuatro pilares se asienta el impulso a la competitividad, con particular acento sobre la industria y la inversión (que en la actualidad representa tan sólo 19% del PIB de Brasil ).
Sin embargo, aún en un escenario donde las medidas adoptadas rindan resultados positivos, pesan sobre el Real factores de carácter estructural que moderarán eventuales ganancias de competitividad. Por caso, el spread de la Selic con las principales tasas de referencia es holgado, mientras que el stock de deuda, el perfil de vencimientos, y las perspectivas de crecimiento resultan muy favorables en comparación al de las economías avanzadas; todos elementos que favorecen el masivo ingreso de capitales financieros.
Así, el tipo de cambio real de largo plazo permanecería entre 20% y 30% por debajo del promedio de los últimos 15 años, y la industria continuaría creciendo por debajo del PIB en el mediano plazo.
Desde luego, las posibles ganancias de competitividad por parte de Brasil mediante estas nuevas medidas son, en principio, pérdidas en el mismo sentido para la Argentina en el intercambio comercial con su principal socio. Es decir, la baja en los costos de producción, transporte, inversión y exportaciones asociados a los productos brasileños (el “costo Brasil”), sin dudas los harán más atractivos frente a los producidos localmente.
Sin embargo, y tal como se sostiene desde sectores industriales en nuestro país, en la medida en que las acciones de las autoridades brasileñas tengan un efecto considerable sobre la actividad económica, dicha pérdida de competitividad por parte de Argentina puede más que compensarse con un incremento en la demanda externa de Brasil (es decir, en las exportaciones argentinas hacia dicho país).
El impacto final de las nuevas medidas sobre la economía argentina dependerá de este balance entre la pérdida de competitividad relativa y las ganancias por el crecimiento del país vecino. Dado que el comercio bilateral parece estar más influenciado por los diferenciales entre las tasas de crecimiento entre ambos países, es probable que en un año con desaceleración de la actividad en Argentina, si las medidas tienen un impacto positivo en Brasil nuestro país se vea beneficiado en el intercambio comercial.

Fuente:Ecolatina.

Director Economista:Roberto Lavagna.

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