La Mandataria inició su discurso señalando que “cuando el 24 de marzo de 1976 el país despertaba con la noticia del golpe de estado, seguramente eran pocos los que podían prever el infierno que se desencadenaría después de esa decisión”, y tal como aconteció con el nazismo “hubo un pueblo que no podía ver lo que debía, porque no podía pensar que eso estaba pasando”, citando en ese sentido la frase de Hanna Arendt: ‘lo impensable fue pensable y lo imposible fue posible’.
Recordó las condiciones económicas, sociales y políticas que reinaban en el país tras la muerte del Presidente Juan Domingo Perón, donde pocos podían vislumbrar que “esa pérdida de liderazgo político y dirigencial no iba a ser resuelta en los años subsiguientes”, y que además “el avance de la Triple A aún en la existencia de un gobierno que había llegado por las urnas, no nos permitía ver qué era lo que luego iba a pasar”.
“Las raíces de los miedos desencadenados durante el proceso militar siguieron creciendo y abonando la tierra a lo largo de estos 36 años” sostuvo la Gobernadora. “Es la única explicación que encuentro para que en este acto estemos presentes funcionarios y representantes y no un pueblo diciendo nunca más”, consideró.
“Lo cierto es que el proceso no sólo expresaba su brutalidad con quienes por estudiar, pensar, trabajar, alfabetizar, catequizar, discutir derechos laborales, por decir que el Evangelio en la Tierra era posible, por expresar solidaridad con un pueblo hermano o simplemente por no agachar la cabeza, eran considerados sospechosos, y por esa razón eran privados de todos y cada uno de sus derechos personales”, sino que también “el régimen avanzó en un proceso de distribución de riquezas que consolidara una estructura social y económica que viniera a tranquilizar los ánimos de esos civiles y empresarios cuya complicidad fue absolutamente imprescindible para que este horror sea real”.
Ríos continuó diciendo que aquellas “no eran épocas en las que se hablara de derechos humanos”, y que “muchos de los que despertaron ese 24 de marzo, sintieron una sensación de tranquilidad. Pensaron que esa dictadura venía a ordenar lo que se había desordenado. Imponiendo el orden por delante de la libertad”.
“Que cada 24 de marzo sea una apuesta de todos por seguir diciendo que la libertad está por sobre el orden; que la libertad es lo que nos permite elegir los caminos de construcción de una sociedad; que la libertad que nace de la existencia de la vida debe ser defendida por todos y cada uno, y que los horrores de esa dictadura deben ser expresados por un pueblo que diga no olvidamos ni perdonamos. Memoria, verdad y justicia por los 30 mil compañeros desaparecidos, para que su muerte no sea en vano y comprometámonos cada día en la construcción de un país más justo”.
“Si uno puede poner una palabra, lo único que podría decir es gracias a los compañeros que resistieron militando. Uno solamente puede decir gracias a aquellos que entregaron su vida por una causa. Solamente puede decir gracias a un Rodolfo Walsh, que con una claridad suprema en el año 77 se jugaba la vida entregando una carta para ser después alcanzado por las balas asesinas, advirtiendo al pueblo argentino que las consecuencias de la dictadura no se limitaban a la desaparición de personas, sino que establecía un sistema que pretendía la destrucción de una clase dirigencial que apuntara y trabajara por la vigencia completa de los derechos humanos”, concluyó.
La ceremonia se llevó a cabo en la Plaza de la Memoria, Verdad y Justicia de la ciudad de Ushuaia, y contó con la presencia además del Vicegobernador Roberto Crocianelli, funcionarios del Ejecutivo provincial, legisladores, concejales, autoridades consulares, organizaciones gremiales y de derechos humanos, y ex presos políticos.