Una descarada manera de utilizar a los pobres

La decisión que generó más expectativa en este tiempo preelectoral llegó en el escenario más inesperado. Subido a unas precarias maderas ubicadas en el medio de un basural de Villa Lugano, Mauricio Macri anunció finalmente en la tarde de ayer que competirá por la jefatura de gobierno porteño en las elecciones del 3 de junio. Con un discurso corto y proactivo, Macri le respondió al presidente Néstor Kirchner (que lo había acusado de no competir en la Nación por «miedo») que él no es «un gallo de riña» y dejó claro que hasta después de los comicios porteños no definirá a quién va a apoyar en las elecciones presidenciales de octubre.

Macri se reunió primero con los legisladores, diputados y dirigentes que lo siguen, y, después de comunicarles su decisión, convocó a los medios a una conferencia de prensa para hacer el anuncio formalmente.

Sin embargo, el escenario no fue nada formal. Rodeado por los niños del barrio y con la basura de fondo, Macri buscó con su gesto mostrar algunos de los problemas que afectan a los porteños.

«Hoy desde acá les digo que vuelvo a ser candidato a jefe de gobierno», anunció el diputado, que habló unos 15 minutos y pronosticó que ganará.

«Salgo con los tapones de punta contra los problemas; mis enemigos no son los otros candidatos, sino los problemas de la ciudad», enfatizó, con una metáfora futbolera, para diferenciarse de los ataques cruzados que hasta ahora caracterizaron la campaña porteña.

En un mensaje más filoso que conciliador, Macri respondió a los ataques de Kirchner: «Yo no soy un gallo de riña, lo que busco son soluciones. No vengo a pelear, que se busque a otro». Más adelante, con ironía, reflexionó sobre la mala suerte de los argentinos.

«Uno ve la película Happy Feet [un film animado sobre pingüinos que acaba de ganar un premio Oscar] y los ve a todos contentos. A nosotros nos tocó el único pingüino que está siempre de mal humor», bromeó, en obvia referencia a Kirchner.

Con diplomacia, Macri agradeció a los que querían que compitiera por la presidencia, pero se escudó en los problemas irresueltos de los porteños y en los seis años que llevan él y sus equipos trabajando en la ciudad para rechazar esa opción.

«Tengo un compromiso con los vecinos, amo a esta ciudad y siento que podemos resolver sus problemas. Les agradezco a los que me han manifestado su apoyo [para la presidencia] en todo el país, pero tengo un compromiso con mi ciudad», repitió. Semanas atrás solía repetir que estaba «trabajando para ser presidente».

En ese sentido, quedaron misterios por develar: el presidente de Boca dijo que sólo después de los comicios porteños definirá a qué candidato presidencial apoyará en octubre, pero no descartó que el elegido sea finalmente Roberto Lavagna, Ricardo López Murphy o Jorge Sobisch.

Dos horas antes de las conferencia de prensa, Macri había reunido a toda su tropa en la sede de Compromiso para el Cambio (CPC), en Alsina al 1300, para anunciarles su decisión.

Les contó que en su ronda de consultas casi todas la opiniones le habían aconsejado postularse en la ciudad. También, que percibía un cambio de ambiente favorable a su candidatura, y que la decisión de Jorge Telerman de adelantar las elecciones había terminado de decidirlo.

Campaña dura

«Les pido su apoyo, porque va a ser una campaña dura», les dijo un Macri exultante al medio centenar de dirigentes reunidos en CPC, según contaron a LA NACION cuatro de los presentes.

«El pedido de la gente fue decisivo. La expectativa es ganar en primera vuelta, y las encuestas muestran que estamos cerca», explicó Horacio Rodríguez Larreta, coordinador de la campaña.

Macri cree que esta vez ganará la jefatura de gobierno que en 2003 perdió por poco ante Aníbal Ibarra. Lo convencieron los consejos del consultor político ecuatoriano Jaime Durán Barba (ausente con aviso porque salió del país) y las encuestas que lo muestran cabeza a cabeza con Telerman en un eventual ballottage.

Además de los macristas llegados de la Capital y la provincia, en la reunión le dieron su apoyo sus aliados de Recrear y del peronismo porteño.

«Aunque habíamos privilegiado la construcción nacional, reconocemos que ganar en la ciudad y mostrar su capacidad de gestión sería muy valioso», admitió a LA NACION el diputado de Recrear Pablo Tonelli, escoltado por sus pares Esteban Bullrich y Hugo Martini.

Algunos macristas también preferían una candidatura nacional, pero ayer cerraron filas tras su jefe partidario.

«A los bonaerenses nos convenía más como líder nacional, pero él tenía dos caminos para ser presidente en 2001 y optó por éste. Lo respetamos y acompañamos», se sinceró el diputado Eugenio Burzaco.

Mañana Macri los recibirá otra vez a todos para la primera reunión de campaña, y estrenará su traje de candidato porteño.

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