Isabel Stratta.
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En la mitología griega Hefestos, personificado en un herrero, era el dios del fuego y de la fragua, de los metales y la metalurgia.
Hoy en día, a Hefestos le saldría caro ejercer su oficio: los precios de los metales baten récords, impulsados por la demanda alta, restricciones en la oferta y un crecimiento de las actividades especulativas. Los mercados de commodities, la cenicienta de los 80 y los 90, estuvieron atrayendo en lo que va del año dinero que antes iba a parar a otros activos.
El oro alcanzó los 734 dólares la onza el jueves, después de pasar el martes los 700 dólares, un récord en un cuarto de siglo. Hace un año la onza valía 300 dólares menos. Al oro lo empujan la preocupación por la inflación y el dólar bajo, frente a los cuales actúa como valor refugio. El viernes se replegó levemente, pero cerró cerca de los 720 dólares.
Pero también otros metales con usos básicamente físicos como el cobre, el zinc y el níquel se han disparado, impulsados por la buena salud de la demanda mundial y el apetito de los fondos de inversión que han decidido saltar a ese barco. El rojizo cobre emite un brillo furibundo: su precio avanzó más del 80% en lo que va del año. El viernes —pese a una toma de ganancias en la Bolsa de Metales de Londres que rebanó algo de su ascenso— cerró la semana un 10% por encima de la semana previa.
También el zinc y el níquel batieron todos sus previos récords en la semana que pasó. El aluminio está en su nivel máximo en 27 años. La plata duplicó su valor en un año. «No hay indicios de cuándo va a terminar este ciclo extraordinario y resistente», dijo el jueves a la agencia Bloomberg Nick Moore, un veterano analista del sector en ABN Amro Holding. «Todos los días me sorprende que los precios sigan subiendo».
Pese a que muchos analistas ya empiezan a ver cerca el fantasma de una «corrección», los metales están ofreciendo rentabilidades que otras inversiones, como la bolsa y los bonos, no pueden emular: entre enero y mayo, el índice bursátil Standard & Poor’s 500 subió 5% y la deuda pública de los Estados Unidos bajó un 1,4%, según cifras de Merrill Lynch. Los futuros del cobre en Shanghai subieron 67% en el mismo período.
Si bien el alza supone grandes beneficios para los fondos de inversión y las mineras, empresas como Nexans, el mayor fabricante de cables del mundo, se quejan de que la especulación está haciendo subir el costo de sus materias primas y comprimiendo sus ganancias. El International Wrought Copper Council, que agrupa a empresas elaboradoras de cobre, le pidió a la bolsa de metales londinense el 25 de abril que fijara límites a las inversiones especulativas.
Oferta tensa
Sin embargo, una de las razones que reforzaron los bríos de los precios de los metales base este mes fue una advertencia sobre limitaciones en la oferta. BHP Billiton, la mayor minera del mundo, calificó el 4 de mayo la demanda mundial de metales industriales de «saludable» y las existencias de «bajas». Desde Indonesia a México, hay problemas en el nivel de suministro por causas que van desde huelgas (como la de la mina mexicana La Caridad, que lleva siete semanas) hasta escasez de equipos y trabajadores. BHP Billiton aseguró que todas sus minas están trabajando «al máximo de sus posibilidades».
La actual onda ascendente comenzó en el 2002, cuando, después del derrumbe de las acciones de Internet, muchos inversores estuvieron dispuestos a olvidar la Era de la Información por la más corpórea Edad de los Metales. Los commodities, inversiones clásicamente más «sucias», venían de dos décadas de mala suerte.
En los veinte años comprendidos entre 1979 y 1999, el índice Goldman Sachs de precios spot de commodities bajó 1% por año. Menos incentivadas, las mineras postergaron o cancelaron inversiones.
Pero la voracidad de la industrialización china y el aumento del nivel de vida de las clases medias urbanas en ese país levantó en lo que va del siglo la demanda de toda clase de commodities, desde petróleo hasta azúcar, y especialmente de metales que se usan en la construcción de edificios y en la fabricación de autos y electrodomésticos. Esa demanda no pierde aire: China podría crecer mas del 10% en el segundo trimestre.
Y aunque ahora no faltan empresas interesadas en invertir, la oferta de metales no se amplía de la noche a la mañana. El tiempo que una mina necesita para empezar a producir se cuenta en años.
En algunos casos, los metales se vuelven, además, más difíciles de extraer. La empresa nacional chilena Codelco, el mayor productor de cobre del mundo, dijo en enero que la producción bajaría en los próximos dos años porque el contenido de cobre de sus minas declina.
Cables a tierra
¿Qué tienen que ver los frecuentes cortes de luz en las zonas industriales de China con el aumento del precio mundial del cobre? Casi todo. China, en proceso de industrialización y de urbanización que le exige ampliar su insuficiente oferta eléctrica, agregó el año pasado 67.710 MW a su capacidad de generación existente y este año sumará casi 70.000 MW más. De aquí al 2008, su plan de desarrollo electrico prevé agregar 60.000 MW anuales a la capacidad instalada, lo que equivale a sumar una España entera por año, o más de dos Argentinas.
China es el principal país mundial en el consumo de cobre; pasó en el 2003 a los Estados Unidos, hoy segundos. Y el sector eléctrico chino es el mayor cliente mundial individual de ese commodity: se lleva el 11%, según un cálculo del diario Financial Times. Y aunque ha sido parcialmente sustituido en la construcción, donde los caños de plástico son reemplazantes aptos, la generación y distribución eléctrica siguen siendo cobre-intensivas. Eso le da a la demanda cierto grado de rigidez.
Impacto amortiguado
A diferencia de los años 70, cuando la inflación se desbocó y el crecimiento se congeló, hoy no hay un cuadro de estanflación detrás del alza de los commodities. El semanario The Economist enumeró, un mes atrás, una serie de razones por las cuales el alto precio de las materias primas no ha agitado demasiado el avispero inflacionario. Una es que las exportaciones baratas de China mantienen bajo el nivel de precios en el mundo.
Otra razón es que el componente de metales en la economía mundial está bajando, y también la intensidad con la que las industrias usan materias primas: los autos se hacen con menos acero, por ejemplo. Como resultado, según The Economist, el peso de las materias primas en la inflación ha disminuido.
Otros análisis destacan que, en un cuadro de gran competencia, los fabricantes de productos terminados y semiterminados no están en condiciones de trasladar a los precios el mayor costo de sus materias primas.
Sin embargo, el fantasma de la inflación está lejos de haber muerto, como lo muestra la suba a 5 puntos de la tasa de interés de referencia en los Estados Unidos, y la señal de que podría seguir una nueva suba en la próxima reunión de la Fed.
¿Todo lo que sube baja?
La galopante suba del precio de los metales ha suscitado, en los últimos días, pronósticos pesimistas, según los cuales la corrección estaría a la vuelta de la esquina. Brokers y analistas encuestados la segunda semana de mayo por la revista australiana Access Economics estimaron que los precios de los commodities estarían prestos para una caída de hasta el 50% en los próximos dos años.
«Estos niveles de precios no pueden justificarse sólo por los fundamentos», dijo al diario The Washington Post Christoph Eibl, jefe de trading de commodites en la suiza Zug. «Es cierto que todavía no se llegó al punto máximo del mercado, pero el riesgo de una caída es muy alto».