Guía práctica para entender la nebulosa del kirchnerismo

La inorgánica construcción de poder muestra un complejo rompecabezas donde figuran justicialistas, radicales, ex duhaldistas, ex frepasistas, ex aristas, dirigentes sociales y sindicalistas ortodoxos. Entre la figura de Néstor Kirchner y los votos que lo respaldaron hay una gama heterogénea de agrupamientos políticos.

Por Diego Schurman

¿Qué es el kirchnerismo? O mejor dicho, ¿quiénes conforman los sectores que hoy se llaman kirchneristas? Un funcionario K buscó explicarlo de esta manera: “El kirchnerismo es un rompecabezas. Pero es un rompecabezas donde todavía estamos buscando las fichas, porque no estamos apelando al molde formal de lo partidos”. Lo cierto es que el Gobierno no tiene actualmente una estructura partidaria, movimientista o frentista con la que se relacione orgánicamente. El kirchnerismo se apoya en un PJ tradicional pero sin una conducción representativa, un Frente para la Victoria que no tiene organicidad y una cantidad de agrupaciones y dirigentes no peronistas, algunos provenientes del PJ, otros del radicalismo, la izquierda y el centroizquierda, que tiene cada uno sus propias vías de relacionamiento con el poder político. Ese enjambre bastante difuso, al que se suman gobernadores con juego propio, expresa de alguna manera la composición del voto heterogéneo que apoyó al Gobierno en las últimas elecciones, pero no tiene estructura ni organicidad para funcionar como interlocutor o correa de transmisión, que es la función de las fuerzas políticas. Más allá de que se produzca un proceso de confluencia, decantamiento e institucionalización, lo cierto es que por ahora el único referente de poder del kirchnerismo es el propio Kirchner.

Cuando Kirchner hizo públicas sus aspiraciones presidenciales apenas reunía el 6 por ciento de las adhesiones. Finalmente ganó los comicios con el 22 por ciento. Pero el triunfo no produjo un encolumnamiento masivo del PJ. Todavía Eduardo Duhalde se mantenía omnipresente, disputando el liderazgo desde las sombras. El componente del voto de la elección legislativa de octubre, donde el Gobierno se desembarazó del duhaldismo, revela que ya en el poder Kirchner tampoco centró la construcción de poder con la ortodoxia del partido peronista, como sí hizo Carlos Menem en su momento.

No por nada el mandatario pergeña por estas horas alternativas como la de subsumir el justicialismo dentro del Frente para la Victoria; el sello le viene dando satisfacciones, y no a la inversa. Es recurrente que ante testigos indiscretos blanquee su aspiración de crear un frente transversal, con predominio ideológico de centroizquierda, que incorpore incluso a hombres del radicalismo.

Desde octubre a la fecha el peronismo comenzó a hacer honor a su tradición. Y, reconociendo el triunfo oficial, migró hacia el calor del poder desde distintas orillas, en especial la duhaldista. Esto sucedió con varios intendentes del conurbano y figuras paradigmáticas como la de Carlos Ruckauf. Sin embargo, difícilmente pueda considerarse al ex vice de Menem o a Alfredo Atanasof, un paladar negro del duhaldismo, como hombre del Presidente. Y aquí, otra vez, vuelve la pregunta. ¿Cuáles son entonces los sectores kir-

chneristas? La única respuesta posible, como dice el funcionario K, es ofrecer algunas fichas del complejo –sobre todo por el armado “inorgánico”– rompecabezas en el que no hay fronteras nítidas y sí muchos puntos de contacto:

Pingüinos: Como grupo es el más cercano en el entorno presidencial, conocen el pensamiento de Kirchner y actúan en consecuencia, aunque no tienen una estructura ni funcionamiento orgánico en común. Un representante de esta línea y que, además, maneja poder es Julio De Vido. El ministro de Planificación es hombre de extrema confianza de Kirchner, que busca adhesiones a la causa indistintamente entre gobernadores, intendentes y empresarios. El Presidente suele apelar a la lealtad que le prodigan los pingüinos –que no significa necesariamente santacruceños, aunque en su mayoría lo hayan acompañado en la provincia– para ocupar cargos. Así ocurrió a la hora de nombrar a Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher como número uno y dos en la Side, a Enrique Meyer en la Secretaría de Turismo, a Daniel Varizat en la Subsecretaría General de la Presidencia, a Ricardo Jaime en la Secretaría de Transporte o a Juan Carlos Nadalich en Desarrollo Social. Ni hablar de Alicia Kirchner y Cristina Kirchner.

Compromiso K: El secretario de Legal y Técnica de la Nación, Carlos Zannini –a la sazón, también “pingüino”–, le dio impulso a la agrupación haciendo un acto en Parque Norte. Montó base en la Capital, pero busca expandirse a todo el país tratando de ubicarse en la gama del centroizquierda. Algunos de ellos provienen del peronismo, aunque no actúan en el PJ; otros tienen origen, más o menos lejano, radical o de izquierda, como el mismo Zannini, que dijo presente en la campaña de Alicia Kirchner como senadora de Santa Cruz. Recientemente, el interventor del Correo, Jorge Di Cola, llevó el sello a su Córdoba natal, en donde inició un trabajo de seducción sobre los intendentes, muchos de ellos radicales. No es casual que un hombre clave de este sector sea el dirigente de la UCR Roberto Porcaro. De Vido colabora en el armado, aunque con exposición nula, lo mismo que el secretario de Obras Públicas, José López, y el ex chofer K y empresario Rudy Ulloa Igor. En este lote aparece el funcionario del Ettos, Carlos Vilas, que fue funcionario de la ONU en Nicaragua durante el gobierno sandinista.

PJ Capital: La conducción está a cargo de Alberto Fernández. El jefe de Gabinete y uno de los contados miembros de la mesa chica del poder tiene la tarea del armado kirchnerista en Capital. Le responden la titular del PAMI, Graciela Ocaña –ex ARI–, el ministro de Educación, Daniel Filmus, el funcionario del Ministerio de Salud Héctor Capaccioli, y el ex legislador porteño Víctor Santa María, entre otros. Fernández también tiene ascendencia sobre los denominados Jóvenes K, cuya cabeza es Nicolás Trotta.

Dirigentes sociales: Lideran aquellos movimientos que surgieron con posiciones de izquierda, desde la oposición al modelo económico de los ’90 y que se enrolan en lo que sería el ala izquierda del kirchnerismo. Son agrupaciones que tienen un fuerte desarrollo territorial pero limitada presencia electoral. Luis D’Elía, de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV), asumirá en los próximos días como subsecretario de Tierra para el Hábitat Social. Edgardo Depetri, del Frente Transversal Nacional y Popular (FTNP), que ingresó como diputado en la lista de Cristina Kirchner. Jorge Ceballos y Yuyo Rudny, de Barrios de Pie, el primero es funcionario del Ministerio de Desarrollo Social y el otro de la Cancillería. Emilio Pérsico, del MTD-Evita, es funcionario de la gobernación bonaerense. También formarían parte de esta ala del kirchnerismo el PRD del diputado Miguel Bonasso, el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde (Memoria y Movilización), Eduardo Jozami (Corriente Participación Popular), Gastón Arispe (Movimiento Barrial Octubre), Gabriel Fuks y Sergio Berni (Militancia Social), entre otros.

Grupo Michelángelo: Las caras más visibles de este sector son Juan Carlos “Canca” Gullo y Carlos Kunkel. Uno fue el histórico dirigente de la Juventud Peronista de los ’70. El otro dejó recientemente la Subsecretaría General de la Presidencia para asumir una banca de diputado. Se muestran en activa campaña por la construcción del kirchnerismo en Capital, buscando que trascienda al Partido Justicialista.

Corriente Peronista Federal: Bajo este nombre se reunió la alianza del kirchnerismo con el duhaldismo. Su principal referente es José “Pepe” Salvini, un dirigente que acompaña a sol y asombra a Kirchner desde aquellos años de gobernador de Santa Cruz. Hoy es asesor presidencial. La Corriente es de los primeros grupos K junto a Confluencia, de Marcelo Fuentes.

Sindicalismo: Si bien no hay alineamiento a ciegas –Kirchner debe conversar seguido con ellos para que no descarríen–, varios dirigentes gremiales aplauden al Gobierno. El titular de la CGT, Hugo Moyano, ya se ha pronunciado por la reelección. Dos hombres de sus entrañas, el judicial Julio Piumato y el abogado Héctor Recalde, integraron las listas K, aunque sólo este último se convirtió en diputado. También se encolumna con el kirchnerismo el metalúrgico –ex Polo Social– Francisco “Barba” Gutiérrez, entre otros. La CTA hizo su aporte a través de Edgardo Depetri y Luis D’Elía.

Ex aristas: El secretario de Cultura, José Nun, la titular del PAMI, Graciela Ocaña, Héctor Timerman, que es cónsul en Nueva York, y el ex funcionario de la ciudad y actual embajador en Paraguay, Rafael “Balito” Romá.

Ex duhaldistas: Están aquellos que fueron funcionarios de Eduardo Duhalde y han decidido jugarse plenamente por Kir-chner, como el ex ministro de Defensa y actual diputado, José Pampuro, y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, aspirante a gobernador bonaerense. En el grupo se incluye al ministro de Salud, Ginés González García.

Ex frepasistas: La última incorporación es el ex vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez. Está la ministra de Defensa, Nilda Garré, el funciona-rio de Cancillería Eduardo Sigal, y el embajador en Cuba, Darío Alessandro, entre otros.

Diputados: El kirchnerismo puso al presidente de la Cámara, el matancero Alberto Balestrini, y el jefe de bloque del Frente para la Victoria, Agustín Rossi. Allí hay ex funcionarios como Patricia Vaca Narvaja, Carlos Kunkel o Juliana Di Tulio. Aliados como Osvaldo Nemirovsci y también algunos inorgánicos como Jorge Argüello, Miguel Bonasso, Francisco Gutiérrez y Diana Conti.

Senadores: José Pampuro, quien asumirá en los próximos días como presidente provisional del Senado, y Miguel Angel Pichetto, como jefe de bloque, transpiran kirchnerismo. En la Cámara alta están Cristina Kirchner y la aliada Vilma Ibarra, entre otros.

Gobernadores: En rigor de verdad, aquí no hay purismo K. No obstante, prácticamente todos los gobernadores justicialistas, con el jujeño Eduardo Fellner a la cabeza, ya pidieron la reelección de Kirchner. Hasta los representantes de las provincias originalmente díscolas a los K, como La Rioja de Angel Maza –a quien cooptaron– y San Luis, de Alberto Rodríguez Saá, admiten esa posibilidad. El gobernador Felipe Solá y su ministro de Gobierno, además de candidato a sucederlo, Florencio Randazzo, también predican y trabajan por el proyecto del Presidente. Y algunos recuerdan hasta al destituido mandatario de Tierra del Fuego, Jorge Colazo, quien abandonó la UCR para militar –según dijo públicamente– en las filas del oficialismo.

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