Durante la gestión de Chávez la economía venezolana aceleró su tasa de crecimiento promedio anual de 2% en 1970-1998 a 3,2% por año en 1999-2011. De todas formas, estuvo por debajo de la performance de Sudamérica en los últimos doce años (+4,0%).
Sin embargo, el desempeño estuvo influenciado por la evolución del precio del petróleo (representa 90% de las exportaciones). El estallido de la crisis internacional y la falta de incentivos para el sector privado generaron una expansión mucho más modesta en los últimos cuatro años (+1,1% anual).
Producto de la caída de los ingresos petroleros el resultado fiscal pasó de un déficit de 1,6% del PBI en 2006 a 12% del PBI en 2011. El empeoramiento de la situación fiscal hizo que la deuda pública se duplique, pasando de US$ 44.000 millones (14% del PBI) en 2008 a US$ 94.000 millones este año (28% del PBI).
Además en los últimos cuatro años se aceleró la inflación, el atraso y el desdoblamiento cambiario y no hubo claras mejoras en los indicadores sociales.
La combinación de un desempeño económico más modesto y acumulación de distorsiones ayudan a explicar la más reñida elección de este año en relación a la de 2006.
La próxima administración del presidente Chávez (2013-2019) se desarrollará en un contexto de desequilibrios macroeconómicos latentes, incentivos a la iniciativa privada seriamente dañados y fuerte polarización del electorado.
El futuro político de Venezuela estará marcado por las especulaciones sobre el estado de salud del presidente. La Constitución establece que si el presidente abandona su cargo antes de los primeros cuatro años de mandato debe llamarse a elecciones presidenciales.
Si bien la victoria de Chávez sirvió para ratificar el rumbo del Modelo de Socialismo Siglo XXI, el mayor peso de la oposición y la creciente restricción de recursos limitarían las posibilidades de esta agenda.
Chávez fue ratificado en las urnas por un mayor margen que lo esperado
El pasado domingo 7 de octubre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, logró una nueva reelección para el período 2013-2019, al obtener el 55,2% de los votos frente al 44,1% de su principal contendiente, Henrique Capriles.
Este resultado admite más de una interpretación. Por un lado, si bien Chávez era el favorito para llevarse la victoria, se esperaba que fuera por un margen más estrecho. Desde esta perspectiva, la figura de presidente ha salido fortalecida.
Sin embargo, con una mirada más de largo plazo sobre el desarrollo del proceso político en Venezuela, la performance opositora mostró un indiscutible avance respecto de la pasada elección presidencial de 2006. En este sentido, incrementó su caudal electoral en 7,2 p.p. (de 36,9% a 44,1%) en términos relativos y 41% en términos absolutos (de 4,6 millones de votos a 6,5 millones).
Producto de ello, la relación de poder oficialismo-oposición será a futuro un poco más equilibrada, aunque todavía muy favorable al chavismo, teniendo en cuenta que más allá de la elección del domingo el oficialismo gobierna en 17 de los 24 estados federales y cuenta con 93 de los 165 escaños del parlamento.
En este contexto, resulta interesante analizar el trasfondo económico en el que se desarrollaron las elecciones, con el objeto de analizar si la performance económica pudo haber explicado el mejor desempeño relativo de la oposición. Para ello, resulta útil repasar la performance económica de Venezuela durante los años del chavismo (1998-2012).
En líneas generales, bajo la administración del presidente Chávez, Venezuela avanzó hacia un modelo de gestión económica centralizada desde el Estado . Este proceso incluyó la nacionalización de empresas en sectores estratégicos (la más emblemática es la de Petróleos de Venezuela –PDVSA- en 2003), en un marco de férrea intervención estatal en el desarrollo de la actividad económica privada.
En términos de desempeño, durante la gestión de Chávez la economía venezolana aceleró su tasa de crecimiento promedio anual de 2% en 1970-1998 a 3,2% por año en 1999-2011. Sin embargo, el ciclo no sólo continuó marcado por una elevada volatilidad y alta inflación, sino que también estuvo por debajo del promedio de Sudamérica de los últimos doce años (+4,0%). En números, el PBI venezolano pasó de representar 8,9% de la región en 1998 a 7,9% en 2011.
Además, la performance económica no fue homogénea a lo largo de la gestión. Los primeros años (1999-2003) fueron turbulentos, con intento de golpe de Estado incluido, y una contracción de 2,6% por año de la economía. En 2004-2007, en cambio, la actividad recobró un dinamismo muy importante (+11,7% anual), que además logró traducirse en una mejora generalizada de los indicadores sociales. En este contexto la economía ayudó a la holgada victoria de Chávez en las elecciones presidenciales de 2006.
Este avance en la actividad económica estuvo apuntalado por el fenomenal aumento del precio del petróleo, que se duplicó en el período 2004-2007 respecto al nivel registrado durante los primeros cuatro años de mandato.
La actividad petrolera representa “apenas” un 11% del PBI de Venezuela, pero da cuenta del 90% de las ventas al exterior (ubicando a Venezuela como el tercer exportador de crudo a nivel mundial) y casi la mitad de los ingresos del Gobierno Central. La fuerte suba del crudo redundó en una avalancha de Dólares que trocaron el déficit de Cuenta Corriente de US$ 4.400 millones (-4,9% del PBI) de 1998 a un superávit de US$ 27.000 millones (+14% del PBI) en 2007.
El estallido de la crisis internacional en 2008, que generó una drástica reducción en el precio del petróleo, y los propios limitantes que la gestión le fue imponiendo a la economía venezolana –fundamentalmente el desincentivo a la iniciativa privada- terminaron por modelar una dinámica de la actividad mucho más moderada. En cifras, en 2008-2011 el crecimiento promedio del PBI fue de sólo 1,1% anual, con una inflación promedio de 27,7% anual (frente a 18,2% en 2004-2007).
En estos últimos años, y con el escenario latente de crisis internacional, el Gobierno venezolano postergó los ajustes dándole continuidad al sesgo expansivo de sus políticas de gasto, aún a costa de profundizar más los desequilibrios macroeconómicos. En este sentido, el resultado fiscal pasó de un moderado déficit de 1,6% del PBI en 2006 a 12% del PBI en 2011.
El deterioro de la posición fiscal obedeció a la caída de los ingresos (principalmente del petróleo), ya que la política de gasto permaneció sin grandes cambios. Más precisamente, los ingresos fiscales que en 2006 alcanzaron 37,7% del PBI, cayeron a 29,9% del PBI en 2011 (los ingresos del petróleo pasaron de 15,9% del PBI en 2006 a 9,3% en 2011). Por su parte, el gasto primario se mantuvo prácticamente inalterado entre 2006 y 2011, en torno de 37% del PBI.
El empeoramiento de la situación fiscal hizo que en los últimos cuatro años la deuda pública se duplique, pasando de US$ 44.000 millones (14% del PBI) en 2008 a US$ 94.000 millones este año (28% del PBI). Sin embargo, el financiamiento tradicional también estuvo combinado con otras vías menos ortodoxas (Banco Central y PDVSA).
De hecho, producto del financiamiento del Banco Central, las Reservas que en 2006 cubrían 235% de la Base Monetaria, hoy sólo respaldan un 60%. Al mismo tiempo, el financiamiento directo de PDVSA a distintos programas sociales pasó de US$ 13.700 millones en 2006 (14% de su facturación ó 7,5% del PBI) a US$ 30.000 millones en 2011 (24% de la facturación ó 9,5% del PBI).
La otra cara de la profundización de los desequilibrios macroeconómicos ha sido la aceleración de la inflación, el atraso y el desdoblamiento cambiario –la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo actualmente es del orden del 200%- y el deterioro de posición del sector externo.
En suma, la combinación de un desempeño económico más modesto y acumulación de distorsiones ayudan a explicar la más reñida elección de este año en relación a la de 2006.
Más allá de la “pérdida” de votos que sufrió el oficialismo en relación a 2006, el apoyo obtenido por el presidente Chávez sigue siendo elevado, especialmente de cara a los desafíos que su gestión tiene por delante. Cabe destacar que el margen de maniobra que le otorgan los recursos provenientes del sector petrolero, con la caja de US$ 124.000 millones (40% del PBI) de PDVSA a la cabeza, siguen siendo muy significativos, a pesar de la acumulación de desequilibrios antes comentada.
Los desafíos de la próxima gestión (2013-2019)
La próxima administración del presidente Chávez (2013-2019) se desarrollará en un contexto de desequilibrios macroeconómicos latentes, incentivos a la iniciativa privada seriamente dañados y fuerte polarización del electorado.
El desafío económico de los próximos años será la corrección de los desbalances (fiscales, monetarios y externos) y la contención de la inflación, evitando el freno de la actividad. Reducir el ritmo de alza de precios será vital también para encarar los desafíos pendientes en materia social, no sólo para que la atención de las asignaturas planteadas en la campaña (viviendas, extensión de beneficios sociales, etc.) sean sustentables en el tiempo sino también para que la pobreza, estancada desde 2007 en torno de 33%, pueda volver a bajar.
No obstante, como señalamos anteriormente, el resultado electoral no le ha dado a Chávez los mismos grados de libertad que obtuvo en 2006, cuando el contrapeso político de la oposición tuvo mucha menor envergadura que la actual. Más importante aún, el deterioro de las fuentes de financiamiento del Gobierno antes detallada puso de manifiesto que los recursos no son ilimitados.
En la medida que los procesos de expropiaciones cuestan dinero y la campaña oficialista realizó ambiciosas promesas en materia social –planes de vivienda por ejemplo- el margen para llevar adelante un plan estatizaciones en nuevos sectores, si bien no está descartada, enfrentaría limitaciones presupuestarias.
Además, el futuro político de Venezuela estará marcado por las especulaciones del estado de salud del presidente. Vale señalar que la Constitución establece que si el presidente abandona su cargo antes de los primeros cuatro años de mandato debe llamarse a elecciones presidenciales.
El carácter personalista con el que el presidente Chávez se ha manejado a lo largo de su gestión no ha dejado lugar para la aparición de liderazgos alternativos de peso dentro de su propio movimiento. Esto es importante en caso de una eventual sucesión, en tanto que las chances de la oposición aumentarían.
Por otro lado, la reciente designación del nuevo vicepresidente Nicolás Maduro (ex canciller) podría proveer una señal frente a una eventual sucesión. De alto perfil, con buena llegada a todos sectores del chavismo y sin procedencia militar, el nuevo vicepresidente se ubica al interior del espectro político oficialista dentro del ala relativamente moderada.
Al mismo tiempo, surgieron rumores en los últimos días acerca de la posibilidad de que el Gobierno lleve a cabo un referéndum para modificar la clausula constitucional que obliga a llamar a elecciones si el presidente deja el cargo antes de los primeros cuatro años de mandato, lo que serviría para que el chavismo asegure los seis años de mandato. Es en este marco que el reciente nombramiento cobra mayor relevancia.
Del lado de la oposición, si bien el avance respecto de la elección de 2006 es notorio, la derrota fue por un margen mayor al esperado, y el principal desafío será mantener la unidad. En este sentido, las elecciones a gobernadores de diciembre próximo son claves para su futuro.
En suma, si bien la victoria de Chávez sirvió para ratificar el rumbo del Modelo de Socialismo Siglo XXI, el mayor peso de la oposición y la creciente restricción de recursos limitarían las posibilidades de esta agenda.
Fuente:Ecolatina.
Director Economista:Marco Lavagna.
