Chocolates patagónicos que conquistan el país

Juev 11 06:33 hs.- El emprendimiento familiar nació en Ushuaia hace más de dos décadas. Hoy se expande a través de franquicias y acaba de desembarcar en la Capital, en busca de alcanzar proyección nacional.

Fernando Elicabe nació en Córdoba, pasó su infancia y adolescencia en Ushuaia, a los 19 años vino a estudiar a Buenos Aires y, hoy, vive en Colón, provincia de Buenos Aires. Su historia errante presenta un paralelismo con el de la empresa familiar.
A fines de los ’80, Ushuaia -una ciudad industrial y capital de provincia- comenzó a recibir un creciente flujo de turistas y la familia Elicabe notó que hacía falta una oferta de productos para los visitantes. Así tomaron la decisión de abrir una fábrica de chocolates, en 1989, en un pequeño salón de venta con elaboración y sólo dos empleados. El emprendimiento llevó el nombre de Laguna Negra, un atractivo de aguas oscuras en el Parque Nacional de Tierra del Fuego. Para llevar adelante el producto artesanal contrataron a un chocolatero de Bariloche.

Desarrollar la marca
Cinco años más tarde incorporaron la venta de helados, pastelería y cafetería. “Fuimos pioneros en ese concepto de negocios en el país, que genera una sinergia muy rentable», dice Elicabe, vicepresidente de la firma.
A fines de los ’90, el negocio volvió a mudarse al actual local de Ushuaia y nuevamente la apertura trajo la integración de nuevas propuestas: ahumados, patés, dulces y tortas galesas. Algunos de esos productos son elaborados en la compañía mientras que otros se tercerizan.
En esa etapa comenzó la expansión hacia otros destinos. “Cuando terminé mis estudios fui a El Calafate y abrimos la primera sucursal de Laguna Negra”, cuenta Elicabe. Por entonces, la ciudad tenía 4.000 habitantes (hoy ronda los 22.000), con lo que el desembarco coincidió con el despegue demográfico del lugar. El movimiento turístico generó que la marca comenzara a ser conocida más allá de la Patagonia. Así, los chocolates comenzaron a comercializarse también en Capital a través de Falabella, Coto y vinotecas. “Como empezamos a tener una demanda elevada y nuestra capacidad de respuesta era lenta por la distancia, ya que el transporte se hacía vía terrestre, decidimos abrir un punto de elaboración en la provincia de Buenos Aires», cuenta.

Crecer con franquicias
El lugar elegido fue Colón, una zona industrial de donde eran oriundos los padres de Elicabe. Con esta nueva fábrica, inaugurada en 2006, comenzó a afianzarse la idea de franquiciar el negocio. La primera franquicia fue el local de El Calafate. Le siguieron Puerto Madryn, en 2010, y Capital Federal, en marzo último. Ésta última demandó una inversión de unos $ 350.000.
“Fue un desafío importante: implicó la estandarización y homologación de productos, desarrollo logístico y de una política de precios que le sirva a todos los franquiciados”, dice el emprendedor. Contra los temores de muchos empresarios del interior, Elicabe asegura que “Capital Federal es quizás la mejor plaza del país y queremos estar aquí. Pero también tenemos muchos interesados de provincias como Tucumán, Santa Fe, Salta y Mendoza. Nuestra idea es hacer un negocio de relevancia nacional. Pero somos conservadores y preferimos crecer de forma lenta pero segura». La apertura de franquicias debe crecer de la mano de la capacidad de abastecer en tiempo y forma las sucursales, ya que se trata de productos perecederos y delicados.
En 2012 apostaron $ 200.000 para la mejora en la construcción de depósitos y salas de elaboración en Ushuaia. “Nos autofinanciamos en muchos casos pero tenemos buenas líneas de crédito con el Banco de Tierra del Fuego, Galicia, Macro y Credicoop. Si una pyme tiene sus números en orden, buena justificación para pedir un crédito y una buena capacidad de repago, el financiamiento está disponible», opina.
Hoy, la firma tiene dos centros de elaboración: Ushuaia y Colón. Todos los miembros de la familia participan del negocio: Fernando se ocupa del desarrollo del negocio fuera de Tierra del Fuego, María Soledad es contadora como su padre y se ocupa de la parte administrativa, mientras que Martín, licenciado en Economía, está a cargo de otra unidad de negocio, el restaurante y confitería Andino Gourmet. Todos son miembros de la sociedad anónima.
D.V.
Perfil
u Empleados: 30, en Laguna Negra, y 25, en el restaurante Andino Gourmet
u Locales: 5 (3 franquicias, 2 propios)
u Facturación: $ 11 millones (el 60% corresponde a chocolates)
uInversiones: un promedio de $ 400.000 anuales en los últimos cinco años.

Fuente:Cronista.

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