Los costos del súper Real en Brasil

Lun 15 11:18 hs.-La inflación sigue generando dolores de cabeza para el Gobierno brasileño. El IPCA pasó de 4,7% en Septiembre de 2010 a 5,9% a fin de año, superando en 1,4 p.p. la meta objetivo del Banco Central brasileño (4,5%). Esta tendencia se profundizó en el primer semestre de 2011. En este contexto la flamante Presidente Dilma Rousseff ha implementado un plan anti-inflacionario que no se limitó a la suba de la tasa de interés, sino que también incluyó un paquete de medidas para enfriar la demanda interna y limitar el ingreso de capitales especulativos.

El problema es que la suba de la tasa de interés de referencia (SELIC) en 175 puntos básicos, pasando de 10,75% (diciembre 2010) a 12,5% en julio, es un imán para los inversores financieros internacionales. Implica un retorno esperado cercano a 13% en dólares en un mundo con bajas tasas de interés.
La búsqueda de ganancias alimenta el ingreso de capitales profundizando aún más la sobrevaloración del Real. Es por ello que el Banco Central está adoptando otras medidas contra la inflación con menores efectos colaterales.
Por caso, se incrementaron los encajes bancarios para restringir el crecimiento del crédito al consumo y el Gobierno contribuyó mediante un ajuste del gasto.
El plan anti-inflacionario de Dilma Rousseff modera el recalentamiento de la economía en el corto plazo pero deja irresuelto los serios desafíos el mayor socio comercial del Mercosur tiene por delante.
La dinámica de crecimiento de la economía brasileña se ha caracterizado en los últimos años por la fortaleza de la demanda doméstica y la fuerte apreciación del tipo de cambio real.
Esta performance esconde riesgos en aumento. Concretamente, un consumo muy vigoroso apuntalado por el mayor poder adquisitivo que genera el “súper Real” y el boom del crédito sólo sostenibles en un contexto financiero internacional amigable como el actual.
Los costos de esta matriz de crecimiento ya son palpables. La producción industrial está estancada desde abril de 2010 cuando alcanzó el máximo post-crisis internacional: acumula sólo 1% de suba en los últimos 13 meses. Pero, en similar periodo, las ventas minoristas registraron una alza de 8,2%.
La brecha entre oferta y demanda interna se refleja en un salto de las importaciones que implican un deterioro de la cuenta corriente. Pero en la medida que persista este contexto financiero amigable caracterizado por dólar débil, tasas bajas y precios de commodities elevados este creciente déficit encontrará financiamiento por ingreso de capitales.

Los límites de la suba en la SELIC

La inflación sigue generando dolores de cabeza para el gobierno brasileño. El IPCA pasó de 4,7% en Septiembre de 2010 a 5,91% a fin de año, 1,4% por encima del objetivo del Banco Central brasileño (4,5%). En el primer semestre de 2011 esta tendencia se profundizó: en Junio la inflación se ubicó en 6,7% interanual.
Esta dinámica, se explica por un “shock” en los precios de las commodities (+ 41,6% i.a. en el cuarto trimestre de 2010 y +53,8% i.a. en el primero de 2011) combinado con una pujante demanda doméstica. En efecto, el crecimiento del PBI en el último trimestre del año pasado fue 5,0% y 4,2% en el primero de 2011.
En este contexto de rápida expansión e inflación en ascenso, la flamante Presidente Dilma Rousseff ha tratado de aplacar la suba de precios.

El plan anti-inflacionario implementado no sólo se limitó a la suba de la tasa de interés, sino que también incluyó un paquete de medidas para enfriar la demanda doméstica y limitar el ingreso de capitales especulativos.
El gobierno también contribuyó mediante una desaceleración del gasto. Durante los primeros cinco meses del año, las erogaciones subieron 5,4 p.p. menos que los ingresos (12% i.a. versus 17,4% i.a. respectivamente). Concretamente, el principal recorte estuvo en inversión pública (-19,8% i.a.).
Asimismo, el Banco Central -al igual que en otras oportunidades-, subió la tasa de interés de referencia (SELIC) en 175 puntos básicos, pasando de 10,75% (Diciembre 2010) a 12,5% en julio.
El problema de fondo con este tipo de políticas ortodoxas es que genera efectos colaterales negativos (apreciación del tipo de cambio) cuando se aplica en un contexto de bajas tasas de interés globales como el actual.
Un retorno esperado cercano a 13% en dólares es un imán para los inversores financieros internacionales acostumbrados en los últimos tiempos a rentabilidades muy magras. La búsqueda de ganancias alimenta el ingreso de capitales profundizando aún más la sobrevaloración del Real. Es por ello que el Banco Central está adoptando otras medidas para combatir la inflación con menores efectos colaterales.
Por ejemplo, se incrementaron los encajes bancarios para restringir el crecimiento del crédito al consumo (el financiamiento al sector privado es aproximadamente 47% del PBI). También se restringió parcialmente el ingreso de inversiones especulativas mediante controles en la cuenta de capital.
Estas medidas tuvieron cierto impacto en el nivel de actividad en el segundo trimestre de 2011, con una suave desaceleración de la demanda doméstica. El índice mensual de actividad económica del Banco Central brasileño creció 3,9% i.a. en bimestre abril-mayo frente a 4,2% i.a. del primer trimestre y 5% i.a. del último trimestre de 2010.
Es probable que la suba de tasas de interés del 20 de Julio haya sido una de las últimas de este ciclo, pues se descuenta que el BCB se mantendrá expectante y seguirá de cerca la evolución de las medidas adoptadas.
La institución proyecta que la inflación cierre 2011 en 5,80% (por debajo del 6,35% promedio de los primeros seis meses) y se ubique en 4,50% en 2012 en línea con los objetivos.

Los riesgos del atraso cambiario sostenido

El plan anti-inflacionario de Dilma Rousseff modera el recalentamiento de la economía en el corto plazo pero deja irresuelto los serios desafíos el mayor socio comercial del Mercosur tiene por delante.
La dinámica de crecimiento de la economía brasileña se ha caracterizado en los últimos años por la fortaleza de la demanda doméstica y la fuerte apreciación del tipo de cambio real. Sin embargo, esta performance esconde riesgos en aumento. Concretamente, un consumo muy vigoroso apuntalado por el mayor poder adquisitivo que genera el “súper Real” y el boom del crédito sólo sostenibles en un contexto financiero internacional amigable como el actual.
Los costos de esta matriz de crecimiento comienzan a ser más palpables. La producción industrial está estancada desde abril de 2010 cuando alcanzó el máximo post-crisis internacional: acumula sólo 1% de suba en los últimos 13 meses. Pero, en similar periodo, las ventas minoristas registraron una alza de 8,2%.

Este descalce entre la oferta (producción industrial) y la demanda (ventas minoristas) está, lógicamente, relacionado con la severa pérdida de competitividad del sector productor de bienes transables. Por caso, los costos laborales unitarios están subiendo al 21,4% i.a. en dólares frente al 14% i.a. registrado el año pasado.
La brecha entre oferta y demanda se refleja –al igual que en la Argentina- en un salto de las importaciones de bienes de consumo: en lo que va del año acumulan un incremento de 32,1% i.a.
Este salto sólo implica un deterioro estimado de 0,2 puntos porcentuales en la cuenta corriente (de -2,3% del PBI en 2010 y -2,5% estimado para 2011) por el boom de las commodities.
La pregunta entonces es qué pasará con este rojo cuando Brasil tenga que acelerar los gastos en obra pública de cara a los eventos deportivos comprometidos para los próximos años y/o encarar las asignaturas pendientes en materia de infraestructural.
En la medida que persista este contexto financiero amigable caracterizado por dólar débil, tasas bajas y precios de commodities elevados este creciente déficit encontrará financiamiento por ingreso de capitales. Este equilibrio, sin embargo, no debe ocultar los riesgos que se están incubando.

Fuente:Ecolatina
Director:economista: Roberto lavagna.

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