En Brasil preocupa la inflación

Lun 7 10:52 hs.-En los últimos años Brasil pudo compatibilizar crecimiento estable con baja inflación. Esto le permitió exhibir fuertes mejoras sociales, como reducir el desempleo a la mitad y sacar a 20 millones de personas de la pobreza. El contexto mundial (crecimiento y altos precios de commodities) y la política económica (tipo de cambio flexible, un sistema creíble de metas de inflación, prudencia fiscal y acercamiento a los inversores) fueron determinantes.

La orientación pro-mercados derivó en una fortísima entrada de capitales. Los superávits récords de cuenta capital que se registran desde 2006 no sólo más que compensaron el creciente déficit de cuenta corriente sino que provocaron en gran parte la marcada apreciación que muestra el Real.
Sin embargo, la fortaleza de la moneda brasileña genera problemas para su industria. Si bien este sector se recuperó fuertemente en 2010, la producción industrial se ubica sólo 2,5% por encima del nivel de 2008, y la expansión anual de 2006-2010 fue claramente inferior a la de los primeros años de la década.
El boom de importaciones es un reflejo de la pujante demanda interna pero también muestra los problemas que enfrenta la industria local. Prueba de esto es la dinámica de las importaciones de China, que compiten directamente con los productos elaborados localmente.
La primarización de las exportaciones también refleja problemas de competitividad. La proporción de productos básicos en las ventas externas totales creció de 29% a 45% en los últimos 5 años, mientras que los productos industriales redujeron su participación de 69% a 53% en el mismo lapso.
Por lo tanto, para consolidar los logros obtenidos, los principales desafíos que enfrenta la presidenta Rousseff son simultáneamente contener la inflación, que se viene acelerando en los últimos meses, y revertir la apreciación del Real.
El dilema de Brasil es que la principal herramienta para contener la inflación (suba de tasas) favorece la entrada de capitales y por ende la apreciación del Real. Las medidas adicionales dispuestas no alcanzaron para depreciar su valor.
Una política fiscal contractiva puede sumar herramientas para cumplir los dos objetivos (se modera la demanda agregada y se suman recursos para intervenir el mercado) pero las elevadas demandas de gastos limitan su alcance.
No obstante, el mayor riesgo son los precios mundiales de los alimentos. Brasil usó en 2007-2008 la apreciación del Real como barrera ante el fenómeno de “agflation”. Según la FAO, los precios mundiales de alimentos tocaron nuevos récords en enero. En este marco, es poco factible que el Real se deprecie.
No queda claro entonces como enfrentará Brasil los crecientes desafíos, pero contener la inflación sería prioritario en caso de tener que optar por uno de los dos objetivos, lo que implica una buena noticia para nuestro país.
Herencia y desafíos del nuevo gobierno de Brasil
En numerosas oportunidades analizamos la performance de Brasil, dada la gravitación que tiene sobre la economía de nuestro país. Pese a que el principal socio del MERCOSUR se recuperó fuertemente el año pasado de la recesión de 2009 y retomó el sendero profundizado en los últimos años, la flamante presidente tiene importantes desafíos de política económica.
El principal activo de la dinámica económica brasileña es precisamente el de haber logrado crecimiento moderado, pero estable y con baja inflación. De hecho, la tasa de expansión acumulada a lo largo de la década pasada no resaltó, pero el incremento anual del PBI (4,4%) de los últimos años (2006-2010) superó la media mundial (3,5%) y se aceleró en relación a la primera parte de la década (2,9%). En esos mismos años, la inflación promedio anual (4,7%) fue levemente superior a la media mundial (3,8%) pero claramente inferior a la de 2000-2005 (8%).
Este proceso le permitió exhibir fuertes mejoras de los indicadores sociales. El desempleo cayó a la mitad (actualmente está por debajo de 6%), mientras que las tasas de pobreza e indigencia se redujeron de 35% y 15% en 2000 a 21% y 7% en 2009 respectivamente. Aproximadamente 20 millones de personas abandonaron el umbral de pobreza desde 2003.
Además, Brasil acrecentó año a año su peso específico dentro de la economía mundial, y es un actor cada vez más relevante en la geopolítica internacional.
El contexto de alto crecimiento mundial y los crecientes precios de las commodities apuntalaron esta fase de Brasil. Sin embargo, la política económica también fue determinante. Esta se basó en un tipo de cambio flexible con metas de inflación y prudencia fiscal, en un marco de acercamiento a los inversores.
De hecho, el atractivo de Brasil para los mercados financieros derivó en una fuerte entrada de capitales, que impulsó superávits inéditos en la cuenta financiera del balance de pagos a partir de 2006. Estos abultados ingresos no sólo compensaron el creciente déficit de cuenta corriente (a pesar de tener superávit comercial la cuenta corriente pasó de un ahorro de 1,8% en 2004 a un rojo de 2,3% en 2010) sino que explican, en gran parte, la marcada apreciación del Real.
El fortalecimiento de la moneda brasileña ya genera problemas en la industria de ese país. Si bien este sector se recuperó fuertemente en 2010 (+10,5% i.a.), en relación a 2008 sólo creció 2,5%, y la dinámica de 2006-2010 (+2,8% anual promedio) es inferior a la del principio de la década pasada (+3,7% promedio anual).
El comportamiento de las importaciones es un reflejo de la pujante demanda interna pero también muestra los problemas de la industria. La dinámica de las compras al exterior superó a las ventas externas en 2006-2010 (20% vs 11%). Más importante aún, el crecimiento de las importaciones de China constituye una amenaza a la producción local. Las compras al gigante asiático son principalmente de bienes industriales y ya son los segundos proveedores de Brasil (a fines de los ’90 se ubicaban en el puesto 15°) y la proporción en el total subió de 2% a 14%.
La pérdida de competitividad también se refleja en la primarización de sus ventas externas. En los últimos años se fue acentuando el mayor dinamismo de los productos básicos frente a los industriales. La participación de las exportaciones básicas sobre el total creció de 29% en 2005 a 45% en 2010. Mientras que, las ventas externas de productos manufacturados y semi-manufacturados pasaron de representar 69% de las exportaciones a 53% en el lustro.

En síntesis, hoy Brasil disfruta los logros económicos y sociales derivados de las políticas aplicadas y el favorable contexto externo, aunque las luces amarillas que se encienden en el frente inflacionario y cambiario obligarán a la presidenta a realizar ciertos ajustes.

El dilema de contener la inflación y depreciar el Real
Las medidas económicas tomadas en el primer mes de gobierno de Dilma Rousseff confirman que contener la suba de precios y revertir la fuerte apreciación del Real son las prioridades de política económica. Sin embargo, ya se observan problemas para compatibilizar ambas metas.
En pos de doblegar al “súper” Real, el ejecutivo introdujo más disposiciones para desalentar el ingreso de capitales -restricción a las ventas cortas de dólares contra el Real- y profundizó la intervención cambiaria operando en el mercado de futuros.
Asimismo, ante la aceleración de la inflación minorista, el Banco Central de Brasil decidió a mediados de enero subir la Selic en 50 puntos básicos para contener los precios y las expectativas. De esta manera, la tasa de referencia de Brasil trepó al 11,25%, ubicándose muy por encima de las principales economías del mundo.
Como se ha mencionado en diversas ocasiones, el elevado retorno atrae la entrada de capitales exacerbando el fortalecimiento del Real. Por lo que subir la tasa de interés para paliar la inflación se contrapone al objetivo de debilitar la moneda local.
El gobierno de Brasil está al tanto de éste dilema, y busca recuperar margen de maniobra. Para ello no sólo apeló a instrumentos alternativos para acotar la entrada de capitales sino que se barajan recortes del gasto para ayudar –indirectamente- a alinear los dos objetivos.
Una política fiscal contractiva puede moderar las presiones inflacionarias y aumentar los recursos disponibles para intervenir en el mercado cambiario pero implica un desafío político importante para la primera presidente electa del Brasil. El gobierno se comprometió a contener las erogaciones pero existen presiones al alza dentro de la coalición gobernante y mejoras de infraestructura necesarias para recibir al mundial de fútbol en 2014 y los juegos olímpicos en 2016.
Sin embargo, en el corto plazo el mayor riesgo para cumplir simultáneamente con la meta de inflación y debilitar el Real, proviene del fuerte incremento internacional de los precios de los alimentos.
Por diversas causas -problemas de oferta, elevada demanda y creciente entrada de fondos de inversión en el mercado de commodities- la inflación generada por la suba de las commodities agrícolas, “Agflation”, está de vuelta. De hecho, según la FAO los precios mundiales de los alimentos alcanzaron en enero de 2011 un nuevo récord (en términos reales y nominales) desde que comenzó la mediación en 1990.
Vale recordar que durante el boom de las commodities agrícolas de 2007 y mediados de 2008, nuestro principal vecino moderó en gran medida las presiones internacionales a través de la apreciación del tipo de cambio. El problema es que por la pérdida de competitividad mencionada (primarización de las exportaciones y reclamos industriales), no hay mucho margen para desplegar nuevamente esta estrategia, lo que significa que el dilema de política económica se acentuará.

Aunque no queda claro como enfrentará Brasil los crecientes desafíos, contener la inflación sería prioritario en caso de tener que optar por uno de los dos objetivos. Esto es una buena noticia para nuestra economía pues implica que hasta que las presiones inflacionarias cedan, se mantendrá la fortaleza del Real.
De todas formas, hay que tener en cuenta que revertir la brusca apreciación del Real es un objetivo de mediano plazo de la nueva administración. Además, si la inflación continúa trepando se podrían tomar medidas más duras que enfríen la demanda de nuestro principal socio, impactando en nuestra industria.
En síntesis, las autoridades de Brasil conocen los frentes débiles de su economía y muestran voluntad para corregirlos antes de que los desequilibrios se acumulen peligrosamente. No obstante, en el corto plazo será muy difícil alinear los diversos objetivos y tendrán que tomar medidas costosas en términos políticos en post de cosechar logros en años venideros.

Fuente:Ecolatina.
Director:Economista Dr. Roberto Lavagna.

loading...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *