La inflación se mantiene muy elevada y las perspectivas no son alentadoras: el próximo año puede mostrar una aceleración debido al escenario internacional, la fuerte intervención del BCRA para financiar el déficit público y los paquetes de incentivo a la demanda que intentará aplicar el Gobierno como política electoral. Frente a ese escenario y lejos de analizar cómo encarar el tema, la pelea de los funcionarios es para justificarse entre ellos y al Indec y acusar a los empresarios de ser quienes aumentan los precios. Es pobre el argumento oficial; no sólo es limitado en términos técnicos sino también políticos. Es preferible seguir la doctrina que había impuesto el ex presidente Néstor Kirchner: si no hay nada para decir, es mejor no decir nada. Pareciera que, con más errores que aciertos, el único funcionario que entiende y atiende la situación es el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Con estos últimos reconocimientos de Boudou, Aníbal Fernández, el ministro del Interior Florencio Randazzo, y otros funcionarios han logrado instalar como nunca antes en la sociedad el problema y hasta han alimentado las expectativas inflacionarias: si en lugar de generar los incentivos, normas o sanciones para generar un clima de estabilidad de precios la respuesta es culpar al otro el efecto es claramente desmotivador.
Las pocas políticas orientadas al control de los precios –acuerdos verbales, retenciones a las exportaciones agropecuarias, cupos para administrar las exportaciones de carnes y cereales– resultan insuficientes y a la displicente política monetaria del Banco Central se combina con dificultades de la oferta para satisfacer una demanda cebada desde el Gobierno que tiene a mediano plazo a agravarse por la falta de inversiones en el sector productivo.
Como ya sucedió con la resolución 125 y las complicaciones que generó no profundizar el análisis de realidades evidentes, la inflación será para el Gobierno un problema que mes a mes se instalará con mayor fuerza.
¿Tendrán razón los sindicatos cuando en el año 2011 tengan reclamos salariales superiores al 30%? Sin duda tendrán argumentos de sobra, más allá de los números que refleje en el Indec.
¿Tendrán motivos los empresarios para alarmarse por dichas pretensiones? También los tendrán. La economía enfrenta en los últimos años un tipo de cambio fijo con incrementos de costos muy elevados.
Es de esperar para 2011 un escenario de devaluación moderado y costos creciendo vertiginosamente, lo que generará una pérdida de competitividad muy elevada. Tampoco se podrá esperar que Brasil colabore con apreciación de su moneda. Es más habrá que evaluar si no existe en la gestión de Dilma Rousseff que arranca el primer día de 2011 la intención de generar mejoras de la competividad del real para seducir al loby industrial paulista que apostó fuerte por el candidato José Serra en las últimas presidenciables
El escenario internacional que garantiza fuerte ingresos fiscales y de dólares baratos, se presenta con un real que deja de apreciarse y precios internacionales de los commodities sostenidos, lo que derivará en un incremento de los precios de los alimentos en el mercado interno.
Una combinación de factores internos y externos que presionarán más sobre la inflación, que genera complicaciones centrales sobre la competitividad, acumula desequilibrios que se potenciarán en el mediano plazo, afecta inversiones, restringe la oferta de crédito y erosiona la capacidad adquisitiva del salario.
La reivindicación del modelo que le gusta hacer al kirchnerismo deberá abrir el análisis sobre los pilares que el propio Gobierno señala en sus discursos.
n Podrá en 2011 seguir planteando la importancia del tipo de cambio competitivo?
n Seguirá siendo el objetivo generar índices sin reconocimiento de los actores económicos?
n Podrá la economía seguir conviviendo con tasas de inflación en torno al 25 %?
El Gobierno tiene la posibilidad y conveniencia de empezar a generar políticas para visualizar una tendencia decreciente inflacionaria, pero todavía no dio señales de que privilegiará ese camino.
Fernando Alonso, secretario de Redacción.
