El contexto en que estas definiciones se dan a conocer explica perfectamente cuál es su origen. Nadie, mucho menos el poder político, tiene dudas de que el congelamiento salarial, los despidos masivos de trabajadores estatales y privados, la pobreza que se profundiza, la obscena ostentación de cinismo e indolencia de los funcionarios, la degradación de los organismos institucionales del estado conducen a un escenario de tensión social difícil de equilibrar desde el hueco discurso de autoayuda que hasta ahora se utilizó a instancias del gurú marketinero Durán Barba.
Es ahora, con este desfinaciamiento de sistemas fundamentales de la sociedad en beneficio de las fuerzas que el poder político ha constituido esencialmente en represivas, cuando se muestra el fondo ideológico del discurso new age de globos y mejores equipos; y de la despolitización de la política.
Algo así como: la democracia es lo que defendemos pero las órdenes las damos nosotros. Y para los que no estén de acuerdo: gases, palos, operaciones judiciales, balas, cárcel, muerte…
Un negocio difícil de explicar y fácil de vender en una sociedad atrapada por los mensajes adoctrinadores de los dueños de la comunicación.
Los titiriteros del macrismo.