La producción de bienes se mueve a tres velocidades
El nivel de actividad no logra aún consolidar su despegue. Los datos que se conocieron del Estimador Mensual de la Actividad Económico (EMAE) del INDEC mostraron un incipiente crecimiento en la comparación anual en diciembre 2016 y enero 2017, luego de ocho períodos consecutivos de bajas. Sin embargo, la mejora se frenó en febrero, cuando el EMAE exhibió una caída del 2,2% i.a.
Como resultado de ello, conforme a los datos oficiales, en el primer bimestre del año la economía se contrajo 0,4% en relación a igual período de 2016. Sin embargo, los números publicados de marzo dan cuenta de una mejora del nivel de actividad (la mayor cantidad de días hábiles porque Semana Santa cayó en abril este año ayudó), indican que la economía finalizaría el primer trimestre del año con una variación interanual virtualmente nula.
Si bien esperamos que en los próximos meses la mejora de la actividad se afiance, las perspectivas al interior de la actividad productiva son muy heterogenias. El cambio de modelo económico, llevado adelante por Cambiemos ha dejado sectores ganadores y perdedores.
Cuando desagregamos la producción por rama de actividad, efectivamente observamos brotes verdes (algunos más claros que otros), pero también hay sectores que continúan cayendo. Tal es el caso de la industria que, aunque en forma más moderada, continúa retrocediendo. Vale destacar, que algunos rubros fabriles presentan variaciones positivas gracias al impulso indirecto generado por la actividad agropecuaria (el primer sector en reaccionar favorablemente a la política económica del gobierno de Macri) y, en menor medida, la construcción (traccionado por el incremento de las obras públicas a comienzos de este año electoral).
En definitiva, pueden identificarse diferentes reacciones de las tres principales actividades dentro de la producción de bienes, afectados de manera diversa por el comportamiento de la demanda interna (ver ISE 1113 sobre las disparidades en el consumo), el contexto internacional (es decir, las perspectivas de las ventas al exterior), su nivel de competitividad externa (tanto para definir su capacidad exportadora como por la posibilidad de competir con los productos del exterior) y la política económica del gobierno, que potencia o desalienta las condiciones propias de cada uno de los sectores. Veamos en mayor detalle.
Una recuperación marcada por la heterogeneidad sectorial
El sector agropecuario ha sido uno de los más beneficiados por el set inicial de medidas aplicado por el gobierno actual: la quita/reducción de las retenciones, la eliminación de los cupos de exportación y la devaluación de la moneda mejoraron sustancialmente la competitividad externa a una actividad que cuenta con ventajas comparativas a nivel internacional.
La producción agropecuaria ha sido uno de los sectores que mejor ha reaccionado al nuevo esquema económico. De acuerdo a las cifras oficiales, en los dos primeros meses del año la producción aumentó 5,4% i.a., tras el repunte observada a fin del año pasado (+1,6% i.a. en el cuarto trimestre de 2016). Esta actividad tracciona la recuperación de la economía por su impacto positivo sobre otros sectores.
Como hicimos referencia en el apartado anterior, la construcción es otro sector que ha dado señales de recuperación a comienzos de este año, tras una formidable caída el año pasado (-11,3%). Por caso, según el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) que publica el INDEC, trepó casi 2% i.a. en el primer trimestre del año.
Tampoco en este caso la recuperación que mostró el sector en los últimos meses sorprende, ya que en un año electoral como el 2017, era esperable que la obra pública traccionara la actividad de la construcción. De hecho, los insumos asociados al gasto de capital del sector público muestran una recuperación más marcada: tal como se observa en el caso de los despachos de asfalto, que en el primer trimestre del año se duplicaron en relación a igual período de 2016.
Asimismo, la caída de las obras del sector privado se habría frenado. Pese a que las ventas de insumos de la construcción relevadas por el índice Construya acumularon una caída de 6,3% i.a. en el primer trimestre pero treparon 6,6% i.a. en abril. Además, los despachos de cemento en bolsa (asociados a obras de refacciones) crecieron +1% i.a. en los primeros tres meses del año (las ventas a granel, asociados a obras de construcción de envergadura treparon un notable 16% i.a. en dicho período).
Así como las medidas del gobierno potenciaron la competitividad del agro y traccionaron la actividad de la construcción (obra pública), el contexto actual no favorece al sector manufacturero, que continúa contrayéndose. Conforme al Estimador Mensual Industrial (EMI) del INDEC, la actividad fabril cayó 2,4% i.a. en el primer trimestre del año. Esto hace persistir la tendencia declinante del sector observada en el último lustro (fuertes caídas en 2012, 2014 y 2016, y leves recuperaciones en 2013 y 2015).
Pese a la merma, cabe destacar cierta mejora en algunos rubros manufactureros que ayudaron a moderar la contracción observada en 2016 (5,7% i.a.). Ahora bien, cuando descomponemos el EMI por bloques se observa que las ramas más dinámicas han sido justamente aquellas ligadas al sector agropecuario y a la construcción.
El caso más ilustrativo es el de la maquinaria agrícola que, gracias a la expansión del sector agropecuario, presentó un incremento en la producción superior al 50% i.a. en los primeros tres meses del año. Por su parte, la producción de Alimentos y Bebidas exhibió una contracción de 1,6% i.a., pero en este caso la caída está más relacionado con la elevada base de comparación, ya que a principios de 2016 la actividad creció fuerte por la liquidación de los stocks agrícolas retenidos. De hecho, la producción de alimentos fue 3% superior al promedio del primer trimestre observado entre 2011 y 2015, y en marzo de este año exhibió un leve repunte (+0,7% i.a.).
De manera análoga, la producción industrial de metálicas básicas (impulsada por la producción de acero, que acumula un alza de 0,3% i.a. en el primer trimestre) y la de productos minerales no metálicos, que continúa en terreno negativo en los primeros tres meses del año, pero tras varios meses de caída, mostraron variaciones positivas en marzo (+17,3% i.a. y 2,8% i.a., respectivamente) de la mano del repunte de la actividad de la construcción.
Excluyendo estas ramas, la realidad del complejo manufacturero resulta menos favorable: la apreciación del tipo de cambio y la mayor apertura comercial no sólo afectó su capacidad exportable, sino también la posibilidad de competir en el mercado interno con productos importados. El caso del sector automotor es paradigmático: mientras que el consumo interno crece aceleradamente (el patentamiento de 0km aumentó 32,4% i.a. en el primer cuatrimestre de 2017), la producción de autos continúa en retroceso (-9,8% i.a.), con los vehículos importados cubriendo la brecha entre la oferta y demanda interna (el patentamiento de 0 km importados crecieron casi 60% i.a. en el primer cuatrimestre de 2017).
Una situación similar se observa en la industria textil, que en el primer trimestre del año exhibió una contracción de la actividad del 17% i.a. (acumula una racha de nueve meses consecutivos de caída), mientras que las importaciones del sector registraron un incremento de 5% i.a. en el período. Pese a cierta mejoría de la demanda interna, la producción local no consigue capitalizarlo: el dólar planchado en un contexto de altas inflación (2% mensual), sumado a una asfixiante presión impositiva y elevados costos logísticos, los bienes importados son más baratos que los locales.
Las posibilidades de crecimiento industrial en el mediano plazo
Hay consenso de que la actividad se va a recuperar en 2017 aunque no está clara la magnitud de la expansión (2,5%, según nuestras estimaciones), pero ello no despeja la preocupación sobre algunas ramas productivas. En la actualidad el sector agropecuario, la construcción y las actividades conexas y algunos servicios están traccionando la recuperación, pero el complejo manufacturero está jaqueado.
Si el gobierno hubiese aplicado una apertura indiscriminada de las importaciones de bienes, la mayoría de rubros fabriles deberían “reconvertirse” afectando significativamente la situación del empleo. En el primer trimestre de 2017 se estabilizó la caída el empleo privado formal (-0,3% i.a., según el Ministerio de Trabajo) pero el número de trabajadores en la industria sigue contrayéndose (-4,7% i.a.) y el complejo manufacturero explica casi el 20% (llegó a 21% en 2013) del empleo privado formal.
Esto explica por qué, pese a que este gobierno se identifica con el “libre intercambio”, mantiene elevada la protección a las importaciones en rubros industriales sensibles. El problema es que hasta que el Ejecutivo no se despeje la incógnita sobre que tipo de cambio real y que grado de protección frente a las importaciones busca, la inversión y la actividad en el sector fabril seguirán en un impassse.