Esto no pretende ser una clase de lengua, ni siquiera un consejo sobre qué hacer con la utilización de las palabras, pero en pleno Siglo XXI, se me ocurre que deberíamos poder ser capaces de darles más utilidad, dejar de aparentar hablar cuando en realidad solo estamos emitiendo sonidos que no significan nada y no dicen nada.
En algún momento decir “le doy mi palabra”, era como un documento firmado, hoy está más devaluada que el peso.
En lo cotidiano la palabra se ha devaluado tanto que pasamos de lo coloquial a lo grosero, del idioma al dialecto, y de ahí en más, se hace casi incomprensible, a veces entender al otro.
Imagínense si esta complejidad la llevamos a lo institucional, en qué lugar terminaríamos, si, adivinó en un conflicto. Es inevitable que haya conflicto cuando no se puede dialogar, hablar, intercambiar ideas, debatir, todo eso que se supone, los humanos aprendimos hace siglos.
Hoy asistimos azorados a mensajes de texto, discusiones mediáticas, mensajes sutiles, o no, relatos y demás artimañas para no dialogar frente a frente, para no hablar, para no decir en la cara del otro lo que en realidad nos molesta o no. Y en lo político es lo mismo, no se dan nombres, se dice, por ejemplo “pareciera que algunos”, ¿Qué significa eso?, ¿Quiénes son algunos?.
Es no decir, es no poner en palabras, no jugarse, es una declaración a medias que es lo mismo que nada. O es un serio problema de calidad intelectual absolutamente devaluada o es que la sociedad está dispuesta a seguir escuchando nada cuando el otro está hablando.
Antes se decía “hablando la gente se entiende”, bueno eso era antes, ahora no solo no se entienden, sino que ni siquiera lo pueden explicar, ni fundamentar, ni nada que se le parezca porque no saben de lo que hablan.
Mi propuesta no es muy complicada, los invito amablemente a que “si no hay nada que decir, es mejor no decir nada”, porque hablar por hablar es lo mismo que nada, y hablar sin decir nada es patético. Habla muy mal de nosotros, más que de los demás, debemos volver al dialogo en todos los ámbitos, aunque se discuta y no haya acuerdos, pero dialogar antes de tirar frases armadas, demagógicas o sin sentido que no le aportan nada a nadie y hace que cada vez estemos peor.
Armando Cabral
