Manaos y Tierra del Fuego: ¿Quien gana el juego industrial?

Tierra del Fuego 01/07/2025.- Dos modelos, dos países, una misma pregunta: ¿cómo industrializar regiones estratégicas sin caer en la dependencia fiscal ni perder el tren de la innovación?

Industrializar regiones periféricas ha sido una estrategia recurrente en América Latina para generar empleo, integrar territorios y fortalecer la soberanía. Brasil y Argentina adoptaron caminos similares, pero con resultados dispares: la Zona Franca de Manaos (ZFM) y el Área Aduanera Especial (AAE) de Tierra del Fuego comparten objetivos, pero difieren en escala, innovación y proyección.

Origen y motivación: desarrollo, población y geopolítica

La ZFM nació en 1967 con una ambición clara: impulsar el desarrollo económico en la Amazonía, integrar un vasto territorio al mercado nacional y promover la conservación ambiental mediante la industrialización.

La AAE fue creada cinco años después, en 1972, con el objetivo de poblar el extremo sur argentino, reducir la dependencia de importaciones y afirmar la soberanía en una zona sensible desde el punto de vista geopolítico.

Beneficios fiscales: similitudes con matices

Ambos regímenes ofrecen generosos incentivos fiscales. En Manaos, las empresas están exentas de impuestos a la importación y productos industrializados, acceden a rebajas del impuesto a las ganancias y beneficios municipales. En Tierra del Fuego, los productos gozan de exención de IVA e impuestos internos, y pueden ingresar al resto del país sin aranceles si cumplen con requisitos de origen.

Escala productiva: 10 a 1

La diferencia en escala es notoria. El polo industrial de Manaos alberga más de 600 fábricas que producen electrodomésticos, motocicletas, computadoras y químicos. Emplea a más de 100.000 personas de forma directa y facturó en 2024 más de 37.500 millones de dólares, con crecimiento sostenido.

Tierra del Fuego se concentra casi exclusivamente en la electrónica de consumo (televisores y celulares), con apenas 10.000 empleos industriales y un mercado orientado exclusivamente al consumo interno.

Tecnología e innovación: el diferencial de Manaos

Un aspecto clave es la innovación. La ley brasileña obliga a las empresas de Manaos a destinar al menos el 5% de su facturación bruta a I+D, lo que generó un ecosistema de institutos tecnológicos como el Genius o el CTI PIM, que articulan con universidades y capacitan recursos humanos. Este mandato ha dinamizado la región y elevado el perfil tecnológico del polo industrial.

En cambio, Tierra del Fuego no tiene exigencias equivalentes, lo que se traduce en menor innovación, baja inversión en tecnología y una débil vinculación con el sistema científico-tecnológico nacional.

Cadenas de valor e integración territorial: asignaturas pendientes

A pesar de sus logros, la ZFM aún enfrenta dificultades para integrar proveedores locales. Según la Fundación Getulio Vargas, menos del 25% de los insumos se adquieren en la región. La dependencia de piezas importadas o de otras regiones del país limita el valor agregado local y eleva los costos.

En Tierra del Fuego, la situación es aún más crítica: alta dependencia de insumos importados, escasa diversificación productiva y fuerte vulnerabilidad ante cambios fiscales o competitividad externa.

Lecciones y perspectivas

El caso de Manaos demuestra que un régimen fiscal atractivo, combinado con inversión en tecnología e integración nacional, puede generar un polo industrial robusto y diversificado. Pero necesita avanzar en su logística, infraestructura y encadenamientos productivos para potenciar su impacto regional.

Tierra del Fuego, por su parte, evidencia los límites de un esquema basado casi exclusivamente en incentivos fiscales sin política industrial activa. Para sostener su relevancia, debe reconvertirse: incorporar I+D, diversificar su matriz productiva y articularse mejor con el entramado productivo nacional.

La experiencia comparada de Manaos y Tierra del Fuego deja una enseñanza clara: los regímenes fiscales especiales son herramientas útiles, pero no suficientes. Sin planificación industrial, inversión en innovación y articulación territorial, corren el riesgo de volverse esquemas costosos y poco sostenibles. El futuro del desarrollo regional en América Latina exige ir más allá de los incentivos: pensar en sistemas productivos integrados, sostenibles y con capacidad de generar conocimiento propio.

Fuente: El economista

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