La Corte Suprema, funcional al poder de turno, no responde al derecho ni al interés genuino del pueblo, sino a la agenda de una minoría poderosa que históricamente busca consolidar sus privilegios. Así, el sistema judicial deja de impartir justicia para transformarse en un instrumento de disciplinamiento político.
De la historia aprendimos que la lucha por una Argentina más justa, libre y soberana debe ser inquebrantable. Por eso, reafirmamos nuestro compromiso con la democracia, con la justicia social y con los intereses de las grandes mayorías.
No hay futuro posible si se proscribe a quienes representan los sueños y derechos de nuestro pueblo.
