El mercado de las Estaciones de Servicio es uno de los mejores reflejos de los vaivenes económicos, tecnológicos y sociales del país. Desde que se habilitó el uso del GNC como combustible automotor en 1983, pasando por la liberalización del sector en 1989 y hasta los efectos devastadores que dejó la crisis de 2001, cada hito dejó su marca en el paisaje energético nacional. Hoy, ese mapa vuelve a reconfigurarse, impulsado por nuevas dinámicas de consumo, el estancamiento de las ventas de combustibles tradicionales y un parque automotor en constante expansión.
Doce años atrás, en mayo de 2013, la Secretaría de Energía contabilizaba 4.962 Estaciones de Servicio habilitadas. De ellas, 3.225 estaban orientadas exclusivamente a la venta de naftas y gasoil, 1.154 combinaban expendio de líquidos con GNC, 580 se dedicaban solo al gas natural comprimido y apenas tres ofrecían GLPA junto a los combustibles tradicionales. Ese panorama respondía a una demanda marcada por la competitividad del GNC —con un precio significativamente menor al de los líquidos—, y por un crecimiento vehicular sostenido, aunque aún lejos de los niveles actuales.

Desde entonces, el país atravesó una serie de cambios estructurales que influyeron en el negocio de las estaciones. Según datos oficiales, hoy existen 5.367 puntos de venta registrados, lo que representa un aumento del 8,1 por ciento respecto a 2013. Sin embargo, más allá del número total, lo relevante es la redistribución de las modalidades de oferta. Según datos oficiales, actualmente, 3.252 estaciones expenden únicamente naftas y gasoil, mientras que 1.504 ofrecen una combinación de líquidos y GNC. Por su parte, las bocas dedicadas exclusivamente al gas son 597 y con puntos de carga eléctrica, 14.
Esta transformación ocurre en un contexto en el que el parque automotor nacional creció un 40 por ciento en este período, pasando de 10.930.000 vehículos en 2013 a 15.300.000 en la actualidad. Esta expansión, sin embargo, no se tradujo en un incremento paralelo en el consumo de combustibles líquidos. En abril de 2013 se comercializaron 1.327.000 metros cúbicos de naftas y gasoil al público, cifra que hoy se mantiene casi inalterada: 1.323.000 metros cúbicos.
Esta aparente contradicción se explica por varios factores que confluyen hacia una misma dirección. “Considerando que el PBI actual de Argentina es prácticamente el mismo que el del año 2013 no me resulta extraño que la demanda agregada de combustibles no haya experimentado grandes cambios”, sostiene Ignacio Barousse, exdirector Nacional de Refinación y Comercialización de la Secretaría de Energía y Gerente de Nuevos negocios de Gasener, en diálogo con surtidores.com.ar.
Para el especialista, la demanda de combustibles está fuertemente influenciada por el nivel de actividad y los nuevos hábitos de movilidad urbana. Los vehículos actuales, en su mayoría, ofrecen más rendimiento por litro gracias a mejoras en la motorización, la electrónica y la aerodinámica. A su vez, el encarecimiento real de los combustibles obligó a los usuarios a adoptar conductas de mayor eficiencia, como compartir viajes, optar por motos o incluso recurrir a plataformas de movilidad. La logística urbana también experimentó una reconversión, con un crecimiento de flotas más livianas y adaptadas al consumo racional.

En este contexto, el GNC, que en décadas pasadas protagonizó una expansión sin precedentes, también muestra signos de cambio. Aunque sigue siendo una opción más económica que los combustibles líquidos, la red de expendio se está reconfigurando: menos estaciones exclusivas, pero más puntos mixtos. La estrategia responde a la necesidad de diversificar ingresos en un contexto de costos crecientes, tarifas energéticas en alza y márgenes cada vez más ajustados.
“Si bien la demanda total de combustibles —excluyendo el consumo en usinas eléctricas— se mantuvo relativamente estable en los últimos 12 años, lo que sí se modificó de manera significativa fue la composición del mix de ventas”, advierte Barousse. En 2013, por cada metro cúbico de GNC vendido se comercializaban tres litros de nafta. Hoy, la relación es de cinco a uno.
“Esta marcada caída en la participación del GNC resulta llamativa en un país con abundantes reservas de gas natural, que además importa combustibles líquidos y enfrenta el desafío estructural de mejorar su competitividad económica y su balanza de pagos”, concluyó el exfuncionario.
